Morelia, Michoacán.- Actualmente habitado por el Poder Ejecutivo del Estado, el Palacio de Gobierno, que se localiza en pleno corazón del Centro Histórico, frente a la Catedral, fue creado y empleado como Seminario Tridentino de San Pedro, desfilando por sus aulas personajes tan importantes como Mariano Michelena, Agustín de Iturbide y José María Morelos y Pavón.
Este monumento histórico data de la época colonial 1761-1770 y se tiene conocimiento que la primera piedra fue colocada el 18 de enero de 1761.
El Colegio Seminario funcionó sin interrupción hasta 1811, año en el que fue clausurado a causa de la guerra de Independencia. Se realizó su reapertura hasta el año de 1819 debido al empeño de don Ángel Mariano Morales, después obispo de Sonora y de Oaxaca.
Para conocer más de esta reconocida construcción en la ciudad, en El Sol de Morelia entrevistamos al director del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) Michoacán, Marco Antonio Rodríguez Espinosa, y a la licenciada y maestra de Historia por la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo (UMSNH), Catalina Sainz Gallegos.
Con un estilo barroco, esta construcción cuenta con dos niveles y tres patios, su fachada frontal es una de las más bellas de la ciudad. En su interior, también se pueden observar murales de Alfredo Zalce, en los que se retratan escenas de la historia de Michoacán, así como diversos pasajes de la Revolución Mexicana.
GUARDIÁN DE MURALES E HISTORIA
Catalina Sainz Gallegos, licenciada y maestra de Historia por la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo (UMSNH) con más de 23 años de experiencia en la materia señaló: “El arquitecto que lo edificó, Thomas de Huerta, fue uno de los más reconocidos de Valladolid. Este edificio cuando pasa a poder del estado también se dice que fue un parque de pólvora, es decir un almacén para lo que se ocupaba en la guerra”.
Entre su valía se encuentran las obras de arte que alberga en su interior, más los siete arcos y la escalera colocada a finales del siglo 19.
Fue el propio Gobierno del Estado, recordó la historiadora, quien le pidió al muralista Alfredo Zalce, realizar las obras que se encuentran tanto en el cubo de la escalera, como en el segundo piso.
“La importancia cultural de este recinto está precisamente en los murales de Zalce, pues es uno de los artistas referentes más importantes del muralismo mexicano”.
Catalina Sainz Gallegos explicó que dichas obras están impregnadas con el movimiento de la Revolución Mexicana a petición del entonces Gobernador David Franco Rodríguez.
“Se va por etapas, la Revolución, la Independencia, la historia de Michoacán y los personajes más relevantes y en la otra parte está la parte cultural del estado como los bailes de Tierra Caliente, la presa del Infiernillo, la zona Lacustre, entre muchos más distintivos”.
Tras los diversos daños que se han registrado en este inmueble, como historiadora se manifestó en contra de dañar y deteriorar los monumentos históricos.
“Este Palacio tiene un problema ¿cómo cuidar algo que es afectado por la gente?, no entiendo que traen contra el patrimonio, no lo entiendo”.
A lo anterior agregó: “Es como una lucha continua más los grafitis que se presentan en el Palacio. No podemos frenar las manifestaciones pero ¿cómo hacer entender a la gente que no los dañe? Como historiadora y defensora del patrimonio, no estoy de acuerdo en esas formas de manifestaciones, pues son legados que debemos conservar”.
Catalina Sainz Gallegos sentenció que las manifestaciones y conflictos se han generado desde hace años, pero también invitó a turistas y visitantes a no perderse sus experiencias.
“También soy guía de turistas y les invito a que se apropien del buen sentido del espacio, aprendan del Palacio y sepan que es un lugar que es importante para toda la gente que estuvo ahí, que caminen y se enteren de la historia del lugar. Vale la pena recorrerlo”.
RESTAURACIÓN DE LA PUERTA
A lo largo del tiempo este monumento histórico del siglo XVIII ha sufrido diversos daños tanto en su fachada como en su portón.
Recientemente, el ex Seminario Tridentino de San Pedro fue intervenido en su puerta principal donde las áreas de trabajo incluyeron 187 metros cuadrados de ignimbrita (toba volcánica) color rosa. Este portón sur y original del inmueble, cuenta con unas medidas de 5.39 metros por 3.02 metros, detalló el INAH Michoacán a este medio.
“La inversión destinada a este trabajo fue de 600 mil pesos, 300 aportados por el INAH y 300 por el Gobierno del Estado”, explicó Marco Antonio Rodríguez Espinosa
Al tiempo de recordar, se invirtieron un aproximado de 40 días en este trabajo de restauración.
Con esta inversión conjunta, se removió la materia impregnada y se devolvieron las características estéticas al portón, así como su funcionalidad y la estabilidad de la madera para el trabajo mecánico.
Las múltiples agresiones que ha sufrido el portón en años recientes han quedado registradas en diversas notas periodísticas, como el hecho acontecido en el año 2015, cuando la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) y los normalistas de Tiripetío golpearon el portón tratando de destruirlo para ingresar al Palacio de Gobierno.
O bien, en el año 2016, durante la noche, un desconocido intentó quemar el portón. Otro ataque se efectuó en 2020 cuando grupos feministas protestaron por los feminicidios en Michoacán, particularmente el de Jessica González.
En 2021, los comuneros de Arantepacua golpearon el portón hasta destruir algunos de los tableros, tanto que después de ese evento era posible ver el interior del recinto desde la calle, evaluándose esos daños en unos 800 mil pesos, según el INAH Michoacán.
De igual forma para el 7 de septiembre de 2022, algunas personas prendieron un colchón durante la noche con la intención de que el fuego se propagara al portón y se destruyera. Finalmente, el último intento de dañar y/o destruir el portón tuvo lugar el pasado 5 de abril de 2023.
NACIMIENTO E IMPORTANCIA
A través de la ficha informativa que se preparó y la cual es parte del proyecto de restauración del portón de Palacio de Gobierno, la restauradora Luisa Herena Tapia, quien realizó los trabajos, señala que en el siglo XIX, el entonces gobernador del estado Epitacio Huerta, decretó la extinción del Seminario Tridentino y pasó a la posesión del Poder Ejecutivo.
Pero en 1863 fue devuelto a la Iglesia bajo el gobierno del emperador Maximiliano de Habsburgo, pero cuatro años después regresaría como sede del Poder Ejecutivo, según la tesis de maestría Constructores de Valladolid de Michoacán en el siglo XVIII del maestro Carlos Núñez Chávez.
Es de mencionar que entre 1874 y 1889, el inmueble albergó una biblioteca pública con más de 15 mil volúmenes, los cuales posteriormente fueron trasladados al Colegio de San Nicolás.
El anterior Seminario Tridentino de San Pedro, también fue la sede del Museo Michoacano por algunos pocos años hasta 1892. En algún otro momento de su historia se ha informado, también alojó simultáneamente a los Poderes Ejecutivo y Legislativos del Estado de Michoacán, como se señala en el libro de la historiadora Laura Ojeda Dávila de 2016, “Morelia. Morelia: Ayuntamiento de Morelia”.
Es de mencionar que fue a partir del año de 1867, cuando este edificio se convirtió en sede del Poder Ejecutivo del Estado, donde hasta la fecha permanece.
Durante la investigación realizada por Luisa Herena Tapia para la ficha informativa que integra el documento de restauración del portón, se menciona la tesis de maestría “Constructores de Valladolid de Michoacán en el siglo XVIII” de Carlos Núñez Chávez que en el “Capítulo II. La Construcción de la Ciudad” presenta los resultados de su investigación en torno a la construcción del antiguo Seminario Tridentino de San Pedro, hoy Palacio de Gobierno de Michoacán.
En dicha tesis se explica que la construcción del Colegio Seminario de San Pedro en la ciudad de Valladolid en 1761 estuvo influenciada por los acontecimientos políticos de la época, como la secularización del clero regular a consecuencia de las reformas comprendidas por el régimen borbónico.
Originalmente, la fundación tendría lugar en el Colegio de San Nicolás Obispo conforme a la propuesta consignada en la Real Cédula del 8 de diciembre de 1671 para que en él se estudiase gramática y lenguas tarascas.
La fundación fue impulsada por los obispos Juan de Ortega y Montañéz y Joseph de Escalona, con licencia del Virrey Duque de la Conquista. Para 1759, don Pedro Jaurrieta fue nombrado canónigo doctoral para que concurriera en representación del cabildo de la catedral a las juntas sobre su fábrica material y todo lo dispuesto por el Santo Concilio de Trento; también fueron nombrados Don Nicolás Motero Soravilla como representante del obispo; el bachiller Manuel Ignacio Carranza como tesorero; Miguel Angel Antón como Superintendente y Tomás de Huerta como maestro de obra.
El 11 de octubre de 1760, el obispo Pedro Anselmó Sánchez de Tagle nombró a Thomas de Huerta como el arquitecto responsable de llevar a cabo la construcción del Colegio Seminario.
Dicho nombramiento obedeció a que el obispo había comprobado su cristiandad y su experiencia en arquitectura. Las obligaciones de de Huerta consistieron en guiar, gobernar y dirigir la obra conforme a los planos que se le entregaron, y cuidar cómo se preparaban las mezclas siempre de la misma manera.
Además debía también formar las plantillas de las medidas de las piedras para ser labradas por los canteros y así pudieran ser todas de tamaño uniforme y más manejables.
El proyecto de construcción del obispo Sánchez de Tagle, incluyó las siguientes actividades: Señalamiento del lugar de colocación de la primera piedra (30 de diciembre de 1760); Señalamiento de la forma de inscripción que deberá llevar la colocación de la primera piedra (17 de enero de 1761).
Además de la ceremonia de colocación de la primera piedra el 18 de enero de 1761; la ubicación de la capilla principal el 7 de abril de 1761, y finalmente la inauguración e inicio de clases, marcada para el 29 de septiembre y 18 de octubre de 1771.
De esta forma el cantero labró las piedras de arco, cerramientos, basas, cornisas, zócalos, pies derechos, derrames, escalones, soleras, esquitas, trabazones, además de agujerear las ventanas. El herrero aguzó y calzó barras, hizo asas y cinchos para barriles, barandillas, chapas, llaves.
