Morelia, Michoacán, (OEM-Infomex).- Para Rosa Ivonne M. y su familia, la balanza de la justica parece inclinarse del lado equivocado, ella junto con su esposo y un hijo, están detenidos por defender sus vidas luego de que intentaran asesinarlos en su propia casa.
A Rosa Ivonne le asesinaron a un hijo. A ella la agredieron con un machete, mientras que su esposo, en defensa propia, mató a dos de los cuatro atacantes que irrumpieron en su hogar. Ahora el matrimonio, junto con un hijo que sobrevivió al ataque, están presos en el Penal de Mil Cumbres acusados de homicidio calificado.
Los sicarios tienen familiares en la Fiscalía, acusa. “Tienen un primo, se llama Oscar Frías. Es el que los está cubriendo”, por eso sospecha que ella y su familia están presos.
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El proceso judicial que existe en su contra está parado. El abogado que lleva su defensa les hizo llegar una propuesta de la Fiscalía General del Estado (FGE). Si el esposo se declara culpable, la dejarían salir a ella y a su hijo, de lo contrario, tendrían que pasar 75 años en prisión o pagar una sanción de 717 mil pesos cada uno, para obtener su libertad.
Antes, de lo que denomina “infierno”, Rosa y su familia vivían apaciblemente en una modesta casa de madera en la colonia Rosa de Guadalupe, al sur de Morelia. Su esposo, Arturo Pérez, de oficio albañil, adquirió un terreno que empezaron fincar junto con sus hijos, Bryan Gerardo y José Arturo.
"Les tocó la mala suerte de tener de vecinos a los sicarios", explica al decir que el papá y cuatro de los hijos, siempre portaban armas que disparaban con plena libertad.
Pronto comenzaron los reclamos contra el esposo de Rosa cuando trabajaba en el terreno, “ellos se molestaban por ver material en la calle, por las excavaciones o por la tierra suelta”.
Relata que, a finales de marzo, caminaba por la calle cuando los sicarios comenzaron a disparar, por lo que puso la denuncia frente al Ministerio Público.
La acción emprendida no le agrado de sus vecinos. La tarde del 23 de marzo, luego de ser notificados de la denuncia, se presentaron en su casa para agredirlos.
Eran las nueve de la noche, llegaron armados hasta el domicilio”. A Rosa la agarraron a machetazos y a uno de sus hijos, Bryan Gerardo, le asestaron varios tiros; “me lo mataron; a mi esposo también le dieron un balazo; yo estaba llame y llame a seguridad pública, lamentablemente llegaron demasiado tarde”.
Mientras narra su historia, señala las cicatrices que le dejaron los machetazos en el brazo y uno más en el rostro, por arriba de la ceja derecha.
“Ya le habían disparado a mi hijo, cuando salió mi esposo se transformó, lo desconocí, nunca en la vida lo había visto así, mató a uno de ellos a pedradas; el señor que me estaba atacando a mí con un machete, me lo quitó de encima con un palo y con ese mismo palo, mató a otro de los agresores. El que acababa de matar a mi hijo se dio a la fuga…” explica en medio del llano al rememorar el episodio que vivió.
Hoy Rosa, su esposo y su hijo José, están en prisión. “El abogado dice que contra mi hijo y contra mí no hay ninguna prueba, pero no entiendo porque no nos han dejado en libertad. Tampoco nos han dejado presentar una denuncia por la muerte de Bryan, ni han querido tomar en cuenta las sesiones que sufrimos nosotros”.
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Al expediente con causa penal 00499/2021 recientemente se le integró la declaración de una de las hermanas de los sicarios. En la declaración se asienta que el hijo de Rosa, perdió la vida porqué el comenzó la gresca.
“Esta nueva testigo dice que mi hijo, al que mataron, los provocó, pero todo es una vil mentira, si ella hubiera estado allí al menos hubiera intentado detener a sus hermanos. Ella no estaba presente, ningún vecino tampoco”.
“Yo pensaba que cuando llegara la policía todo estaría seguro, pero fue peor, nos detuvieron, y también se llevaron a mi papá en silla de ruedas. Se llevaron a mi nuera que estaba embarazada, a mi otro hijo y a mi esposo”, explica desconsolada.
Pese a las heridas que tenía en el brazo, Rosa fue llevada presa. No tuvo tiempo siquiera de despedirse de su hijo que agonizaba, mucho menos de sufrir, la tragedia del duelo.
