/ domingo 12 de diciembre de 2021

Michoacanos prefieren cada vez más sector privado de salud

Más michoacanos se atendieron en farmacias privadas que en el IMSS

Morelia, Michoacán (OEM-Infomex).- Aunque la Organización de las Naciones Unidas (ONU) recomienda que todas las personas cuenten con cobertura médica gratuita y cercana a sus hogares, lo cierto es que en el caso de Michoacán el panorama es muy distinto, pues el sector privado poco a poco ha cobrado más relevancia en la atención en materia de salud.

Según cifras del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), en 2020 el 31.9 por ciento de la población fue atendida de manera gratuita por el Insabi, mientras que un 24.2 por ciento recurre a los consultorios particulares que se encuentran en pequeñas farmacias particulares y apenas dos de cada 10 habitantes de la entidad tiene Seguro Social.

Las opciones de atención más utilizadas el año pasado fueron los centros y hospitales de la Secretaría de Salud a través del programa “Salud para el Bienestar”, alcanzando una población de un millón 480 mil personas. En contraparte, los consultorios ubicados en las farmacias del Doctor Simi, del Ahorro, San Juan y Santa Cruz monopolizaron el servicio hasta para un millón 120 mil personas, cifra que está por arriba del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), donde se recibieron a millón 10 mil derechohabientes.

Cuando faltan los medicamentos

Para Enrique Ramos Vargas, médico general desde 2016, la atención que brindó durante dos años en la localidad de Zopoco, municipio de Chilchota, le trajo uno de los aprendizajes más significativos para su formación, pues no solo se enfrentó a la carencia de medicamentos, sino también al entendimiento con sus pacientes.

La mayoría de la población habla purépecha, la lengua madre de la Cañada de los Once Pueblos, menciona en entrevista exclusiva, al aceptar que esa fue la primera dificultad a la que se enfrentó. La segunda, y que aún persiste, es la falta de medicamento de primer nivel.

Como clínica rural, en Zopoco la atención es de primer contacto y la escasez de medicina paliativa como el ácido acetilsalicílico, ibuprofeno, metamizol sódico o el paracetamol son elementales, pero se agotan con facilidad y solo surten una vez al mes.

“El medicamento lo entregaban por parte del sector Salud del estado; sí llegaba, pero tardaba en surtirse. El que lo entregaba solo surtía una vez al mes la clínica”.

Pese a que su servicio social constaba de un año, Enrique decidió quedarse, aunque la beca de cuatro mil pesos mensuales que recibía a través de la Secretaría de Salud le fuese suspendida. Legalmente había cumplido, pero el aprendizaje seguía su curso, por eso y con el apoyo de su familia, permaneció en la región un año más.

Cada pueblo tiene su clínica, lo que le parece suficiente para la atención de primer contacto, pero en todos esos centros de salud siempre surgen casos que necesitan un segundo contacto y los pacientes, en el caso de la Cañada, tiene como única opción el hospital regional ubicado en Zamora, en donde la atención está siempre rebasada y el traslado de los pacientes y sus familiares causa serias dificultades a la economía de las familias, ya que generalmente son trabajadores del campo y sus recursos son limitados, explica.

Actualmente, con 29 años de edad, Enrique ejerce su profesión en la comunidad de Sixto Verduzco. Ahí, comenta, la situación es distinta, pese a que la escasez de medicamentos exista, la atención de segundo nivel para los pacientes tiene mayores opciones, la saturación sanitaria es menor al haber hospitales generales en Abasolo y Pénjamo, en el estado de Guanajuato, ya que su localidad colinda con esa demarcación.

Además, dice, están los hospitales regionales de Puruándiro y La Piedad, por ende, no es difícil acudir a los servicios de salud, en comparación con el área de Chilchota.

Remodelan unidades, pero no cumplen con norma

La semana pasada, el secretario de Comunicaciones y Obras Públicas (SCOP) en la entidad, José Zavala Nolasco, reconoció que de las 450 unidades médicas que se remodelaron en el sexenio pasado, 200 no cuentan con la certificación para cumplir con las Normas Oficiales Mexicanas (NOM). La certificación consiste en que inspectores revisen que las clínicas cumplan con las normas de salud y sus especificaciones.

En general las observaciones son muy estrictas y recaen en requisitos técnicos como la pintura, impermeabilizante, rampas para discapacitados o de emergencia, detalló.

Según el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval) las carencias por acceso a los servicios de salud se basan en el derecho a recibir los servicios de salud de una institución, ya sea pública o privada.

Morelia, Michoacán (OEM-Infomex).- Aunque la Organización de las Naciones Unidas (ONU) recomienda que todas las personas cuenten con cobertura médica gratuita y cercana a sus hogares, lo cierto es que en el caso de Michoacán el panorama es muy distinto, pues el sector privado poco a poco ha cobrado más relevancia en la atención en materia de salud.

Según cifras del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), en 2020 el 31.9 por ciento de la población fue atendida de manera gratuita por el Insabi, mientras que un 24.2 por ciento recurre a los consultorios particulares que se encuentran en pequeñas farmacias particulares y apenas dos de cada 10 habitantes de la entidad tiene Seguro Social.

Las opciones de atención más utilizadas el año pasado fueron los centros y hospitales de la Secretaría de Salud a través del programa “Salud para el Bienestar”, alcanzando una población de un millón 480 mil personas. En contraparte, los consultorios ubicados en las farmacias del Doctor Simi, del Ahorro, San Juan y Santa Cruz monopolizaron el servicio hasta para un millón 120 mil personas, cifra que está por arriba del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), donde se recibieron a millón 10 mil derechohabientes.

Cuando faltan los medicamentos

Para Enrique Ramos Vargas, médico general desde 2016, la atención que brindó durante dos años en la localidad de Zopoco, municipio de Chilchota, le trajo uno de los aprendizajes más significativos para su formación, pues no solo se enfrentó a la carencia de medicamentos, sino también al entendimiento con sus pacientes.

La mayoría de la población habla purépecha, la lengua madre de la Cañada de los Once Pueblos, menciona en entrevista exclusiva, al aceptar que esa fue la primera dificultad a la que se enfrentó. La segunda, y que aún persiste, es la falta de medicamento de primer nivel.

Como clínica rural, en Zopoco la atención es de primer contacto y la escasez de medicina paliativa como el ácido acetilsalicílico, ibuprofeno, metamizol sódico o el paracetamol son elementales, pero se agotan con facilidad y solo surten una vez al mes.

“El medicamento lo entregaban por parte del sector Salud del estado; sí llegaba, pero tardaba en surtirse. El que lo entregaba solo surtía una vez al mes la clínica”.

Pese a que su servicio social constaba de un año, Enrique decidió quedarse, aunque la beca de cuatro mil pesos mensuales que recibía a través de la Secretaría de Salud le fuese suspendida. Legalmente había cumplido, pero el aprendizaje seguía su curso, por eso y con el apoyo de su familia, permaneció en la región un año más.

Cada pueblo tiene su clínica, lo que le parece suficiente para la atención de primer contacto, pero en todos esos centros de salud siempre surgen casos que necesitan un segundo contacto y los pacientes, en el caso de la Cañada, tiene como única opción el hospital regional ubicado en Zamora, en donde la atención está siempre rebasada y el traslado de los pacientes y sus familiares causa serias dificultades a la economía de las familias, ya que generalmente son trabajadores del campo y sus recursos son limitados, explica.

Actualmente, con 29 años de edad, Enrique ejerce su profesión en la comunidad de Sixto Verduzco. Ahí, comenta, la situación es distinta, pese a que la escasez de medicamentos exista, la atención de segundo nivel para los pacientes tiene mayores opciones, la saturación sanitaria es menor al haber hospitales generales en Abasolo y Pénjamo, en el estado de Guanajuato, ya que su localidad colinda con esa demarcación.

Además, dice, están los hospitales regionales de Puruándiro y La Piedad, por ende, no es difícil acudir a los servicios de salud, en comparación con el área de Chilchota.

Remodelan unidades, pero no cumplen con norma

La semana pasada, el secretario de Comunicaciones y Obras Públicas (SCOP) en la entidad, José Zavala Nolasco, reconoció que de las 450 unidades médicas que se remodelaron en el sexenio pasado, 200 no cuentan con la certificación para cumplir con las Normas Oficiales Mexicanas (NOM). La certificación consiste en que inspectores revisen que las clínicas cumplan con las normas de salud y sus especificaciones.

En general las observaciones son muy estrictas y recaen en requisitos técnicos como la pintura, impermeabilizante, rampas para discapacitados o de emergencia, detalló.

Según el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval) las carencias por acceso a los servicios de salud se basan en el derecho a recibir los servicios de salud de una institución, ya sea pública o privada.

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