Morelia, Michoacán, (OEM-Infomex).- Martha María Escalera Méndez es guía Montesori preescolar en la capital del estado. Desde hace dos semanas todos los días, de ocho de la mañana a dos de la tarde, se dedica a dar clases vía Internet de manera personalizada a su alumnos. Dice que el cambio ha representado todo un reto pero también grandes enseñanzas.
“Extraño mucho el contacto con los niños, con mis compañeras, con todos, porque es más complicado así a través de una pantalla. Extraño mucho la calidez de los niños. Estoy valorando mi trabajo”, expresa un tanto melancólica, luego de prácticamente 40 días de aislamiento.
Ricardo Bruno Ortega Echeverría, el esposo de Martha, con quien procrearon a Camila, Elisa y Regina, es un poco más práctico, ya que además de considerar benéfico permanecer con la familia en estos tiempos de pandemia, dice que los mexicanos aprenderemos a ahorrar para cualquier emergencia.
“A los mexicanos sí nos va a cambiar porque vamos a aprender a no vivir al día económicamente. Nos va a enseñar a tener un ahorro para cualquier emergencia, porque veo que mucha gente está desesperada por eso, porque no hay ahorro y ahorita no pueden parar”, considera.
Ricardo se dedica, en casa, a la fabricación y venta de material Montesori y estudia a la vez, la carrera de Derecho en línea, por tanto el único cambio fuerte que percibe es que tiene a su familia todo el día con él, “ya que mi trabajo es a través de pedidos en línea, el contacto con mis clientes es vía telefónica, vía whatsapp, transferencias, pagos”.
Martha y Ricardo inician su día a las siete de la mañana, pues entre su trabajo y el atender e impulsar a sus hijas, que también toman clases en línea, se les va el tiempo muy rápido. Hoy han tenido que ejercer una dinámica de trabajo colaborativo entre los cinco, para poder afrontar el aislamiento ante la pandemia.
La más pequeña de sus hijas, Regina, estudia segundo de primaria, se despierta cerca de las nueve de la mañana, desayuna y toma su clase de 10:30 a 11:30 a través de la plataforma Zoom, luego de 12:50 a 13:20 horas, estudia inglés.
“Después de mis clases ayudo a mi mamá a hacer mi quehacer, que es limpiar los aparatos electrónicos por la situación que estamos viviendo, también juego a la lotería en la tarde con mi familia, como a las dos de la tarde, hago la tarea, me baño y a las ocho me duermo”, relata.
Su hermana Elisa, de nueves años, sigue una rutina parecida. Se levanta a las 8:30 de la mañana para de inmediato tomar su clase en línea, de las 9:40 a 10:20 horas y la de inglés de 1:20 a 2:20 de la tarde. Posteriormente hace tarea, dibuja y por la tarde juega con su familia.
“Me gusta jugar con mi familia, a veces lotería, o UNO o a veces con mi hermana Regina, nos ponemos vestidos con cobijas y según bailamos el vals”, manifiesta sonriente.
También reconoce su tristeza por el aislamiento y asegura que “los humanos seremos mejores” después de este periodo. “Nos hacía falta, nos lo buscamos, empezamos con violencia, se supone que Dios nos creó para ser amistosos. Somos humanos y no podemos ser perfectos, sabemos lo que está mal y bien, tenemos una conciencia y a mucha gente se le ha olvidado”.
La mayor, Camila, de 14 años de edad y cursando el tercero de secundaria, revela que sus clases son vía WhatsApp, “le dedico una hora a las clases, ayudo en las labores del hogar, me gusta ver series durante el día, jugar con mis hermanas”.
Externa que extraña su vida de antaño y especialmente la escuela. “Vives normal y nunca te imaginas que ya no vas a poder salir ni hacer lo que hacías todos los días”, exclama.
Toda la familia permanece unida en esta crisis sanitaria y aprovechando el tiempo. Martha recalca que “esta pandemia debe traer algo positivo en nosotros. Simplemente este tiempo ha sido de reflexión, valorar a la familia, a esa libertad de la que hablamos, de valorar nuestro trabajo, ser mejores personas y pensar más en los demás”.