Morelia, Michoacán (OEM Infomex).- En México para formar parte de un bloque negro feminista, es necesario conocer primeros auxilios, rutas de escape y “acuerpar” a las compañeras que se manifiestan ya sea desviando la atención o literalmente “poniendo el cuerpo” como escudo humano ante la represión de los policías.
“El bloque negro inicia en la Ciudad de México, llegan a un solo acuerdo y deciden acuerpar a todas las demás mujeres. La CDMX y el Estado de México son las únicas ciudades que tienen un bloque negro, que tienen una organización marcada. No entra cualquier mujer al bloque negro”, indicó L, una de las feministas entrevistadas por El Sol de Morelia y quien pidió el anonimato por cuestión de seguridad.
Algunas de las integrantes del bloque negro pueden ser víctimas directas de violencia, familiares de víctimas de feminicidio, víctimas indirectas, activistas por los derechos de las mujeres y no necesariamente autodenominarse feministas.
“No todas las mujeres que marchan son feministas, al final es la lucha de las mujeres. Puede que tampoco te interese andar en foros y esas cosas, pero ese día quieres salir a la calle y gritar que estás cansada de las violencias que se atraviesan”, señaló S, integrante de una de las colectivas que accionarán este 8 de marzo.
De acuerdo al informe México: La era de las mujeres, Estigma y violencia contra las mujeres que protestan de Amnistía Internacional, “la presunción de las autoridades sobre las mujeres encapuchadas como responsables de cometer delitos ha llevado no sólo a la detención arbitraria de varias manifestantes, implica un mayor grado de violencia contra las mujeres que se cubren el rostro”.
“El hecho de las vallas (en Morelia) no es solo un mensaje de criminalización, sino estigmatización de la lucha feminista. Puedes ponerte una capucha, y necesariamente ser del bloque negro, es porque quieres marchar sin llevar tu cara expuesta”, agrega S.
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Pero en México el Bloque Negro ha sido estigmatizado como violento y como responsable de los daños a bienes inmuebles durante las manifestaciones, aunque para el Comité de Derechos Humanos de la ONU, una protesta se considera pacífica salvo cuando “se caracterice por una violencia generalizada y grave”, es decir cuando los participantes hacen uso “de una fuerza física contra otros que pueda provocar lesiones, la muerte o daños graves a los bienes”.
Para esta organización, aunque las autoridades podrían legítimamente intervenir ante hechos como el daño grave a propiedad privada, las intervenciones de las colectivas “son pacíficas y se encuentran protegidas por los derechos a la libertad de expresión y de reunión pacífica”.
S por su parte indica que algunas prefieren ir cubiertas, ante el riesgo al que se exponen por mostrar su rostro como perder su trabajo o tener problemas con familiares, pareja o amigos, “si decides ponerte una capucha es entender que somos todas, no significa que te convierte en bloque negro”.
“Aquí en Morelia no existe un bloque negro y no deberíamos autonombrarnos solo por encapucharnos. La capucha te protege de alguna forma, pero también puedes llegar tener otras represalias por esa razón”, asevera por su parte L.
Origen del bloque negro
El Bloque Negro tienen su origen en los ocupas berlinenses que en diciembre de 1980 bajaron a las calles con escudos, cascos y armas improvisadas para protestar contra los desahucios. Incluso podríamos retroceder una década y encontrar sus comienzos políticos en la movilización alemana de los Autonomen, una extensión italiana de Autonomía de los sesenta y setenta, según el artículo de Valerio D'Angelo en 2014, “Violencia contra la violencia”, para la Universidad Autónoma de Madrid.
El movimiento de Autonomía contaba con diversas influencias ideológicas como el marxismo, anarquismo, ecologismo y feminismo radical, que convergían en la idea de la autonomía como piedra angular del movimiento.
Valerio D'Angelo resume en tres las acciones que caracterizan el modus operandi del Bloque Negro. La primera es que los integrantes son temporales y cambiantes de entre cinco a 20 personas, llamados “grupos de afinidad”, no se denominan militantes sino tienen más bien relaciones de amistad y confianza.
La segunda es que las relaciones son horizontales y democráticas, puesto que las decisiones son puestas a consenso de la mayoría. Finalmente, sobre el uso de la violencia esta implica destrozar símbolos del capitalismo, bancos nacionales e internacionales, o el enfrentamiento con las fuerzas policiales.
Sin embargo, “el uso de la violencia no distingue específicamente las acciones del bloque”, señala D’Angelo quien cita a Francis Dupuis-Déri, investigador y profesor de Quebec. Agrega que en distintas circunstancias optan por acciones no violentas como la protección de otros grupos frente los ataques policiales o la asistencia médica a los heridos.