Con las recientes lluvias torrenciales que han azotado el país en las últimas horas, es común preguntarse sobre estos fenómenos meteorológicos. ¿Qué es lo que hace que una depresión tropical se convierta en una tormenta destructora? ¿Cuál es el umbral que la transforma en un huracán devastador?
En este momento crítico, es fundamental entender las diferencias entre estos fenómenos naturales que pueden cambiar el curso de nuestras vidas.
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Depresión tropical
Cuando la depresión tropical alcanza vientos sostenidos entre 63 y 118 kilómetros por hora (39-73 mph), se convierte en una tormenta tropical. En este punto, el sistema desarrolla una circulación bien definida de los vientos en la superficie y adquiere un nombre, asignado por el Centro Nacional de Huracanes (NOAA).
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Tormenta
Una tormenta se caracteriza por una área de baja presión atmosférica que se forma sobre el océano o la tierra, y que se acompaña de vientos fuertes, lluvias intensas y, a veces, actividad eléctrica. Las tormentas se clasifican en diferentes categorías según su intensidad, velocidad del viento y daño potencial.
Huracán
Un huracán es un ciclón tropical con vientos sostenidos mayores o iguales a 119 kilómetros por hora (74 mph). Estos sistemas se clasifican en cinco categorías según la escala de Saffir-Simpson, de acuerdo con la intensidad de sus vientos (NOAA). Los huracanes más intensos pueden causar daños catastróficos en las zonas costeras y en el interior de los continentes.
Estas diferencias entre una depresión tropical, una tormenta y un huracán radica en la intensidad de sus vientos sostenidos. A medida que el sistema tropical se fortalece, pasa por diferentes etapas, comenzando como una depresión tropical, convirtiéndose en una tormenta tropical y, finalmente, alcanzando la categoría de huracán.