Morelia, Michoacán (OEM-Infomex).- En estos tiempos se ha cuestionado las acciones emprendidas durante las manifestaciones, sobre todo cuando se trata de la destrucción de monumentos históricos. Ante las opiniones divididas, habría que remitirse a dos términos clave: vandalismo e iconoclasia.
El diccionario de la Real Academia de la Lengua Española (RAE), el vandalismo es el “espíritu de destrucción que no respeta cosa alguna, sagrada ni profana”. Por su parte, define a la iconoclasia como “la actitud de los que rechazan la tradición heredada y la autoridad de las figuras que la representan”.
A simple vista, los conceptos resultan similares; sin embargo, ¿cuál es la diferencia? La intención.
En el caso del vandalismo, la alteración del patrimonio no tiene orden ni propósito, mientras que en la iconoclasia es un tipo de protesta hacia una ideología, como puede ser la religión, la política o un grupo social. Por este motivo, el daño se dirige hacia aquellos objetos que los evoquen.
En adición, la iconoclasia tiene sus orígenes en el siglo VIII en el Imperio Bizantino. Según el sitio web plumas atómicas, era una doctrina que prohibía la idolatría de imágenes sagradas, iconos o monumentos debido a posturas políticas o religiosas, los cuales eran destruidos por su valor cultural.