Morelia, Michoacán (OEM-Infomex).- Gisel comenzó como trabajadora sexual a los 16 años, pero ahora, llegando casi a los 60, admite que las cosas ya no son iguales. Desde la intimidad de su hogar, relata que atrás quedaron los tiempos en que era joven y le iba económicamente bien, al grado de que en su momento tuvo la solvencia para viajar y establecerse por un tiempo en los Estados Unidos.
“Ya no es lo mismo, es lógico que a los chicos les gustan más jóvenes, pero también las maneras cambiaron, pues existen páginas de internet para solicitar el servicio y las personas prefieren contratar a través de esos canales”, dijo.
Además del aspecto físico, comparte que el cansancio es otro obstáculo con el que debe batallar, pues si hace veinte años era capaz de soportar las desveladas, en este momento de su vida su cuerpo le exige que recupere las horas de sueño perdidas.
Por este motivo, precisa que el oficio lo sigue ejerciendo, pero no más allá de las tres veces por semana y es que, aunque lo define como un “estilo de vida”, también es consciente de que la energía ya no es la misma ni tampoco las ganancias.
“Cuando hay bailes o conciertos en los que llega a venir gente con mucho dinero, se puede ganar hasta 20 mil pesos en una noche, pero en las jornadas malas nos andamos llevando 500 pesos. Antes los fines de semana o las quincenas eran muy buenas, pero todo cambió y ahora sales y no sabes cómo te va a ir, pero eso sí, la necesidad sigue siendo la misma”.
Gisel ha pensado en el retiro. Le cuesta trabajo visualizarse en el trabajo sexual a los 60 años con un cuerpo desgastado, aunque también lleva en su mente la responsabilidad de cuidar a su hermana con discapacidad de 52 años, a la cual tiene que mantener y atender prácticamente como se le trata a un niño.
En este sentido contempla como una opción montar un negocio de ropa o estilismo, pero a la par, prevé las dificultades que esto conllevará al tener que combinar los tiempos que requiere el cuidado de su hermana.
De prestaciones sociales dice que no tiene sentido hablar, pues para ella, en México todavía se está muy lejos de considerar el trabajo sexual dentro de la formalidad “lo primero, es que nos tomen en cuenta como seres humanos”, añade.
En Morelia se tiene reconocidas tres asociaciones de trabajadoras sexuales: Las Tarascas en Busca de la Libertad, Monarcas Libertad y Trans Valladolid.
A la par subsisten decenas de trabajadoras de quienes no se tiene pista, pues la rutina, las zonas y los métodos de contacto son diferentes para cada caso.
La coordinadora de la asociación civil Monarcas Libertad, Pamela Orihuela Cruz, quien también se desempeña en el oficio, asegura que más allá del ciudadano común, los cuerpos de seguridad y servidores públicos que también son clientes de las trabajadoras, las agreden, propician acciones de violencia y humillación.
Pamela relata que los abusos y la violencia vienen “casi que incluidos en el paquete”, y las agresiones van más allá de un tema sexual, pues la violencia que se vive escala a un ámbito económico, educativo, de salubridad y social.
Las trabajadoras sexuales han sostenido reuniones con el presidente de la Comisión del trabajo y Previsión Social del Congreso del estado, del partido de Morena, Roberto Reyes Cosari, quien reconoce que históricamente el legislativo ha omitido trabajar en favor de las trabajadoras sexuales sin un conocimiento de las causas.
La vida de Ticha ha sido todo menos fácil. Desde los 14 años tuvo que iniciarse en la prostitución porque el dinero en casa no alcanzaba. El oficio lo aprendió de su madre y hace varios años que dejó atrás a su familia biológica; hoy a los 65 años de edad, libra otras batallas.
Hortencia González tiene cinco años sin poder caminar luego de la aparición de una úlcera en su pierna derecha, producto de la diabetes que padece. Esto la dejó fuera del oficio que ejerció prácticamente siendo una niña.
Con un hermano sordo y una madre que también se dedicaba a la prostitución, sin instrucción escolar y en medio de la pobreza intentó, cuando era joven dedicarse a otros oficios, como lavar coches, ayudar en casas pero descubrió que con esos sueldos no alcanzaba para los gastos del hogar.
Sus compañeras de gremio principalmente se han vuelto su familia y para afrontar y solventar los gastos de su enfermedad han decidido emprender un campaña con la venta de calcetas, para la manutención de Ticha.
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La historia de Ticha se repite cotidianamente y aunque acuden a las instancias públicas de salud y asistencia social las respuestas son las mismas, se quejan. Acuden a políticos, conocidos, personas que conocen funcionarios pero los esfuerzos por acceder a una vida digna con seguridad social, un hogar seguro y estable y alimento garantizado se extinguen como las promesas.
Hace 10 meses en el congreso estatal se emprendió una campaña bajo el eslogan El Poder de la Inclusión, dirigida a este sector y otros marginados como los discapacitados y las madres solteras, pero según admiten las trabajadoras sexuales no ha habido ningún tipo de acercamiento con ellas y ellos.
Aunque muchas de ellas han acudido también a instancias gubernamentales locales para solicitar vivienda, apoyos en especie o inclusive seguridad social, pero todo ha quedado en promesas, hasta que las vuelven a buscar en épocas electorales.
“Siempre nos mienten”, admite con desesperanza pero relatan que están a la espera de que encuentro con instancias del gobierno estatal a quien dijo, expondrán como una y otra vez los funcionarios rompen los avances y las gestiones que se logran con otras administraciones.
Un ejemplo de ello, refiere Pamela, es el actuar de la Policía de Morelia, corporación con quien se tenían diversos convenios para el respaldo y cuidado de los sexoservidores en espacios como las calles Eduardo Ruiz, Guillermo Prieto, Nocupétaro, Manuel Muñiz, Abasolo, José María Rojo y la plazuela de Carrillo.
A la llegada del actual gobierno de Alfonso Martínez, esos acuerdos se perdieron y los policías no auxilian a las trabajadoras sexuales en estas calles cuando son víctimas de agresiones o delitos.
Irene Valdivia, activista transgénero, ha publicado en diferentes ocasiones a través de sus redes sociales cómo elementos municipales les piden a las trabajadoras que se retiren de las calles alegando que dan una mala imagen a la ciudad, e incluso les piden que cambien su vestimenta.
El titular de la Comisaría de Seguridad Ciudadana de Morelia, Alejandro González Cussi, por medio de una tarjeta informativa solicitada por este medio informó que el ejercicio de la prostitución “al no ser considerado una falta administrativa, no existe una persecución en contra de las trabajadoras sexuales, pero tampoco un acompañamiento” y subrayó que en la ciudad “no existen zonas de tolerancia ni acuerdo con las agrupaciones en este sentido”.
En cambio, precisó que durante la presente administración municipal “se tiene registro de cero detenciones en contra miembros de esta comunidad”, y que debido a que no es un actividad regulada, “el único compromiso es atender en una línea de diálogo los derechos humanos de este grupo”.
Por su parte, el titular de la Subdirección para el Bienestar de las Personas LGBT de la Secretaría del Bienestar de Michoacán, Guillermo Maldonado Silva, asegura que debido a que el trabajo sexual no es una actividad regulada ni reconocida ante la ley, “no existe ningún tipo de políticas públicas ni atención a una comunidad vulnerable y casi invisible”.