MORELIA, Mich. (OEM-Infomex).- A dos cuadras de la avenida principal de Ciudad Jardín, se esconde un calle con piso irregular: tierra, tabiques y mosaicos rellenan el paso para transitar por Sabaneta, la calle que alberga la tragedia y la vida de decenas de personas que lo perdieron todo.
Mientras se camina por una zanja en construcción, poco antes de doblar a Sabaneta, el olor a quemado penetra el ambiente, madera y plásticos hechos trizas se divisan al tomar la calle paralela a Rondanilla, arteria principal de Ciudad Jardín.
Al bajar la pendiente se observa la devastación: marcos de madera y metal es lo único que queda de los hogares de aquellos que se quedaron sin techo para vivir, el color negro adorna lo que antes fueron las residencias de cientos de personas que han vivido en la colonia por hasta 15 años.
A partir de una casa con cimientos de cemento, que no se vio afectada por la llamas, yacen 10 casas humildes, construidas con madera y láminas, de las cuales ahora sólo quedan los techos tatemados y las estructuras metálicas como bases de cama, mesas y sillas; que es lo único que pudo salvarse del incendio que azotó a las familias el pasado miércoles.
Una rondilla de personas, hombres, mujeres y niños, continúan con las labores de limpieza; con carretillas y palas levantan de escombros en búsqueda de cualquier pertenencia que genere un valor para las familias afectadas.
Los dueños de las casas y sus familiares trabajan sin descanso desde la puesta del sol para limpiar los terrenos a los que alguna vez llamaron su hogar, que si bien sus hogares se han transformado en ceniza, la esperanza por recuperar aunque sea un mueble, su ropa o los recuerdos de una vida hecha; es lo último que se pierde.
Mientras unos cuantos cargan con varillas y los cimientos rescatables de las casas destruidas, hay quienes se sientan a la orilla del camino con sus manos y sus rostros completamente negros, han pasado toda la noche velando por lo perdido, lo que ya no va a regresar.
La jornada no para, algunas madres de familia se abrazan a sus pequeños mientras observan el panorama de lo que el fuego dejó, media cuadra destruida al frente de un gran pastizal, una calle de tierra llena de ceniza y escombros, y la incertidumbre de lo que ahora pasará con ellos.
EL INCENDIO EN CIUDAD JARDÍN
Pasadas de las 17:00 horas, vecinos de la calle Sabaneta comenzaron a percatarse de la presencia de llamas que crecían desde la casa de la señora Andrea González González, su hogar fue un primero en cubrirse de llamas; un creciente fuego que no pudieron contener.
A decir de los residentes de la zona, el incendio nació luego de un enfrentamiento entre vecinos, un juego de palabras que se salió de control y ocasionó la pérdida total de al menos ocho casas y dos más afectadas hasta los cimientos por las llamas.
“Un señor que vive en la parte de atrás tenía problemas con otro vecino y como él siempre está tomado y drogado, quemó la casa del vecino, le metió lumbre; pero nunca se puso a pensar que nos iba a afectar a varias personas”, apuntó Severina Hernández, madre de familia que perdió su hogar en manos del incendio.
El señor Juan D. vive en Ciudad Jardín desde hace casi 10 años y los conflictos con sus vecinos colindantes no han parado desde entonces; los habitantes de la colonia lo tachan de necio y agresivo, una persona que vive de las drogas y el alcohol, un miembro de la comunidad con el que siempre ha sido difícil convivir; sin embargo, nadie se imaginaba que la situación llegaría a estas instancias.
“Nosotros fuimos los principales afectados y de ahí se extendió a todo; este señor no era la primera vez que lo hacía, varias veces me quiso quemar la casa, porque siempre ha tenido problemas con nosotros, yo por eso casi no estoy por lo mismo, a eso le temía, que un día fuera a quemar; yo estando durmiendo y ahí quedara”, narró la señora Andrea González, dueña de la primer casa que se prendió en llamas.
Mientras el incendio avanzaba hacia las casas colindantes, algunos vecinos intentaban sofocar las llamas a cubetadas, mientras que otros corrían a la calle tratando se sacar sus pertenencias, aquellos objetos de valor que intentaban no perder.
No obstante, la suerte no fue la misma para todos, aquellas personas que no se encontraban en sus hogares, llegaron a sus casas a la llamada de vecinos, para encontrar sus casas y sus posesiones perdidas entre las llamas.
“Yo tengo 15 años viviendo aquí; se perdió todo, así como ve así quedó, nada más nos quedaron la pura ropa que traemos encima, no tenemos nada. Todo fue muy estremecedor, de sorpresa, nadie se lo esperaba, yo me fui a trabajar y cuando regrese, ya había acabado todo, los que estaban aquí eran mis hijos, mi hijo mayor se quedó como en shock al ver que todo se estaba acabando”, detalló Severina Hernández al borde el llanto, mientras acomodaba a su hija pequeña, María, sobre una pila de rocas cubiertas con cobijas y una colchoneta.
Así pues, poco antes de las 18:00 horas arribaron a la zona dos pipas de agua en conjunto con una decena de elementos de Protección Civil y Policía Municipal, el objetivo era sofocar el incendio y recuperar las mayores pertenencias posibles de quienes veían sus hogares arder en llamas.
La tarea no fue sencilla, a decir de los vecinos de la zona, no fue hasta pasadas de las 21:00 horas cuando las llamas cedieron y pudieron vislumbrar la realidad que la noche les permitía observar, sus viviendas de toda una vida consumidas por el fuego.
Sin embargo, el incendio fue tan sólo una de sus preocupaciones, ya que aquellos que consiguieron sacar de sus casas unos cuantos muebles y objetos de valor, fueron robados por otros residentes de la colonia que al ver la situación que se presentaba en la calle Sabaneta, no dudaron en hurtar lo poco que les quedaba a los afectados.
“Mi hijo estuvo sacando las cosas a la calle, pero vinieron otras personas abusivas, nosotros sacando y ellos robando, y no sólo a nosotros, se robaron lo que la gente alcanzó a sacar, a parte de lo quemado; nos dejaron sin nada”, declaró Hernández.
Ahora, sin techo sobre sus cabezas, sin muebles, sin ropa, sin dinero y sin sus documentos personales, al menos 10 familias están a la espera de que las autoridades municipales los auxilien; que si bien ayudaron a contener el fuego, la situación va más allá.
UN LLAMADO AL GOBIERNO MUNICIPAL
Luego de que elementos de Protección Civil y policías capitalinos auxiliaron en las labores de rescate, en las que cabe señalar, no resultó ningún herido ni personas afectadas por el incendio, los residentes de la colonia Ciudad Jardín exigen al gobierno municipal los ayude con insumos y una posible reubicación, su responsabilidad no termina al apagar el incendio.
Algunos vecinos relatan que ante la adversidad, los elementos auxiliares se limitaron a entregar unas cuantas colchonetas y cobijas a los afectados, sin ofrecerles la posibilidad de acceder a un albergue.
Por su parte, quienes tenían la posibilidad, acudieron a refugiarse con vecinos de calles aledañas, un lugar para pasar la noche, que lamentablemente no será para siempre.
“Gente del Ayuntamiento nos apoyaron con colchoneta y cobijas, y pues pasamos la noche ayer con un familiar aquí abajo, pero hoy ya no tenemos a donde llegar”, aseguró Severina Hernández.
En este sentido, algunas de las familias afectadas se niegan a dejar su lugar de residencia, señalando han pasado por muchos trámites para que los terrenos que hoy habitan se pierdan así como así.
Mientras que otros, se encuentran en la espera de que el Ayuntamiento capitalino les ofrezca un lugar, aunque sea temporal, para reubicarse en lo que se determina lo que pasará con sus hogares, si se les apoyará en la reconstrucción o si será una tragedia más de la cual ven difícil recuperarse.
“La verdad yo sí le pido al gobierno que realmente nos ayude porque somos una colonia irregular que está siempre en la espera de saber si nos van a apoyar y ahora, estamos a la deriva”, enfatizó Norma Villalobos, madre de tres, quien perdió su hogar en el incendio.
Además de esto, los vecinos se están organizando con una serie de requerimientos que harán llegar a las autoridades municipales: láminas, maderas, cemento y una petición en especial, desalojar a Juan D. de la colonia.
A decir de Villalobos, al exponer que el señor Juan había sido el responsable del siniestro, la corporación policial mencionó que al no tener pruebas fehacientes que determinen las causas del incendio, no podían actuar en contra de ningún residente de la colonia; el apoyo debía llegar a todos por igual.
LA VIDA DESPUÉS DE LAS CENIZAS
Por lo pronto, las familias afectadas continúan en las tareas de limpieza, en la espera de ayuda de manos externas, las carretillas se siguen llenando de tierra y escombros, mientras que el piso de tierra se adorna con cenizas de todo lo que alguna vez llamaron su hogar.
Sus posesiones y su vida de unos cuantos años ha quedado sepultadsa bajo una pila de ceniza negra, lo que visten y calzan es lo único de lo que ahora son poseedores hoy en día.
“Nosotros somos de bajos recursos, no tenemos dinero y ahora con esto, que vamos a hacer, nos quedamos en la calle; así quedamos, con la ropa que traíamos puesta de ayer”,
Severina Hernández.