/ lunes 5 de septiembre de 2022

Nueva Jerusalén, una historia de sueños y ruinas

Ante las diversas fracturas en la comunidad se ha encontrado una ventana para la educación, arma con la que buscan poner fin a los dogmas establecidos por casi cincuenta años

Turicato, Michoacán (OEM-Infomex).- Aquel 6 de julio del 2012, Diana Zeferino llegó como todos los días a tomar clases a la única escuela pública que existía en la comunidad de la Nueva Jerusalén. Cursaba el segundo grado de primaria y aunque apenas tenía ocho años, recuerda la escena con la que se encontró esa mañana: personas enardecidas, fuera de sí mismas, dispuestas a pelear y armadas con picos y palos que no dudaron en usar para destrozar las aulas.

Después de que acabaron con el centro educativo dejándolo en ruinas, Diana y sus compañeros se vieron obligados a seguir estudiando en un tejado, donde no contaban con pizarrón, material didáctico y solamente tenían unos viejos bancos.

“Todo lo hacíamos casi a escondidas ya que la gente era muy agresiva, entonces los profesores venían con miedo porque sabían que les podían llegar a hacer algo, también los amagaban con un plantón para que se asustaran y no volvieran”.

A poco más de diez años de distancia, con una sonrisa íntegra y orgullosa de haber concluido recientemente el Telebachillerato, relata que por aquellos tiempos estudiar significaba exponerse a altos riesgos por la oposición religiosa que veía en la educación oficial una herramienta más del demonio.

La Nueva Jerusalén, perteneciente al municipio de Turicato, Michoacán, fue fundada en el año de 1973, luego de que una mujer de nombre Gabina Sánchez asegurara al párroco de Puruarán que en una montaña estaba siendo testigo de las apariciones de la Virgen del Rosario, quien le alertaba sobre un supuesto fin del mundo que se avecinaba.

A partir de ese momento, bajo el mando del sacerdote Nabor Cárdenas Mejorada, también conocido como Papá Nabor, se creó esta localidad que prácticamente ha vivido aislada de la civilización bajo un régimen religioso, pensando en la salvación de sus adeptos y en el que no cabe el Estado de Derecho.

Cuando en 2008 murió Papá Nabor, se presentaron las disputas por elegir al obispo sucesor en el cargo. En la escena aparecieron dos personajes: Martín de Tours y Santiago el Mayor.



La comunidad se dividió y desde entonces no se ha logrado una conciliación, por lo que un sector de la población pretende apegarse a los usos y costumbres de siempre (Martín de Tours), mientras que el otro considera que ya es tiempo de tener una mayor apertura (Santiago el Mayor).

Paradójicamente, explica Emiliano Juárez Damián, quien es uno de los líderes de la comunidad que apuesta por el respaldo a las escuelas públicas y laicas, lo mejor que le ha pasado a la Nueva Jerusalén es que se encuentre fracturada, pues es justo en ese punto, donde argumenta que han encontrado una ventana para la educación, arma con la que consideran pueden ponerle fin de una vez por todas a los dogmas que los han encapsulado por casi cincuenta años.

Foto: Fernando Maldonado | El Sol de Morelia

¿Cómo se educan en la Nueva Jerusalén?

En cuanto suena la chicharra que anuncia el recreo, salen corriendo de las aulas y se aglutinan en una cancha de tierra. Por casi media hora, niños y niñas corretean el balón de un lado a otro. A sus espaldas, se puede observar a la distancia los trece templos que se sitúan en la comunidad, también conocida como la Ermita.

Tras el destrozo del centro educativo en el 2012, el Gobierno Federal adquirió unos terrenos que se encuentran en la colonia María Monserrat con la intención de que la comunidad pudiera empezar desde cero.

El camino para llegar es rocoso, pero luego de varios años de gestiones ante autoridades de los tres órdenes de gobierno, actualmente cuentan con un Preescolar, una Primaria, una Telesecundaria y un Telebachillerato.

José Rogelio Aguilera, intendente de los planteles, detalla que el Preescolar lleva el nombre del astronauta Williams Jeffrey, la Primaria fue bautizada como Vicente Guerrero, el Telebachillerato José María Morelos y la Telesecundaria se mantiene solo con la clave otorgada por la Secretaría de Educación en el Estado (SEE), aunque existe la propuesta de que sea nombrada Bartolo Eugenio.

En el año 2005 Bartolo Eugenio fue uno de los pioneros en buscar que el sistema educativo se instaurara en la Nueva Jerusalén, hasta que fue asesinado por el sector más radical de la Ermita.

Armando Munguía, profesor y actual director de la Primaria, es otro de los que han resistido desde que Bartolo Eugenio tuvo la visión de construir una escuela en la localidad. Sonriente, con unos lentes que alimentan la estética visual de la docencia, habla de los años en los que él y su plantilla de maestros impartían la educación como si de un delito se tratara.

“En 2009 se abrió la primera escuela, pero solo duró tres años porque la destrozaron, entonces se vivieron momentos difíciles. Nos tocaba laborar en domicilios particulares y en condiciones muy precarias, hasta me atrevo a decir que eran inhumanas; sin embargo y por fortuna, el equipo docente con el que contaba se mantuvo firme y supo aguantar todas las barbaridades que pasábamos”.

Para el profesor, la clave pasó por la convicción que tuvieron todos de entender que los niños merecían ser atendidos y al mismo tiempo, ser conscientes de que, si claudicaban en ese momento, tal vez no se hubiera logrado volver a restablecer el sistema educativo.

En el caso del nivel Primaria, para el ciclo escolar 2022-2023 la matrícula es de 175 niños, mientras que en Telesecundaria cuentan con 70 alumnos, pero a la espera de que se sumen por lo menos diez estudiantes más en los próximos días.

Si bien el director de Telesecundaria, Heberset Álvarez Guajardo, destaca que en los cuatro años que lleva instalado en la comunidad ha observado un avance notorio en el incremento del número de alumnos, así como en su comportamiento, admite que todavía hay retos importantes a superar.

“La forma de pensar de los muchachos sigue siendo el tema a tratar. Todavía me encuentro con alumnos que siguen cargando ideas muy fuertes de la parte religiosa, está también el machismo que les hace creer que las mujeres deben tener ciertas actitudes y que ellos como hombres tienen más derechos”.

En la parte educativa, explica que ha detectado casos graves de rezago, los cuales son producto de una desatención que han arrastrado los niños a lo largo de su vida, lo que obliga a la plantilla de 23 docentes, entre todos los niveles, a dedicar horas extras para intentar regularizarlos.

La imposición de la ideología

Además de imágenes religiosas en las casas, templos exóticos, caminos empedrados, leyendas clericales escritas en los muros, sotanas, faldas largas y velos colgados en los tenderos, las calles de la comunidad de la Nueva Jerusalén se rodean de tensión social.

Pese a que existe una especie de tregua entre ambos grupos que dota de una dudosa tranquilidad, cuando Emiliano Juárez nos guía en un recorrido, las miradas hostiles que te dicen que no eres bienvenido son constantes, sobre todo en las zonas donde se sabe que el fervor religioso se mantiene intacto como desde el año 73.

En medio de ese surrealismo, se encuentra la escuela del grupo que sigue a Martín de Tours. Son apenas dos aulas, un pequeño patio y dos sanitarios. Anteriormente, al espacio se le conocía como San Juan Bosco, pero ha sido rebautizado como Monseñor Nabor Cárdenas.

A decir de Emiliano, el sistema que maneja este grupo consiste en enseñar a leer, escribir y contar números a los niños; pero el resto de la información que se imparte se centra en la historia de la comunidad, de la Virgen del Rosario y sus apariciones.

“Cuando los alumnos presentan su examen, se les pone el altavoz y te das cuenta de que la mayoría de las preguntas giran en torno a lo religioso… nunca les hablan de Ciencias Naturales ni nada que tenga que ver con la reproducción del ser humano, también se saltan lo relacionado con la historia de México y los libros que llegan a conseguir les cortan las hojas que hablan temas que a ellos no les conviene”.

Los docentes que imparten las clases en la escuela Nabor Cárdenas son elegidos por la vidente de la comunidad, quien a través de supuestos mensajes que recibe de Dios, es como obtiene la sabiduría para saber quiénes son los indicados para la labor.

De acuerdo con información de la SEE, hace unos meses los dirigentes de este plantel solicitaron, a través de la Dirección de Incorporación, Control y Certificación, una clave escolar de carácter particular para que se les dotara de plazas automáticas a sus docentes.

Petición que resultaba imposible de atender porque no cuentan con estudios normalistas, lo que los hace estar fuera de toda regla. Tras la negativa, el grupo religioso decidió suspender el trámite.

Apenas a unos metros adelante de la escuela Nabor Cárdenas, se encuentra Diana Zeferino conversando alegremente con una amiga. No lleva velo y su pelo se mueve libremente en la calurosa tarde. En esta Nueva Jerusalén cada vez menos uniforme, las ideologías pueden variar de una calle a otra.

Mientras Emiliano nos pedía que fotografiáramos la escuela a la distancia por seguridad y porque no teníamos la autorización del grupo religioso, Diana se mostraba despreocupada, riendo frecuentemente.

Cuando se le pregunta por su etapa en el Telebachillerato, dice que todo fue bonito, que lograron graduarse un total 14 alumnos.

También opina que es positivo que los niños ahora puedan ir a la escuela y aunque sabe que siempre existirán personas que estén en contra del estudio, tampoco parece importarle mucho. Con la sonrisa que no ha perdido desde el inicio, presume que es cosa de días para que emprenda el viaje a Morelia. Su objetivo: estudiar la carrera de Criminología.

Turicato, Michoacán (OEM-Infomex).- Aquel 6 de julio del 2012, Diana Zeferino llegó como todos los días a tomar clases a la única escuela pública que existía en la comunidad de la Nueva Jerusalén. Cursaba el segundo grado de primaria y aunque apenas tenía ocho años, recuerda la escena con la que se encontró esa mañana: personas enardecidas, fuera de sí mismas, dispuestas a pelear y armadas con picos y palos que no dudaron en usar para destrozar las aulas.

Después de que acabaron con el centro educativo dejándolo en ruinas, Diana y sus compañeros se vieron obligados a seguir estudiando en un tejado, donde no contaban con pizarrón, material didáctico y solamente tenían unos viejos bancos.

“Todo lo hacíamos casi a escondidas ya que la gente era muy agresiva, entonces los profesores venían con miedo porque sabían que les podían llegar a hacer algo, también los amagaban con un plantón para que se asustaran y no volvieran”.

A poco más de diez años de distancia, con una sonrisa íntegra y orgullosa de haber concluido recientemente el Telebachillerato, relata que por aquellos tiempos estudiar significaba exponerse a altos riesgos por la oposición religiosa que veía en la educación oficial una herramienta más del demonio.

La Nueva Jerusalén, perteneciente al municipio de Turicato, Michoacán, fue fundada en el año de 1973, luego de que una mujer de nombre Gabina Sánchez asegurara al párroco de Puruarán que en una montaña estaba siendo testigo de las apariciones de la Virgen del Rosario, quien le alertaba sobre un supuesto fin del mundo que se avecinaba.

A partir de ese momento, bajo el mando del sacerdote Nabor Cárdenas Mejorada, también conocido como Papá Nabor, se creó esta localidad que prácticamente ha vivido aislada de la civilización bajo un régimen religioso, pensando en la salvación de sus adeptos y en el que no cabe el Estado de Derecho.

Cuando en 2008 murió Papá Nabor, se presentaron las disputas por elegir al obispo sucesor en el cargo. En la escena aparecieron dos personajes: Martín de Tours y Santiago el Mayor.



La comunidad se dividió y desde entonces no se ha logrado una conciliación, por lo que un sector de la población pretende apegarse a los usos y costumbres de siempre (Martín de Tours), mientras que el otro considera que ya es tiempo de tener una mayor apertura (Santiago el Mayor).

Paradójicamente, explica Emiliano Juárez Damián, quien es uno de los líderes de la comunidad que apuesta por el respaldo a las escuelas públicas y laicas, lo mejor que le ha pasado a la Nueva Jerusalén es que se encuentre fracturada, pues es justo en ese punto, donde argumenta que han encontrado una ventana para la educación, arma con la que consideran pueden ponerle fin de una vez por todas a los dogmas que los han encapsulado por casi cincuenta años.

Foto: Fernando Maldonado | El Sol de Morelia

¿Cómo se educan en la Nueva Jerusalén?

En cuanto suena la chicharra que anuncia el recreo, salen corriendo de las aulas y se aglutinan en una cancha de tierra. Por casi media hora, niños y niñas corretean el balón de un lado a otro. A sus espaldas, se puede observar a la distancia los trece templos que se sitúan en la comunidad, también conocida como la Ermita.

Tras el destrozo del centro educativo en el 2012, el Gobierno Federal adquirió unos terrenos que se encuentran en la colonia María Monserrat con la intención de que la comunidad pudiera empezar desde cero.

El camino para llegar es rocoso, pero luego de varios años de gestiones ante autoridades de los tres órdenes de gobierno, actualmente cuentan con un Preescolar, una Primaria, una Telesecundaria y un Telebachillerato.

José Rogelio Aguilera, intendente de los planteles, detalla que el Preescolar lleva el nombre del astronauta Williams Jeffrey, la Primaria fue bautizada como Vicente Guerrero, el Telebachillerato José María Morelos y la Telesecundaria se mantiene solo con la clave otorgada por la Secretaría de Educación en el Estado (SEE), aunque existe la propuesta de que sea nombrada Bartolo Eugenio.

En el año 2005 Bartolo Eugenio fue uno de los pioneros en buscar que el sistema educativo se instaurara en la Nueva Jerusalén, hasta que fue asesinado por el sector más radical de la Ermita.

Armando Munguía, profesor y actual director de la Primaria, es otro de los que han resistido desde que Bartolo Eugenio tuvo la visión de construir una escuela en la localidad. Sonriente, con unos lentes que alimentan la estética visual de la docencia, habla de los años en los que él y su plantilla de maestros impartían la educación como si de un delito se tratara.

“En 2009 se abrió la primera escuela, pero solo duró tres años porque la destrozaron, entonces se vivieron momentos difíciles. Nos tocaba laborar en domicilios particulares y en condiciones muy precarias, hasta me atrevo a decir que eran inhumanas; sin embargo y por fortuna, el equipo docente con el que contaba se mantuvo firme y supo aguantar todas las barbaridades que pasábamos”.

Para el profesor, la clave pasó por la convicción que tuvieron todos de entender que los niños merecían ser atendidos y al mismo tiempo, ser conscientes de que, si claudicaban en ese momento, tal vez no se hubiera logrado volver a restablecer el sistema educativo.

En el caso del nivel Primaria, para el ciclo escolar 2022-2023 la matrícula es de 175 niños, mientras que en Telesecundaria cuentan con 70 alumnos, pero a la espera de que se sumen por lo menos diez estudiantes más en los próximos días.

Si bien el director de Telesecundaria, Heberset Álvarez Guajardo, destaca que en los cuatro años que lleva instalado en la comunidad ha observado un avance notorio en el incremento del número de alumnos, así como en su comportamiento, admite que todavía hay retos importantes a superar.

“La forma de pensar de los muchachos sigue siendo el tema a tratar. Todavía me encuentro con alumnos que siguen cargando ideas muy fuertes de la parte religiosa, está también el machismo que les hace creer que las mujeres deben tener ciertas actitudes y que ellos como hombres tienen más derechos”.

En la parte educativa, explica que ha detectado casos graves de rezago, los cuales son producto de una desatención que han arrastrado los niños a lo largo de su vida, lo que obliga a la plantilla de 23 docentes, entre todos los niveles, a dedicar horas extras para intentar regularizarlos.

La imposición de la ideología

Además de imágenes religiosas en las casas, templos exóticos, caminos empedrados, leyendas clericales escritas en los muros, sotanas, faldas largas y velos colgados en los tenderos, las calles de la comunidad de la Nueva Jerusalén se rodean de tensión social.

Pese a que existe una especie de tregua entre ambos grupos que dota de una dudosa tranquilidad, cuando Emiliano Juárez nos guía en un recorrido, las miradas hostiles que te dicen que no eres bienvenido son constantes, sobre todo en las zonas donde se sabe que el fervor religioso se mantiene intacto como desde el año 73.

En medio de ese surrealismo, se encuentra la escuela del grupo que sigue a Martín de Tours. Son apenas dos aulas, un pequeño patio y dos sanitarios. Anteriormente, al espacio se le conocía como San Juan Bosco, pero ha sido rebautizado como Monseñor Nabor Cárdenas.

A decir de Emiliano, el sistema que maneja este grupo consiste en enseñar a leer, escribir y contar números a los niños; pero el resto de la información que se imparte se centra en la historia de la comunidad, de la Virgen del Rosario y sus apariciones.

“Cuando los alumnos presentan su examen, se les pone el altavoz y te das cuenta de que la mayoría de las preguntas giran en torno a lo religioso… nunca les hablan de Ciencias Naturales ni nada que tenga que ver con la reproducción del ser humano, también se saltan lo relacionado con la historia de México y los libros que llegan a conseguir les cortan las hojas que hablan temas que a ellos no les conviene”.

Los docentes que imparten las clases en la escuela Nabor Cárdenas son elegidos por la vidente de la comunidad, quien a través de supuestos mensajes que recibe de Dios, es como obtiene la sabiduría para saber quiénes son los indicados para la labor.

De acuerdo con información de la SEE, hace unos meses los dirigentes de este plantel solicitaron, a través de la Dirección de Incorporación, Control y Certificación, una clave escolar de carácter particular para que se les dotara de plazas automáticas a sus docentes.

Petición que resultaba imposible de atender porque no cuentan con estudios normalistas, lo que los hace estar fuera de toda regla. Tras la negativa, el grupo religioso decidió suspender el trámite.

Apenas a unos metros adelante de la escuela Nabor Cárdenas, se encuentra Diana Zeferino conversando alegremente con una amiga. No lleva velo y su pelo se mueve libremente en la calurosa tarde. En esta Nueva Jerusalén cada vez menos uniforme, las ideologías pueden variar de una calle a otra.

Mientras Emiliano nos pedía que fotografiáramos la escuela a la distancia por seguridad y porque no teníamos la autorización del grupo religioso, Diana se mostraba despreocupada, riendo frecuentemente.

Cuando se le pregunta por su etapa en el Telebachillerato, dice que todo fue bonito, que lograron graduarse un total 14 alumnos.

También opina que es positivo que los niños ahora puedan ir a la escuela y aunque sabe que siempre existirán personas que estén en contra del estudio, tampoco parece importarle mucho. Con la sonrisa que no ha perdido desde el inicio, presume que es cosa de días para que emprenda el viaje a Morelia. Su objetivo: estudiar la carrera de Criminología.

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