MORELIA, Mich.- (OEM-Infomex).- Muy oculta al interior de la nave en el templo de los agustinos, la segunda orden evangelizadora que arribó a México y Michoacán, está la Capilla de Cristo Rey o antigua sacristía, hoy día es la actual pinacoteca, donde se encuentra un buen número de óleos sobre tela que hacen alusión a la vida de San Agustín de Hipona y a la Pasión de Cristo, mismos que son del siglo XVII, anónimos en su mayoría y algunos firmados por fray Diego Becerra, reconocido pintor del convento agustino de Puebla, quien además decoró la bóveda que se encuentra a lo largo con pinturas al fresco (técnica para pintar sobre paredes y techos con cal y agua) durante la jurisdicción o priorato de fray Cristóbal Plancarte, entre 1676 a 1682, las cuales a pesar de que pueden ser visitadas sin ningún costo se mantienen un tanto ocultas del público en general, no hay letreros que expliquen la historia del pintor o de la orden y mucho menos hay difusión turística religiosa.
Becerra pintó en 1676 toda la bóveda con temas alusivos a la vida celestial, es decir, plasmó la representación del cielo y en ella la Santísima Trinidad; además a lo largo de la estructura también ejemplificó una procesión de ángeles los cuales son llamados “pasionarios” por llevar objetos que tienen que ver con la Pasión de Cristo, además se encuentra una representación con los signos del zodiaco, que está relacionado con el calendario solar ubicando los meses y sus respectivas constelaciones con la órbita terrestre alrededor del Sol, tal vez como un homenaje al fundador y maestro de esta misión, San Agustín de Hipona.
“Con muchas estrellas pintó el cielo, la poca gente que viene me pregunta ¿por qué hay un zodiaco en el techo?, ya ves que dicen que la Iglesia y la astrología no tienen nada que ver, quizás es una simple decoración, pero es claro que fue por las enseñanzas de San Agustín, quien además de ser un gran filósofo fue un gran astrólogo”, comentó en entrevista Juan Guzmán, encargado de la Pinacoteca desde hace casi 10 años.
En este recinto se encuentran algunos de los 14 lienzos que el propio fray Diego pintó representado los pasos del Santo Vía Crucis para adornar en ese momento la sacristía. “Ésta era la sacristía, donde llegan los sacerdotes y se cambian, ahí toman los hábitos, una vez que se construyó la nueva se convirtió en la capilla de Cristo Rey, y el Instituto Nacional de Antropología e Historia la rescató hace 12 años, ellos pusieron el letrero con las prohibiciones de que no se tomarán fotos, ni video”, mencionó el joven que resguarda el recinto.
San Agustín o Aurelio Agustín nació en el año 354 en Tagaste, hoy Argelia, África, cerca de Hiponia, quien cansado de una vida de placeres mundanos buscó la fe convirtiéndose en obispo; además de volverse un gran filósofo, matemático y astrónomo estudió retórica.
Algunos de los cuadros que integran la pinacoteca representan pasajes de la vida de San Agustín, como el de su “Conversión al cristianismo”, “Elección como sacerdote”, “San Agustín en concilio”, o la pintura que habla sobre la metáfora dada entre San Agustín y un niño, cuando este último intentaba poner todo el agua del mar en un hoyo advirtiéndose que el entendimiento humano es incapaz de comprender el gran misterio de la Trinidad Divina por mencionar algunos oleos. Otros hablan sobre el Santo Vía crucis y la Pasión de Cristo.
Aparte del agustino y pintor Diego Becerra, se investiga si otros artistas como Antonio Rodríguez, Juan de Correa o Antonio Salas colaboraron con la realización de varias pinturas, tanto al óleo como al greco para su decoración, debido a que la mayoría de éstas están sin firma del autor.
ORIGEN E HISTORIA
El origen de la Orden de San Agustín se remonta a cuando éste, una vez convertido al cristianismo, formó una comunidad en África en su pueblo natal de Tagaste, donde fue nombrado obispo de Hipona en el año 395 siéndolo hasta su muerte, donde sus discípulos lo siguieron, abandonaron sus bienes y adoptaron la vida de pobreza eclesiástica. A pesar de tener tantos adeptos, no fue hasta 1243 que el Papa Inocencio IV emitió la bula Incumbit nobis invitando numerosas comunidades eremíticas de Toscana a que se unieran en una sola orden religiosa con la regla y forma de vida de San Agustín. El año siguiente, se otorgó la fundación en Roma siendo así el inicio de la orden.
San Agustín tenía como eje principal a Dios y el alma en sus predicaciones; sin embargo, sus obras también abordaban temas relacionados con la metafísica, la historia, antigüedades, ciencia y costumbres. Por lo anterior, los miembros de la orden se regían por 49 reglas, de las cuales la primera y más importante es amar a Dios y después al prójimo. Además trabajaban para “la Iglesia y el pueblo, en amistad y fraternidad y con una sola alma y corazón dirigidos a Dios”.
Esta orden fue llamada poco tiempo después de la conquista de México, por lo que en 1533 siete agustinos guiados por fray Francisco de la Cruz iniciaron allí su labor misionera, para que junto a los franciscanos, dominicos y carmelitas evangelizaran a los naturales de aquella época. Sin embargo, fueron los agustinos quienes destacaron como grandes filósofos y pensadores por la realización de estudios y obras plasmadas, caso contrario a los franciscanos que se guardaban en una vida más sencilla y si tantos lujos.
Por lo anterior, los agustinos trabajaron con dedicación en la enseñanza y evangelización de los indios ya que en 1537 contaban con un colegio en México, que seguía la doctrina cristiana, se enseñaba a leer, escribir y gramática latina. Además en 1540 fundaron en Michoacán un convento y colegio en Tiripetío, la cual podría ser considerada como la primera Universidad de México.
Fray Juan de San Román y Fray Diego de Chávez fueron quienes fundaron en Tiripetío el colegio de estudios, donde se contó con la presencia de fray Alonso de la Veracruz para crear la primera casa de estudios de la orden, donde impartirán cátedras de artes y teología, así como el instalar la primera biblioteca de que se tenga constancia en el continente.
TEMPLO DE MORELIA
En Morelia la orden estuvo bajo la dirección de fray Diego de Salamanca (1548-49) y esta iglesia agustiniana está dedicada a Santa Mónica de Hipona, santa cristiana y madre de san Agustín de Hipona, quien es recordada y honrada por sus extraordinarias virtudes cristianas. Una vez ya consolidada la orden, en 1558, el Papa Pío V los reformó como agustinos descalzos.
Este recinto un principio fue una construcción de adobe y madera, las obras se desarrollaron de manera continua hacia el año 1611 ya estaban concluidas las obras del claustro, las escaleras y la bóveda, de cañón del templo. Para 1623 se culminó el claustro bajo, la portería y se contempló la cúpula que hoy podemos contemplar. Después se hizo la sacristía y la escalera de la planta alta del convento, la sala de profundos, y el refectorio. En 1662-67 se hizo la torre alta de la portada principal con el diseño de fray Antonio Flores quien inició su construcción pero la concluyó Simón Salguero.
Entre los objetos más valiosos se encuentran el frontal de plata en el altar a la Virgen del Socorro, así como las alhajas de la misma, los retablos y la sillería, un sonoro órgano y el facistol, mueble donde se colocaban libros de música de gran tamaño, entre otros.
SÍMBOLOS DE LA ORDEN
La primera distinción de esta orden es su autonomía para nombrar cargos como los vicarios, y su escudo oficial es muy distintivo: se trata de un corazón atravesado por una, dos o tres flechas que aluden a la caridad, con la llama ardiendo en la parte superior, el motivo fue la obra de San Agustín, quien escribió en sus confesiones “habías atravesado nuestro corazón con las flechas de tu caridad”. Asimismo están el báculo, el sombrero episcopal y las ínfulas, todas estas representan la usanza de San Agustín en su carácter de obispo de Hipona.
Otro signo de la consagración a Dios es el hábito, una túnica negra con una correa de cuero y una capucha negra también que cubre el pecho y la espalda; en las zonas corridas usan hábito blanco y capucha es sustituida por el escapulario.