Morelia, Michoacán (OEM/Informex).- La instalación del Cuartel de la Guardia Nacional en el 2020 en la zona de Villas del Pedregal hizo pensar a los habitantes de Villas del Pedregal que la situación mejoraría.
Sin embargo, de la esperanza que representó en su momento la llegada de la corporación federal a este asentamiento, César asegura que ya no queda nada. “Ellos vinieron a hacer lo suyo, que es encuartelarse, descansar y olvidarse de que somos vecinos. No les interesa mandar un patrullaje o un equipo que esté al pendiente por lo menos de las etapas que les rodean”.
Si bien en un inicio habían logrado acuerdos con las cabecillas del cuartel para tener el apoyo en las labores de seguridad, lamenta que el cambio de jerarquías echó todo abajo y hasta ahora no se sienten incluidos ni mucho menos reconocidos como entes que buscan aportar lo suyo para lograr la tranquilidad y la paz.
A César Chávez no se le notan signos de agotamiento. Si se le pregunta por el miedo de inmiscuirse en funciones de seguridad, argumenta que en todas las sociedades el temor siempre ha existido, pero en su caso, dice que le causa más pánico pensar que le pueden robar su casa, su auto, o simplemente imaginar que una noche cualquiera algo le suceda a su hija.
Educación, gobernanza y separatismo
A las afueras del Colegio de Bachilleres del Estado de Michoacán (COBAEM) de Villas del Pedregal, varias alumnas juegan aventándose una chamarra de un lado a otro. Al interior del plantel, una madre de familia amaga con cerrar la vialidad del fraccionamiento si los docentes no regresan de sus actividades sindicales para retomar las clases.
Cuadras más adelante, la plantilla de siete profesores del Centro Educación Básica para Adultos (CEBA) siguen reclamando la falta de espacios, como desde hace cuatro años, para poder impartir sus clases de manera digna a los cien alumnos que conforman la matrícula.
En una casa de dos pisos sin servicio de agua, las butacas y pupitres se amontonan, las láminas de nutrición, español y geometría se pegan en las paredes, en un pizarrón a medias se escriben los problemas matemáticos y en un rincón se le ha destinado un espacio a la biblioteca y a las maquetas con temática del universo.
“Hemos estado en varias partes del fraccionamiento, en locales, ahora la constructora nos está pidiendo esta casa que es donde se dan las clases de Primaria, esto pese a que le hemos hecho mejoras. Nosotros pertenecemos al nivel extraescolar y solicitamos apoyo pero las autoridades hacen caso omiso de la situación, entonces andamos vagando y moviéndonos como profesores, pues nos preocupa nuestra situación laboral, así como la de los alumnos y padres de familia”, explica el docente Juan Ramón Uribe.
Frente a la improvisada escuela, se encuentra una casa quemada sin puertas ni ventanas. En su interior, quedan restos de ropa, juguetes y todo tipo de desechos humanos. Odín García Juárez relata que fueron los vecinos quienes dejaron así el inmueble cuando identificaron a un vendedor de drogas que estaba contaminando a los niños del centro escolar.
“No se quiso salir por las buenas y retó a todos los colonos”, explica para dar paso a otra de las problemáticas con las que tienen que lidiar en el fraccionamiento: la gobernanza de la constructora Grupo Herso. Si en 2015, la población en Villas del Pedregal era de 25 mil habitantes, en ocho años ascendió a 39 mil gracias a la permisividad de la inmobiliaria.
Ahora, con una sexta etapa aprobada, el presidente del Consejo Mayor General prevé que los conflictos irán en ascenso en un lugar donde nada se parece a las expectativas de viviendas que en su momento les ofrecieron.
“Te venden ilusiones y sueños, entonces comienzas a idealizar, pero luego viene la realidad de los robos, de los abusos, de que te empieza a fallar el servicio del agua potable. La verdad es que vas despertando a una situación muy cruda, en donde solamente te quedan dos opciones: quedarte o elegir el éxodo”.
Para tratar de hacer comunidad, hace diez años el Consejo Mayor General comenzó con la organización de kermeses y faenas que tenían como objetivo el conocerse entre vecinos. Pero Odín va más allá y se ha tomado en serio la propuesta de independizar a Villas del Pedregal y que se convierta en el municipio 114 de Michoacán.
No esconde su afinidad por los movimientos separatistas y ejemplifica los casos de Cherán, las comunidades autónomas de España, el barrio seguro en República Dominicana y el programa Fica Vivo en Brasil. La organización de los gritos de Independencia el 15 de septiembre y los desfiles cívicos, dice, son para que el Congreso del Estado los mire con formalidad.
“Sé que tenemos la capacidad de organizar nuestra propia policía, nuestras escuelas, nuestros servicios y en general toda la administración. Somos 39 mil personas que podemos con eso y más. Aquí no hay quien llegue a solucionar las cosas, solamente aprueban más etapas, pero el cáncer de Herso no se va”.
En las redes sociales prolifera la discriminación y el clasismo en contra de la población que vive en Villas del Pedregal, todo esto bajo el disfraz del humor y los memes. Odín admite que es doloroso porque se hace más complicado generar un sentido de identidad y pertenencia entre los vecinos.
Abunda que hay quienes prefieren negar el lugar donde viven para no ser objeto de burlas, pero lamenta que este tipo de discursos de mofa se han trasladado también a la esfera política de autoridades municipales y estatales.
Casi son las dos de la tarde y la lluvia amenaza en los 22 circuitos del fraccionamiento. La gente se aglutina en las esquinas para abordar el camión color naranja que los trasladará a sus trabajos y que seguramente también los regresará por la noche, cuando el cansancio sea más evidente. Entonces, quizá, sus pasos irán a prisa por las calles tratando de evitar cualquier situación de inseguridad, solamente enfocados en sus deseos de que, al abrir la puerta de sus casas, sus pertenencias sigan intactas. Pienso en todo ello y no le encuentro lo gracioso.