/ lunes 26 de julio de 2021

Trata de menores, una realidad en el albergue de “Mamá Rosa”

La corrupción y la inoperancia eran características de este lugar

Morelia Michoacán (OEM-Infomex).- En el albergue de “Mamá Rosa”, la trata era una realidad, con ayuda del Registro Civil eran constantes los cambios de identidad de los menores, además, las adolescentes que salían embarazadas tenían bebés que “desaparecían”, expuso Jessica Guadalupe Cruz López, al presentar una investigación que realizó en la Escuela Nacional de Trabajo Social de la UNAM.

En el marco del ciclo de conferencias “La trata invisible. Las violencias estructurales y su vinculación con la niñez”, la investigadora compartió los hallazgos del trabajo que realizó sobre la trata de menores y los entramados de ésta con otras formas de violencia, para ello se concentró en dos casos, el de la Gran Familia, en Michoacán, y el de la Ciudad de los Niños, en Guanajuato.

Foto: Cortesía | Cuartoscuro

La trata de personas y el maltrato institucional estaban presentes en la Gran Familia, espacio dirigido por Rosa del Carmen Verduzco Verduzco, quien fue conocida como “Mamá Rosa”, y para ello, había participación u omisión del gobierno, dado que hubo innumerables cambios de identidad de bebés, niñas, niños y adolescentes.

A finales del año pasado, Jessica Cruz hizo entrevistas testimoniales, con las que confirmó que la trata era parte de las prácticas realizadas en dichos espacios, que se autonombraban centros de asistencia social para niños y adolescentes.

Una extrabajadora social del albergue de “Mamá Rosa” que estuvo en Zamora, Michoacán, le compartió a la investigadora, que aún sigue yendo a terapia psicológica, tras laborar con la Gran Familia, donde, la explotación sexual era una constante y las relaciones entre los mismos adolescentes otra práctica normalizada.

Luego de que las adolescentes quedaban embarazadas, había bebés que “no volvíamos a ver”, había innumerables cambios de identidad, y muchas adopciones ilegales.

“Se les vulneraba el derecho a la identidad, cambiándoles el nombre en el Registro Civil (…) Ya no tenían los apellidos de su mamá o su papá, porque tenían Verduzco o Gutiérrez”, compartió Jessica Cruz.

El documento que se solía usar en la Gran Familia, era llamado “acta destacada”, ahí se les hacía firmar a los padres la renuncia de la patria potestad de los niños.

Foto: Cortesía | Cuartoscuro

De acuerdo al trabajo de la investigadora, también se daban casos en que colaboradores abusaban sexualmente de las y los menores, a cambio de comida.

La mendicidad forzosa también era parte de las prácticas en la Gran Familia, que año con año hacía una colecta en donde salían las niñas y los niños a pedir dinero en las calles, a partir de tocar instrumentos musicales.

Al regresar de la colecta, los menores eran obligados a desnudarse para revisar que no tuvieran dinero escondido, y en caso de que lo encontraran se les castigaba con golpes o encierros en el cuarto de Pinocho, un cuarto de castigo, donde en uno de los operativos de la entonces Procuraduría General de la República (PGR), encontraron el cadáver de un pequeño y a otro más con la pierna gangrenada.

En el cuarto de Pinocho a los menores no se les daba comida, no tenían agua, tampoco tenían baño, por lo que se veían obligados a hacer sus necesidades ahí mismo.

A decir de Cruz López, la Gran Familia operaba con recurso público y privado, pero principalmente eran recursos públicos los que sostenían dicho espacio que en el 2014 estuvo bajo la lupa nacional e internacional, luego de que saltaron a la luz pública las violaciones a derechos humanos de los menores albergados ahí.

Tras la exposición de la investigadora, Carmen Gabriela Ruiz Serrano, quien fue perito en el caso de la Gran Familia compartió que la corrupción y la inoperancia eran características del albergue de “Mamá Rosa”.

Foto: Cortesía | Cuartoscuro

Consideró importante que no se olviden esos casos, y que se les ponga nombre y apellido, a los responsables, como una forma de denunciar públicamente una situación inaceptable.

Por su parte, Verónica Espinoza, periodista que ha participado en medios como Proceso y que se involucró en la cobertura del caso de la Gran Familia, compartió en la recta final de la conferencia, que uno de los sellos presentes en este tipo de espacios ha sido la complicidad, fallas u omisión de las instituciones dedicadas a la protección de los menores.

Lamentó la inoperancia de muchas de las instancias dedicadas “en teoría y en ley, a proteger el interés superior de estas niñas, niños y adolescentes, y también los funcionarios que están a cargo y que tienen estas responsabilidades”.

El albergue de “Mamá Rosa” se consolidó como asociación en 1967 en Zamora, sin embargo desde 1954, Rosa Verduzco ya tenía niños bajo su cuidado, se los llevaba a una casa que le prestó su mamá y posteriormente construyó el albergue en un terreno donado, para después consolidar su organización como una asociación civil.

Los ingresos de los menores a este espacio eran por orfandad, abandono, delincuencia, y en algunos casos ellos llegaban de manera voluntaria.




Morelia Michoacán (OEM-Infomex).- En el albergue de “Mamá Rosa”, la trata era una realidad, con ayuda del Registro Civil eran constantes los cambios de identidad de los menores, además, las adolescentes que salían embarazadas tenían bebés que “desaparecían”, expuso Jessica Guadalupe Cruz López, al presentar una investigación que realizó en la Escuela Nacional de Trabajo Social de la UNAM.

En el marco del ciclo de conferencias “La trata invisible. Las violencias estructurales y su vinculación con la niñez”, la investigadora compartió los hallazgos del trabajo que realizó sobre la trata de menores y los entramados de ésta con otras formas de violencia, para ello se concentró en dos casos, el de la Gran Familia, en Michoacán, y el de la Ciudad de los Niños, en Guanajuato.

Foto: Cortesía | Cuartoscuro

La trata de personas y el maltrato institucional estaban presentes en la Gran Familia, espacio dirigido por Rosa del Carmen Verduzco Verduzco, quien fue conocida como “Mamá Rosa”, y para ello, había participación u omisión del gobierno, dado que hubo innumerables cambios de identidad de bebés, niñas, niños y adolescentes.

A finales del año pasado, Jessica Cruz hizo entrevistas testimoniales, con las que confirmó que la trata era parte de las prácticas realizadas en dichos espacios, que se autonombraban centros de asistencia social para niños y adolescentes.

Una extrabajadora social del albergue de “Mamá Rosa” que estuvo en Zamora, Michoacán, le compartió a la investigadora, que aún sigue yendo a terapia psicológica, tras laborar con la Gran Familia, donde, la explotación sexual era una constante y las relaciones entre los mismos adolescentes otra práctica normalizada.

Luego de que las adolescentes quedaban embarazadas, había bebés que “no volvíamos a ver”, había innumerables cambios de identidad, y muchas adopciones ilegales.

“Se les vulneraba el derecho a la identidad, cambiándoles el nombre en el Registro Civil (…) Ya no tenían los apellidos de su mamá o su papá, porque tenían Verduzco o Gutiérrez”, compartió Jessica Cruz.

El documento que se solía usar en la Gran Familia, era llamado “acta destacada”, ahí se les hacía firmar a los padres la renuncia de la patria potestad de los niños.

Foto: Cortesía | Cuartoscuro

De acuerdo al trabajo de la investigadora, también se daban casos en que colaboradores abusaban sexualmente de las y los menores, a cambio de comida.

La mendicidad forzosa también era parte de las prácticas en la Gran Familia, que año con año hacía una colecta en donde salían las niñas y los niños a pedir dinero en las calles, a partir de tocar instrumentos musicales.

Al regresar de la colecta, los menores eran obligados a desnudarse para revisar que no tuvieran dinero escondido, y en caso de que lo encontraran se les castigaba con golpes o encierros en el cuarto de Pinocho, un cuarto de castigo, donde en uno de los operativos de la entonces Procuraduría General de la República (PGR), encontraron el cadáver de un pequeño y a otro más con la pierna gangrenada.

En el cuarto de Pinocho a los menores no se les daba comida, no tenían agua, tampoco tenían baño, por lo que se veían obligados a hacer sus necesidades ahí mismo.

A decir de Cruz López, la Gran Familia operaba con recurso público y privado, pero principalmente eran recursos públicos los que sostenían dicho espacio que en el 2014 estuvo bajo la lupa nacional e internacional, luego de que saltaron a la luz pública las violaciones a derechos humanos de los menores albergados ahí.

Tras la exposición de la investigadora, Carmen Gabriela Ruiz Serrano, quien fue perito en el caso de la Gran Familia compartió que la corrupción y la inoperancia eran características del albergue de “Mamá Rosa”.

Foto: Cortesía | Cuartoscuro

Consideró importante que no se olviden esos casos, y que se les ponga nombre y apellido, a los responsables, como una forma de denunciar públicamente una situación inaceptable.

Por su parte, Verónica Espinoza, periodista que ha participado en medios como Proceso y que se involucró en la cobertura del caso de la Gran Familia, compartió en la recta final de la conferencia, que uno de los sellos presentes en este tipo de espacios ha sido la complicidad, fallas u omisión de las instituciones dedicadas a la protección de los menores.

Lamentó la inoperancia de muchas de las instancias dedicadas “en teoría y en ley, a proteger el interés superior de estas niñas, niños y adolescentes, y también los funcionarios que están a cargo y que tienen estas responsabilidades”.

El albergue de “Mamá Rosa” se consolidó como asociación en 1967 en Zamora, sin embargo desde 1954, Rosa Verduzco ya tenía niños bajo su cuidado, se los llevaba a una casa que le prestó su mamá y posteriormente construyó el albergue en un terreno donado, para después consolidar su organización como una asociación civil.

Los ingresos de los menores a este espacio eran por orfandad, abandono, delincuencia, y en algunos casos ellos llegaban de manera voluntaria.




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