Morelia, Michoacán (OEM-Infomex).- Se vive como si fuera Año Nuevo. No hay negocios abiertos, escuelas, transporte ni nada que hacer por las calles. En Sinaloa la gente se resguarda y trata de hacer el mínimo ruido para no espantar a la tensa calma.
El jueves Iveth Mar Laguna estaba en su casa, cerca de Tres Ríos, con su padre y su hermana, cuando a eso de las 15:00 horas comenzaron a escuchar balazos a lo lejos. Nadie se sobresaltó, pensaron que se trataba de un enfrentamiento espontáneo de los que se suelen dar en la ciudad.
Pero minutos después, percibieron que las ráfagas no cesaban, se estaban saliendo de los párametros que consideraban como "normales". A las balas, le prosiguió una relativa calma que se extinguió cuando se desató la violencia.
"De mi casa a donde se registraron los primeros enfrentamientos no hay ni un kilómetro de distancia, pero a eso se sumó las balaceras en la calle Obregón, la presencia de sicarios a una cuadra de Catedral, el ataque a un cuartel cercano a la comunidad el Limón de los Ramos y detonaciones de todos los calibres que no pararon hasta pasadas las 6 de la tarde".
Iveth narra al Sol de Morelia que la reacción inmediata dentro de su hogar fue cercar las ventas como pudieran, evitar salir a toda costa a la calle, comunicarse con los vecinos para a cerciorarse de que se encontraban a salvo y mantenerse informados a través de las redes sociales.
Todavía por la noche, cuenta que se percibieron algunos disparos lejanos, mientras que a la ciudad le acompañaba en su paisaje nubes de humo por todo lo que los grupos delictivos habían decidido incendiar.
"Era un ambiente extraño porque a eso de las 9 de la noche se sabía que había gente armada por las calles, civiles que no podían llegar a sus casas y se resguardaban en supermercados o en sus trabajos, pero también apareció la solidaridad de quienes ofrecieron su casa para proteger a los que rondaban con miedo por la ciudad".
Luego de 24 horas de que la ficción haya superado la realidad, Iveth describe que el pánico dejó secuelas por las calles. Lugares como el Mercado del Centro se mantienen con las puertas cerradas, el futbol y el béisbol han sido suspendidos, los bares no anuncian promociones de fin de semana y solamente algunos colectivos del transporte público han decidido laborar. No es Año Nuevo, pero Sinaloa quiere descansar.