Noche de Muertos, lejos de desaparecer

El especialista Arturo Herrera destacó la importancia de este ritual prehispánico-español que se mantiene en los pueblos originarios del estado a pesar del paso del tiempo

Aned Ayala | El Sol de Morelia

  · sábado 26 de octubre de 2019

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Morelia, Mich; (OEM-Infomex).- Pese a la influencia de celebraciones extranjeras como el halloween, la tradición del Día de Muertos en México y particularmente, en las comunidades indígenas, continuará vigente aunque fusionada por costumbres de la religión católica traída como parte de la conquista de los españoles.

El historiador michoacano Arturo Herrera compartió con El Sol de Morelia la herencia del culto a la muerte que dejaron los pobladores originarios en la época prehispánica y la tradición que mantienen las etnias, sobre todo de Michoacán, para recordar, festejar y convivir con los difuntos.

La historia refiere que fue el Papa Bonifacio IV quien estableció el primero de noviembre como el día de Todos los Santos y a finales del siglo IV se instituyó por los pueblos católicos de la hoy España, el 2 de noviembre como el día de los Fieles Difuntos.

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Mientras que en la tradición celta se celebra a los brujos los últimos días de octubre, costumbre que después adoptaron los estadounidenses para festejar la Noche de Brujas cada 31 de octubre, siendo esta una de las fechas más esperadas del año por niños, jóvenes y adultos del país vecino.

El historiador explicó que la tradición católica de los Fieles Difuntos llegó a América para sustituir rituales de veneración a deidades ancestrales de poblaciones originarias en las que incluso los estados de Veracruz y Oaxaca conservan representaciones en figuras de barro, ollas de oro y artefactos con alusión a la muerte.

En Chichén Itzá, por ejemplo, hay imágenes que hacen referencia al culto de la muerte y que se practicaba con los juegos de pelota. En Tlatelolco se conserva un muro de cráneos y la tradición de velar a los difuntos se arraigó en Michoacán, donde se guardan vestigios de guerreros venerados por los antiguos indígenas.

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El arqueólogo Eduardo Matos Moctezuma en su libro “Muerte a filo de obsidiana”, relata la forma en que se elaboraban las ofrendas y los insumos e instrumentos que las acompañaban para recordar a los muertos.

En los tiempos prehispánicos se colocaba una estatua de madera, hoy sustituida por una foto; tortillas de maíz en lugar de pan; un plato de comida, harina de maíz tostado, una jícara de vino blanco (pulque) y música con tambores que acompañaban a la viuda

Detalló Herrera.

Se acostumbraba además a enterrar a los difuntos con un perro para que guiara las almas y cuando eran líderes o personajes con poder, se sacrificaban esclavos para que sirvieran al muerto en el otro mundo. Rituales que a la vista de los españoles se consideraban demoniacos y aludían al infierno.

Desde que arribaron a Michoacán los purépechas a la Región Lacustre, donde se ubica Pátzcuaro, Tzintzuntzan, Janitzio e Ihuatzio, se conserva la tradición de la muerte y la característica que se distingue de otros estados es que la celebración se realiza durante la noche con mayor fuerza en la madrugada del 2 de noviembre.

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La película mexicana Maclovia (1948) dirigida por Emilio Fernández y protagonizada por María Félix y Pedro Armendáriz se produjo en la Isla de Janitzio y su difusión ayudó a que los turistas del mundo se interesaran por conocer la tradición en Michoacán.

Con todo este contexto y la influencia de otros países sobre el culto a la muerte, el historiador consideró que no existe ningún riesgo de que la tradición se pierda a futuro ya que “el pueblo purépecha la mantiene con fuerza y cuida que el turismo no sea un obstáculo para realizar sus ceremonias, porque en realidad se esperan a que se retiren los visitantes para festejar a sus difuntos”.

La UNESCO asocia esta celebración a las festividades indígenas y ubicó al Día de Muertos en la Lista de Patrimonio Cultural Inmaterial.

Según la UNESCO en la cosmovisión indígena, el Día de Muertos representa el retorno transitorio de las almas de los difuntos al mundo de los vivos y en especial al reencuentro con familiares para nutrirse de la esencia de los alimentos que se colocan como ofrenda en su honor.

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El origen de esta celebración se remonta a periodos prehispánicos donde los antiguos mexicanos de pueblos indígenas trasladaron la veneración a sus muertos con el calendario cristiano para generar una armonía entre los rituales de la religión traída por los españoles y la que veneraban los pueblos originarios de México.

Popularmente la celebración del Día de Muertos se realiza entre el 1 y 2 de noviembre con la decoración de ofrendas en los cementerios y hogares, pero de acuerdo con la tradición éste se divide en categorías para festejar a los difuntos según la edad a la que pertenecen.

El calendario católico establece el primero de noviembre como el día de Todos los Santos, dedicado a los menores de edad que dejaron de existir, y el 2 de noviembre, el de los Fieles Difuntos que corresponde a los adultos.

En algunas regiones desde el 28 de octubre comienzan los cultos para las personas que fallecieron a causa de una enfermedad o accidente, el 30 de octubre se espera la llegada de los bebés o pequeños que murieron sin antes ser bautizados, de manera que la celebración de los muertos se extiende cuatro días seguidos.

CITA:

El pueblo purépecha la mantiene con fuerza y cuida que el turismo no sea un obstáculo para realizar sus ceremonias, porque en realidad se esperan a que se retiren los visitantes para festejar a sus difuntos

Arturo Herrera, historiador michoacano