Morelia, Mich. (OEM Infomex).- Debes sacudirte las culpas, disfrutar del trabajo, administrar tu tiempo y hacer de “tripas corazón” para no llorar en cada reclamo por momentos perdidos, considera Silvia Acosta Martínez, madre de Mateo y empleada de oficina desde hace 10 años de antigüedad.
La madre de familia relata cómo ha sido ser madre en medio de la pandemia y además trabajar desde casa a la vez que sostiene un hogar.
Después de la incapacidad por maternidad, Silvia tuvo que separarse de su hijo por unas horas y regresar al trabajo aún con la faja postparto y la producción constante de leche en el periodo de lactancia.
“Dicen que si no te pones la faja, el vientre te queda aguado", relata Silvia quien reconoce el cambio completo al lograr la maternidad con el horario descontrolado tras el alumbramiento y la necesidad por tener que regresar al trabajo.
Con la ropa empapada de leche, Silvia llegaba a la casa de su mamá donde su hijo de ojos verdes y cabello rizado la esperaba con una sonrisa sin dientes, convirtiéndose en la mejor parte del día; en el momento esperado durante las horas de trabajo; y la motivación de no claudicar ante el esfuerzo que se requiere para ser madre, esposa, hija y empleada a la vez.
“Siempre ando a la carrera, corriendo desde las cinco de la mañana hasta las 11 de la noche” detalló la madre de 40 años de edad.
Han pasado unos años donde su hijo va a la primaria y por la tarde tiene actividades extracurriculares, para después volver a la rutina en casa: apoyar en la tarea, el baño que es todo un ritual, tomar la cena; y adelantar con los almuerzos de todos los miembros de la familia.
“Trabajo por necesidad, pero confieso que me gusta mucho ganar mi propio dinero”, indicó la señora.
Silvia es psicóloga y sabe que para su salud mental no es conveniente sentir culpa, y, aunque su trabajo es accesible en horarios, hay algo que no logra perdonarse: no poder acompañar a su hijo a la escuela y quien suele reclamárselo cotidianamente.
Nos tocó así, somos una familia que se la pasa corriendo, pero felices porque cada uno tiene sus actividades y eso nos ha ayudado a vivir en paz
La directora del Instituto de la Mujer Moreliana (IMM), María Concepción Torres Zavala, aseguró que año con año crece el porcentaje de mujeres en las actividades económicas del municipio, principalmente en el comercio informal, oficinas de gobierno y actividades de limpieza.
Explicó que por estar concentradas las actividades económicas en el comercio informal y en las labores de limpieza, las mujeres morelianas no cuentan con seguridad social, ni con la posibilidad de acceder a créditos de Infonavit para comprar una casa.
Aseguró que las condiciones de las jefas de familia en Morelia han mejorado en las últimas décadas, sin embargo, la tarea para las autoridades es aún grande porque las mujeres en general siguen siendo un sector vulnerable y víctima de la violencia, principalmente la generada por sus parejas e hijos en el caso de las madres de la tercera edad.
Si bien, las últimas dos generaciones están marcadas por mujeres que decidieron trabajar para aportar a las finanzas del hogar, en la actualidad los retos de educar a los hijos siguen a cargo de las mujeres, quienes tienen la tarea de formar a la sociedad del mañana.
Al respecto, Silvia Acosta opinó que para nada se arrepiente de ser madre, pese a la responsabilidad que representa la misión, ya que se convierte en un desafío diario que a veces supera la imaginación y otras el intelecto, porque definitivamente no tiene idea de qué hacer o qué contestar.
Mi hijo está en la etapa del porqué y yo no tengo todas las respuestas; me doy cuenta de que para ser madre hay que prepararse y seguir estudiando, por lo menos para darle un panorama de tanto cuestionamiento
En Michoacán, cuatro de cada 10 mujeres que son madres trabajan, según el censo realizado en el 2015 por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI).
Las mujeres trabajadoras que son subordinadas con uno a dos hijos, el 20.9 por ciento gana hasta un salario mínimo; 37 por ciento de ellas reciben de uno a dos salarios; 19 por ciento de dos a tres salarios; 11 por ciento de tres a cuatro salarios y 3.7 por ciento de cinco salarios en adelante.
El nivel de escolaridad promedio de las mujeres jefas de familia en México es de 8.2 años de escolaridad; las que tienen mayor nivel de escolaridad son las que se encuentran entre los 20 y 29 años, con un promedio de 11.2 años de estudio. Después de los 29 años, a medida que la edad de la mujer jefa de familia se va incrementando, el nivel de estudios va disminuyendo, así se reflejó en la estadística del INEGI en el primer trimestre de 2020.
El mismo estudio revela que de cada 100 mujeres con hijos y sin pareja en el país, 52 están solteras, 34 son separadas y 14 de ellas están divorciadas.
A decir de Silvia, la experiencia de ser madre la hecho una persona diferente, con una visión menos egoísta, pues antes trabajaba para comprarse ropa o para traer los mejores zapatos de la temporada, pero ahora, antes de ella está el bienestar de su hijo y el de su familia.
“Sí me compro cosas porque mi esposo contribuye para pagar los gastos de la casa y de la escuela de mi hijo, pero ya no es igual, prefiero que Mateo tenga zapatos para la escuela o el material que le piden para hacer la tarea, antes de gastármelo en ropa y gustitos”, mencionó.
Asegura que la clave para tener un equilibrio entre trabajo y hogar es “organización, paciencia y amor para ellas mismas.
Cuando estás embarazada eres la más consentida y después toda la atención es para el bebé, tenemos que aprender a no olvidarnos porque la línea es muy delgada; tenemos que amarnos y tenernos mucha paciencia, con nuestro cuerpo, nuestra imagen, la inexperiencia, los errores, los enfados y hasta con las hormonas
La carrera de ser madre, trabajar y no olvidarse de la relación amorosa contiene dosis de energía extra, ya que las mujeres en el hogar son las primeras que se levantan y en muchas ocasiones las últimas en dormirse.
“Trato de que el tiempo no me consuma porque son muchas las cosas que tengo que hacer, pero nunca dejo de lado mi apariencia, veo la forma de levantarme más temprano para peinarme, de dejar a mi hijo con mi madre para ir a la peluquería o de tener un ratito más en la regadera en los fines de semana”, narró Silvia Acosta.
Con la contingencia, desde el 20 de marzo no ha ido a trabajar, pero eso no significa que para Silvia las tareas hayan disminuido, puesto que las clases virtuales y la pila de lecciones que le entregaron en la escuela a su hijo los mantiene ocupados, mientras que su esposo trabaja desde la casa.
“Extraño verme con mis amigas porque me hace falta un tiempito para mí; extraño ver a las otras mamás en la natación; me falta ver a mis padres; nos urge un paseo y cambiar de aires. Nosotros si hemos seguido las recomendaciones sanitarias por nuestro peque”, puntualizó la madre con cara de nostalgia.
Según su marido, una vez que pase la contingencia, su casa se convertirá en oficina durante el día porque ha podido sacar el trabajo y los costos se han reducido en gasolina, renta, servicios y empleada doméstica, por eso, Silvia creé que Covid-19 cambiará sus vidas y sus rutinas, así como la experiencia que había vivido hasta ahora de ser madre, pues desconoce si en un futuro las clases escolares se conviertan en virtuales y lo mismo los trabajos, imaginó.