Morelia, Michoacán.-(OEM-Infomex).- Es una lucha con la piel y la mente, así describió Jaime a la enfermedad que padece desde que tenía 16 años, el vitíligo; ésta empezó con una pequeña mancha en la parte derecha de su cuello y una más en su rodilla izquierda, pero que gracias a su atención médica el padecimiento dermatológico sólo avanzó de forma mínima en su rostro y manos.
El vitíligo es una enfermedad multifactorial que contiene una base genética, pues hace presencia en personas predispuestas como réplica a dos factores: ambientales y emocionales, presentándose manchas blancas en cualquier parte del cuerpo humano, explicó Vanesa Paredes Solís, médico especialista en Dermatología, adscrita al Hospital General Dr. Miguel Silva de Morelia.
Manchas acrómicas que se presentan de manera muy común entre el 1 y 2 por ciento de la población en todo el mundo, algunas de las cuales pueden ser inducidas por el contacto con algunas sustancias químicas, pero que en la mayoría de los casos obedecen a causas desconocidas o no identificadas con exactitud.
De acuerdo con la especialista en enfermedades de la piel, al presentarse cuadros de estrés psicológico o de exposición constante a radicales libres se produce una oxidación, inflamación y muerte de las células (melanocitos) que producen el color en la piel, sobre todo en algún organismo predispuesto genéticamente.
“Si tomamos una muestra o biopsia para analizar en el microscopio una lesión de vitíligo, lo que hay es una ausencia de melanocitos, ya no existen, y en el contorno de esta lesión lo que se ve es una inflamación, entonces por eso es que sabemos que esas células se oxidan, se inflaman y se mueren”, explicó Paredes Solís para El Sol de Morelia.
Según la Secretaría de Salud de Michoacán (SSM) esta enfermedad, proclive a generar otros padecimientos como cáncer de piel y tiroides, puede obedecer a cuestiones incluso hereditarias, pues es más propensa a aparecer en 6 por ciento de familiares de primero y segundo grado en la escala genealógica. Incrementando hasta en un 25 por ciento su probabilidad de desarrollo en gemelos.
Primer caso de vitíligo en la familia
Con Jaime no fue así, es el primer caso de vitíligo que se presenta en su núcleo familiar, incluso hasta la tercera generación que los antecede; a sus 22 años relata los “choques” emocionales a los que se vio expuesto, pues aunque tuvo el respaldo moral y económico de su familia, la pena de que lo vieran “manchado” o blanquizco de su piel lo llevaron a una depresión en plena adolescencia.
Cuenta que su lucha mayor fue la interna, más que la externa, pues rápidamente recibió tratamiento tópico y oral, en ese orden, ya que si bien se detuvo la expansión de esas dos primeras manchas que lo alertaron a él y su familia, en los meses siguientes aparecieron otras lesiones.
“Es una lucha porque tu autoestima se viene abajo, te sientes observado por todas las personas, no están acostumbrados a ver estas manchas, todos sabemos que la gente juzga mucho sin conocer, había compañeros de mi escuela que todavía lo veían como una enfermedad contagiosa”, expresó.
Miedo y pena fueron los principales sentimientos que lo llevaron incluso a apartarse de su círculo de amigos e incluso de las jóvenes adolescentes en busca de conocerlas y poder iniciar una relación más que amistosa, afectiva. Esto al desconocer que, además de la atención médica, la psicológica debe ir a la par en los procesos de aceptación.
“También fue muy complicado para mí acercarme a alguna mujer porque me sentía completamente diferente al resto de mis compañeros y personas que me rodeaban, dentro de mi familia no hay nadie que padezca esto”, dijo Jaime, cuya voz se percibió un tanto tranquila y despejada, pues aunque rechazó la toma de fotografías a sus lesiones decidió compartir su testimonio.
Tratamiento médico y psicológico, simultáneos
Tanto el tratamiento clínico como el mental son importantes para sobrellevar esta enfermedad, precisó Juan Pablo Santo, psicólogo moreliano, especialista en Desarrollo Humano, ya que explicó el trabajo principal es ayudar al paciente a afrontar esta enfermedad “dada pero no pedida”.
Es decir, el paciente nunca quiso tener la enfermedad, pero ahora que la padece se le debe orientar sobre cómo trabajará en este proceso de duelo al dejar su apariencia anterior, para asumir la actual. Esto, porque el aspecto de su cuerpo o físico se va modificando y se tiene que hacer consciencia social sobre los muchos estigmas.
“Siempre debe llevarse este proceso de acompañamiento psicológico con el tratamiento médico, es igual que una enfermedad psiquiátrica, porque debe ser a la par la recuperación física y mental (…) orientársele en las cinco etapas del duelo: negación, ira, negociación, depresión y aceptación”.
¿La enfermedad tiene cura? No
El vitíligo no tiene cura, pero la evolución de las manchas blancas puede detenerse o disminuir su avance, sobre todo cuando las manchas se detectan de manera temprana, toda vez que existen dos tipos: segmentario y no segmentario: el primero aparece en una parte del cuerpo; el segundo, es cuando su aparición es en distintas partes de la anatomía humana.
Por ello, los tratamientos deben estar enfocados en tratar de reponer esas células que se ausentaron, expresó Paredes Solís, quien advierte no son células tan fáciles de reproducirse por su mala capacidad de regeneración y de replicación, entonces una vez que se pierde perdemos, ya no se recupera, lo cual es muy parecido cuando muere una neurona.
A la fecha, existen tratamientos médicos accesibles e incluso cosméticos para igualar el color cuando ya no hay nada que hacer, sin embargo y en caso de aparecer a edad temprana el padecimiento alimentos ricos en antioxidantes como la uva, la piña, las cerezas o el melón son altamente efectivos.
Reflexión
“Al principio y antes de los diagnósticos no sabíamos estas manchas a qué se debían, pero hasta este momento he podido sobrellevar esta enfermedad, uno se acostumbra, ya van más de cinco años que tengo esto. Los tiempos han cambiado y las redes sociales e Internet van cambiando la imagen de los estigmas de esta enfermedad”, concluyó Jaime.