/ viernes 9 de septiembre de 2022

Reina Isabel II: el súbito reinado en un siglo convulsivo

La reina Isabel II sobrevivió a polémicas, sufrimientos, escándalos, a varias guerras y a la caída del imperio con la pérdida de la mayoría de sus colonias

La época victoriana, cúspide de la revolución industrial y del imperio británico a comienzos del siglo XX, desapareció, pero la corona británica supo sobrevivir a un siglo de guerras y a la muerte de varias monarquías europeas de la mano de Isabel II.

Su reinado ha sido el más longevo de la historia de Gran Bretaña, quien tuvo que adaptarse, no sin sufrimiento, polémicas y escándalos, a los cambios vertiginosos del siglo XX y llegar al siglo XXI como la casa real más famosa del mundo.

Te puede interesar: Los grandes momentos de la reina Isabel II en las páginas de la OEM (FOTOS)

En más de siete décadas de reinado, Isabel vio al imperio inglés desmoronarse con la independencia de la mayoría de sus colonias, así como la salida de Reino Unido de la Unión Europea (el Brexit) y la pandemia de Covid-19. Aunque los momentos más duros que ha vivido en la Corona han sido los relacionados con los escándalos privados de sus miembros.

Isabel Alejandra María II nació en Londres el 21 de abril de 1926. Apodada “Lilibet” por su familia, era tercera en la línea sucesoria al trono tras su tío Eduardo y su padre Alberto.

Pero Isabel se convirtió en la heredera inesperada al trono cuando su tío, en una decisión sin precedentes, abdicó siendo ya rey para poder casarse con la divorciada estadounidense Wallis Simpson, por lo que el padre de Isabel, quien no quería ser rey, le sucedió con el nombre de Jorge VI. Así, a sus 10 años, “Lilibet” se convirtió en la princesa de Gales y heredera al trono como hija mayor del nuevo rey e Isabel Bowes-Lyon, la reina madre.

El reinado de Jorge VI es uno de los más recordados en la historia británica, ya que tanto él como la Reina Madre, con Winston Churchill como primer ministro, fueron baluartes de la resistencia contra la Alemania nazi, no sin escándalos que ubicaban a la Casa de Sajonia-Coburgo como parientes de nazis, por lo que, en una estrategia política y mediática, la familia se cambio el nombre a Casa de Windsor, por un famoso castillo de su propiedad.

Isabel fue criada por institutrices en el palacio de Buckingham. Hacia el final de la Segunda Guerra Mundial, a los 18 años, se enroló en las Fuerzas Armadas como conductora.

En el mensaje que dirigió al país cuando cumplió 21 años, declaró: “Mi vida entera, sea larga o corta, estará consagrada a servirles”.

“La princesa Isabel tiene un aire de autoridad y reflexividad asombroso en una niña”, dijo de ella Winston Churchill, antes de que se convirtiera en reina.

En noviembre de 1947 se casó con su primo tercero, Felipe, que renunció a sus títulos de príncipe de Grecia y Dinamarca.

Isabel estaba en Kenia cuando su padre murió en febrero de 1952 y se convirtió en reina con solo 25 años, aunque no fue coronada hasta el 2 de junio de 1953, en la primera y hasta ahora única entronización retransmitida por televisión.

Su reinado inició en una época crucial, con el inicio de la Guerra Fría entre el comunismo soviético y el capitalismo liderado por Estados Unidos, la guerra de Corea y la carrera armamentista en aumento. Pero otra fuerza, la juventud que nació durante la Segunda Guerra Mundial, se convirtió en el talón de Aquiles de una reina que frecuentemente era criticada por su lejanía con el pueblo británico.

Los años 70 fueron duros tanto para el gobierno como para la corona por la inestabilidad económica, las constantes huelgas y la pobreza creciente que minaban la autoridad real. Hasta que en 1979 llegó al gobierno británico Margaret Thatcher, que a golpe de medidas ultraliberales sacó al país del atolladero económico.

Con Thatcher, la reina tuvo una relación gélida debido a sus personalidades opuestas, pero eficaz e institucional al fin y al cabo en los momentos importantes.

Su peor momento fue en 1985, cuando Thatcher se opuso a que la reina impusiera sanciones al gobierno racista de Sudáfrica y su régimen de Apartheid, lo que por momentos amenazó con fracturar a la mancomunidad británica de naciones, la Commonwealth.

También puedes leer: Reina Isabel II: La visita de la monarca a Oaxaca y su amor a las artesanías (Fotos)

LOS ESCÁNDALOS DE LA CORONA

La reina es extremadamente discreta sobre su vida, de la que apenas se conocen sus aficiones por los perros de raza corgi y por los caballos que cabalgaba hasta hace poco con un pañuelo atado a la cabeza.

Sin embargo, en 1992, declaró que esos últimos 12 meses fueron un “annus horribilis” (año horrible) para ella, pues colapsaron los matrimonios de sus hijos Carlos, Ana y Andrés, mientras su querido castillo de Windsor ardía en llamas.

A pesar de estos sucesos, enfrentó una crisis peor en 1997 con la muerte de la princesa Diana, ya divorciada de Carlos, que estuvo a punto de romper el afecto de los británicos por ella, cuando en un primer momento apareció fría y distante, pues 'Lady Di' destacaba por sus gentiles gestos con las personas más vulnerables, especialmente con los enfermos.

Las bodas de sus nietos Guillermo, en 2011 con Catalina, y Enrique, en 2018 con Meghan, modernizaron la imagen de la familia real británica.

Pero la tranquilidad le duró poco: en 2019, Andrés, considerado su hijo favorito, escandalizó al país debido a su amistad con el financiero estadounidense Jeffrey Epstein, acusado de explotar sexualmente a menores.

POPULARIDAD SIN REPAROS

Pese a sus 96 años y las múltiples crisis que ha atravesado la familia real, la reina disfruta ahora de una enorme popularidad. Un sondeo del diario The Sun le otorgó 91.7 por ciento de aceptación, frente al 67.5 por ciento para el príncipe Carlos.

La salud de su madre provocó preocupación desde que en octubre tuvo que guardar reposo y fue hospitalizada para someterse a “pruebas” médicas. Desde entonces sufrió crecientes problemas de movilidad y contrajo Covid-19 que, en sus propias palabras, la dejó “agotada”. Canceló su participación en numerosos eventos e incluso fue reemplazada por Carlos en el “discurso del trono”.

Recientemente se mostró sonriente durante el cambio de administración británico, recibiendo al exmandatario Boris Johnson para aceptar su renuncia y más tarde se le volvió a ver de buen ánimo durante el recibimiento y reconocimiento como primera ministra a Liz Truss.


Con información de Jair Soto



TE RECOMENDAMOS EL PODCAST ⬇️

Disponible en: Acast, Spotify, Apple Podcasts, Google Podcasts, Deezer y Amazon Music

La época victoriana, cúspide de la revolución industrial y del imperio británico a comienzos del siglo XX, desapareció, pero la corona británica supo sobrevivir a un siglo de guerras y a la muerte de varias monarquías europeas de la mano de Isabel II.

Su reinado ha sido el más longevo de la historia de Gran Bretaña, quien tuvo que adaptarse, no sin sufrimiento, polémicas y escándalos, a los cambios vertiginosos del siglo XX y llegar al siglo XXI como la casa real más famosa del mundo.

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En más de siete décadas de reinado, Isabel vio al imperio inglés desmoronarse con la independencia de la mayoría de sus colonias, así como la salida de Reino Unido de la Unión Europea (el Brexit) y la pandemia de Covid-19. Aunque los momentos más duros que ha vivido en la Corona han sido los relacionados con los escándalos privados de sus miembros.

Isabel Alejandra María II nació en Londres el 21 de abril de 1926. Apodada “Lilibet” por su familia, era tercera en la línea sucesoria al trono tras su tío Eduardo y su padre Alberto.

Pero Isabel se convirtió en la heredera inesperada al trono cuando su tío, en una decisión sin precedentes, abdicó siendo ya rey para poder casarse con la divorciada estadounidense Wallis Simpson, por lo que el padre de Isabel, quien no quería ser rey, le sucedió con el nombre de Jorge VI. Así, a sus 10 años, “Lilibet” se convirtió en la princesa de Gales y heredera al trono como hija mayor del nuevo rey e Isabel Bowes-Lyon, la reina madre.

El reinado de Jorge VI es uno de los más recordados en la historia británica, ya que tanto él como la Reina Madre, con Winston Churchill como primer ministro, fueron baluartes de la resistencia contra la Alemania nazi, no sin escándalos que ubicaban a la Casa de Sajonia-Coburgo como parientes de nazis, por lo que, en una estrategia política y mediática, la familia se cambio el nombre a Casa de Windsor, por un famoso castillo de su propiedad.

Isabel fue criada por institutrices en el palacio de Buckingham. Hacia el final de la Segunda Guerra Mundial, a los 18 años, se enroló en las Fuerzas Armadas como conductora.

En el mensaje que dirigió al país cuando cumplió 21 años, declaró: “Mi vida entera, sea larga o corta, estará consagrada a servirles”.

“La princesa Isabel tiene un aire de autoridad y reflexividad asombroso en una niña”, dijo de ella Winston Churchill, antes de que se convirtiera en reina.

En noviembre de 1947 se casó con su primo tercero, Felipe, que renunció a sus títulos de príncipe de Grecia y Dinamarca.

Isabel estaba en Kenia cuando su padre murió en febrero de 1952 y se convirtió en reina con solo 25 años, aunque no fue coronada hasta el 2 de junio de 1953, en la primera y hasta ahora única entronización retransmitida por televisión.

Su reinado inició en una época crucial, con el inicio de la Guerra Fría entre el comunismo soviético y el capitalismo liderado por Estados Unidos, la guerra de Corea y la carrera armamentista en aumento. Pero otra fuerza, la juventud que nació durante la Segunda Guerra Mundial, se convirtió en el talón de Aquiles de una reina que frecuentemente era criticada por su lejanía con el pueblo británico.

Los años 70 fueron duros tanto para el gobierno como para la corona por la inestabilidad económica, las constantes huelgas y la pobreza creciente que minaban la autoridad real. Hasta que en 1979 llegó al gobierno británico Margaret Thatcher, que a golpe de medidas ultraliberales sacó al país del atolladero económico.

Con Thatcher, la reina tuvo una relación gélida debido a sus personalidades opuestas, pero eficaz e institucional al fin y al cabo en los momentos importantes.

Su peor momento fue en 1985, cuando Thatcher se opuso a que la reina impusiera sanciones al gobierno racista de Sudáfrica y su régimen de Apartheid, lo que por momentos amenazó con fracturar a la mancomunidad británica de naciones, la Commonwealth.

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LOS ESCÁNDALOS DE LA CORONA

La reina es extremadamente discreta sobre su vida, de la que apenas se conocen sus aficiones por los perros de raza corgi y por los caballos que cabalgaba hasta hace poco con un pañuelo atado a la cabeza.

Sin embargo, en 1992, declaró que esos últimos 12 meses fueron un “annus horribilis” (año horrible) para ella, pues colapsaron los matrimonios de sus hijos Carlos, Ana y Andrés, mientras su querido castillo de Windsor ardía en llamas.

A pesar de estos sucesos, enfrentó una crisis peor en 1997 con la muerte de la princesa Diana, ya divorciada de Carlos, que estuvo a punto de romper el afecto de los británicos por ella, cuando en un primer momento apareció fría y distante, pues 'Lady Di' destacaba por sus gentiles gestos con las personas más vulnerables, especialmente con los enfermos.

Las bodas de sus nietos Guillermo, en 2011 con Catalina, y Enrique, en 2018 con Meghan, modernizaron la imagen de la familia real británica.

Pero la tranquilidad le duró poco: en 2019, Andrés, considerado su hijo favorito, escandalizó al país debido a su amistad con el financiero estadounidense Jeffrey Epstein, acusado de explotar sexualmente a menores.

POPULARIDAD SIN REPAROS

Pese a sus 96 años y las múltiples crisis que ha atravesado la familia real, la reina disfruta ahora de una enorme popularidad. Un sondeo del diario The Sun le otorgó 91.7 por ciento de aceptación, frente al 67.5 por ciento para el príncipe Carlos.

La salud de su madre provocó preocupación desde que en octubre tuvo que guardar reposo y fue hospitalizada para someterse a “pruebas” médicas. Desde entonces sufrió crecientes problemas de movilidad y contrajo Covid-19 que, en sus propias palabras, la dejó “agotada”. Canceló su participación en numerosos eventos e incluso fue reemplazada por Carlos en el “discurso del trono”.

Recientemente se mostró sonriente durante el cambio de administración británico, recibiendo al exmandatario Boris Johnson para aceptar su renuncia y más tarde se le volvió a ver de buen ánimo durante el recibimiento y reconocimiento como primera ministra a Liz Truss.


Con información de Jair Soto



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