Morelia, Michoacán (OEM-Infomex).- Inició diciembre y con su llegada la Navidad está cada vez más cerca, por lo que muchas personas han comenzado a decorar sus hogares con luces, nochebuenas, adornos y el imprescindible árbol de Navidad.
Para los cristianos el árbol de Navidad significa el bien y el mal, simboliza el árbol del fruto prohibido del que comieron Adán y Eva; nos recuerda el pecado original y simboliza el nacimiento del redentor, la llegada de Cristo para liberarnos del pecado original.
La tradición de poner el árbol tiene su origen en la religión católica, pues se dice que en el siglo VIII había un roble consagrado a Thor en una ciudad de Alemania llamada Hesse.
Cada año, durante el solsticio de invierno se le ofrecía un sacrificio al dios. El misionero Bonifacio taló el árbol ante la mirada atónita de los lugareños y, tras leer el Evangelio, les ofreció un abeto, un árbol de paz que “representa la vida eterna porque sus hojas siempre están verdes” y porque su copa “señala al cielo”.
Desde entonces se empezaron a talar abetos durante la Navidad y por algún motivo se colgaron de los techos. Se cuenta que el teólogo Martín Lutero puso unas velas sobre las ramas de un árbol de Navidad porque centelleaban como las de la noche invernal.
Los adornos
En el árbol de la vida de Adán y Eva, las esferas representan las manzanas, asimismo debe de contar una serie de luces que al igual que la estrella que se coloca en la parte superior, representan la luz en las tinieblas y la presencia de Jesucristo, mientras que la Corona de Adviento que contiene cuatro veladoras, representa la eternidad y los domingos previos a la Navidad.
Antiguamente se colocaban velas junto con las manzanas, que se escondían o colocaban donde no ocurriera algún accidente o incendio. Después fueron sustituidas por luces como las conocemos actualmente como series navideñas.
En la historia del pino de Navidad los cristianos representaban el nacimiento del niño Jesús; la estrella tiene su representación ya que la estrella de Belén guió a los nazarenos, reyes magos y pastores al nacimiento del niño Jesús.
A pesar de su propagación en la cultura occidental y de que esta costumbre se extendió a América y Estados Unidos, el árbol navideño continuó siendo una tradición más sajona que latina. Supuestamente el emperador Maximiliano de Habsburgo trajo la usanza de poner árboles en Navidad, pero existen referencias de que esta práctica ya era realizada desde una década antes por familias europeas, principalmente alemanas, establecidas en México, desde principios del siglo XIX.