Se regenera el metal en Morelia

La nueva escena del también llamado rock pesado está sustentado por una nueva ola de jóvenes que realizan conciertos y grabaciones de gran calidad

Francisco Valenzuela | El Sol de Morelia

  · sábado 18 de abril de 2020

Foto: Cortesía UHKUMO

Morelia, Mich. (OEM-Infomex).- Que Morelia sea una de las ciudades más activas en cuanto a conciertos de rock “pesado” no es ninguna novedad. Desde la década de los ochenta, y quizá con más fuerza en los noventa, bares, cocheras, azoteas y foros especializados congregaban a una fauna melómana que simpatizaba con subgéneros como el trash, el heavy, el death, el speed o el black metal.

Eran tiempos donde la Cueva de Chucho, el León de Mecenas y hasta los eterno Café del Olmo y Benitos albergaban shows encabezados por agrupaciones como Makina, Transmetal, Luzbel, Leprosy y tantas otras que alternaban con proyectos locales.

Cómo olvidar, por sólo citar un caso, al Tarex de Juan Carlos Trejo, el promotor metalero más importante de esta ciudad, quien hizo posible además que llegaran bandas internacionales como Therion y Haggard. Sin la presencia del propietario de Tarkus Rock la historia sería muy distinta, pues creó todo un círculo que se multiplicó en un programa de Radio Nicolaita, la citada tienda de discos ubicada en Bartolomé de las Casas, la organización de conciertos, los viajes para ir a festivales y hasta la edición de fanzines underground.

Pero si bien aquella generación de músicos y fanáticos hoy está compuesta por adultos que dejaron las guitarras por un trabajo de oficina, la camada actual goza de cabal salud. Organizan conciertos que suenan bien, producen discos elogiados por publicaciones especializadas, alternan con bandas de otros estados y países, invierten en generar una escena digna y por encima de todo aportan sus obsesiones emocionales a la oferta sonora. Es la nueva ola del metal, la refrescada juventud demoniaca, la sangre más caliente de los ruidos demenciales.


Foto: Cortesía SVARD


Black and Roll

Svärd (Espadas, en sueco) es una de las agrupaciones con más actividad en esta época de los virus chinos que se exportan a todo el mundo. Su estilo lo clasifican como black and roll, y aunque suena agresivo, pesado como un martillazo en la nuca, Omar X. Ayala dice: “es lo más pop que he hecho como músico”.


En entrevista, el también experto en campañas digitales nos cuenta que llevan más de tres años arriba de los escenarios, pero no conformes con tocar, también organizan conciertos en lugares pequeños como Cactux. A la fecha han grabado el disco Wytche, del que se desprenden temas como Radagast, Kingbreaker y A love most unholy.


El proyecto es quizá el más formal del que ha sido parte Omar, pues años antes conformó Akuma, banda de postmetal que fue un fenómeno no solo en la ciudad, sino en otras regiones del Orbe, tanto, que grabaron con un sello internacional.


La formamos al vapor, sin pretensiones; es más, ni siquiera nos conocíamos antes de tocar juntos

Recuerda el músico, quien añade que luego de algún tiempo ya no pudieron convivir y terminaron por disolverse.

Con Svärd, dice X. Ayala, hay una propuesta menos experimental, “casi casi un pop convencional, con verso, coro y puentes, con ganchos melódicos” que buscan posicionarse en la mente de quienes lo escuchen.


“Las ciudades más metaleras son Guanajuato, San Luis y Nuevo León, podríamos decir que es donde hay mayor tradición. En Morelia no es el caso, porque nunca ha surgido una gran banda y en el pasado no se preocuparon por grabar, por dejar ese legado, el registro para la posteridad. Muchos de los metaleros viven de la nostalgia, y no sé qué tan bueno sea eso”.


En su papel de promotor, asegura que hay un nicho de mercado que responde bien a los conciertos, que paga hasta 150 pesos por un buen espectáculo. Organizar eventos no es en sí un negocio, sigue siendo un riesgo, pero en su experiencia no acumula pérdidas, quizá sale a mano, pero mueve lo que más le gusta, traer a esas bandas que descubre y las comparte con otros fans del género.


Foto: Adid Jiménez | El Sol de Morelia


Zacapu oscuro

Dicen los libros de historia que en 1541 la encomienda de Zacapu fue entregada a Gonzalo Dávalos, quien había participado en la conquista de Jalisco. El dato sólo es ocioso, un adorno, pues lo que nos interesa es que en este municipio del estado se gestan proyectos como el de Uhkumo, cuyos elementos le apuestan al “metal de la muerte”.

En entrevista a la sana distancia recomendada, tres de sus integrantes cuentan que la conformación del grupo tiene orígenes desde el año 2010 y aunque se les atravesó un cambio de vocalista, están posicionados como uno de los proyectos más serios en el estado.


Hoy en día el género del metal y sus diversas ramas son mucho más visibles que en el pasado, lo que no significa que se hayan sepultado ciertos prejuicios en los sectores más conservadores de la ciudad, “todavía hay quienes traen la idea de que somos vagos, mariguanos o satánicos”, advierten.


Añaden que Zacapu ha tenido altibajos en cuanto a realización de conciertos y conformación de grupos, pero sigue siendo un semillero de músicos que le apuestan a lo más negro del rock.

Afirman que en Michoacán quizá no hay una herencia en estos terrenos, una figura icónica, porque hace años era más complicado, por ejemplo, grabar un disco de calidad, o distribuirlo de buena manera.


Con las tendencias digitales, subrayan que es más sencillo alcanzar a las audiencias de casi todo el mundo, y que grabar un disco ya depende de la propuesta de cada proyecto.


En 2018 decidieron inmortalizar varios temas en la placa Transcending the light, que fue lanzada en formato físico y se subió a diversas plataformas. De ahí se desprenden temas como Muro de cráneos, Black Sun y Death Sentence, puro death metal para agitar las cabezas y expandir el sudor por todas partes.


En sus shows, dicen, fluye gente de todas las generaciones.


“Cuando presentamos el disco en el bar Viuda Negra, llegaron personas de todas las generaciones, los de la vieja y los de la nueva guardia”. Consideran que en Morelia no hay foros exclusivos para conciertos, solo bares que adaptan o improvisan escenarios para la música en vivo, con esquemas que muchas veces son desventajosos para los artistas. Tocar metal, coinciden, sigue siendo una apuesta underground, marginal, sin la aceptación general porque “no nos imaginamos que el Ayuntamiento organice un evento metalero en una plaza pública”.


Heavy metal y raíces autóctonas

Ya participaron en un par de ediciones del Hell and Heaven y el Force Fest, han pisado los mismos escenarios que Jinjer, A.N.I.M.A.L. y Rob Zombie; en las plataformas digitales se pueden encontrar un par de sencillos y su marca de presentación es el latin metal. Su nombre: Mexxika, con base en Morelia, con pies que caminan por todos lados.


El baterista de la banda es Erick Martínez, quien narra que hace ocho años la conformó con Mario Covarrubias en la guitarra y Juan Sandoval en la voz. Ahora se han añadido Irek Martínez, Betochaz Alanís y Hernán Viveros.


“Matizamos el género con la raíz autóctona mexicana, nos guiamos con esas influencias y las fusionamos con el rock duro, con el heavy metal”. También ha sido promotor de conciertos, que van de lo local a lo internacional.

“En Morelia no tenemos lugares ideales para proyectar este tipo de música en vivo, hay buena voluntad de los propietarios, pero ellos ven más por la venta de bebidas que por crear una infraestructura. Como promotor debes picar piedra y ser autogestor, tener tu backline, tu P.A. Sin embargo foros como Cactux y Tezla trabajan bien, cuentan con los requerimientos básicos para hacer buenos conciertos”.

Consideró que actualmente sí hay una evolución en cuanto a la calidad de shows y grabación de materiales.


Foto: Adid Jiménez | El Sol de Morelia


“Hace años las bandas llegaban directo a tocar; hoy les ves con más seriedad en sus ensayos, en sus instrumentos, en hacer las pruebas desde horas antes. Recuerdo eventos en el pasado donde los grupos llegaban con una batería incompleta, con todo más arcaico, aunque la actitud siempre ha sido la mejor”.


Comentó que hoy los artistas se preocupan mucho más no sólo por la música en sí, sino por ofrecer un plus en los conciertos, como los elementos visuales, que siempre ayudan a generar una mejor experiencia para los espectadores.

Para finalizar, confirma que en pleno siglo XXI aún quedan rastros de una sociedad que se espanta con el metal: “No olvidemos que hace un par de años el ayuntamiento de Querétaro impidió un concierto de Brujería, argumentando que sería un ritual satánico”.

Cuando la pesadilla del Covid-19 se esfume, volveremos a saber de otras propuestas como Pancho Killer, Vishuddha, Implode The Empire, Phoenix Survived The Hurricane, Seen On My Funeral, Inés Chávez, Illuminati y muchas más que le han dado un nuevo aire a esa música oscura, la que le llega a las almas negras como la noche misma.