Morelia, Michoacán (OEM-Infomex).- Se le empapan los ojos y se le entrecorta la voz. Una de las mujeres privadas de su libertad del penal David Franco Rodríguez en Morelia asegura que su caso es el más fuerte, porque en dos meses tendrá que separarse de su hija de casi tres años de edad que ha vivido con ella desde que nació al interior del Cereso.
De acuerdo a este centro, en Michoacán hay un total de 330 mujeres encarceladas, de las cuales 115 se encuentran en el Franco Rodríguez, además, esta cárcel es la única en el estado que cuenta con una estancia infantil que atiende actualmente a siete pequeños: cinco niñas y dos bebés, es decir, el mismo número de mamás.
Para ingresar hasta el espacio de los pequeños hay que atravesar por cuatro filtros. El salón se encuentra en medio de varios edificios grises que fungen como dormitorios y bodegas. Alrededor hay un caminito y en la fachada principal hay un letrero que dice “Estancia Infantil”, acompañada de dibujos.
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La educadora Atenea Mata Velasco que lleva 18 años trabajando ahí, afirma que trabajar con los niños adentro es complicado por la falta de contacto con el mundo exterior, pero tratan de darles herramientas o prepararlos para el momento que tengan que salir.
La Ley de Ejecución Penal refiere que los menores solo pueden permanecer, si así lo desea la madre, tres años en el centro penitenciario y terminado ese lapso deberán ser entregados con un familiar o responsable. El año pasado salieron tres niños: dos por edad y uno porque su mamá decidió que ese lugar no era el adecuado para el bebé.
La educadora afirmó que la parte más difícil es adaptarse con la familia del exterior, pues están acostumbrados 24/7 a su protectora, por lo que en ocasiones tardan hasta un mes y medio para adaptarse a ese desapego.
Sin embargo, la psicóloga educativa, Cynthia Estrada Tafolla, que labora en el lugar detalló que los niños deben abandonar el penal a esa edad porque a partir de los tres años los pequeños empiezan a desarrollar la memoria.
“Antes de esa edad no se va a acordar, pero después también empieza a estructurarse la personalidad que el niño va a tener y no es saludable estar aquí, por que empezará a detectar ciertas conductas que no son apropiadas, las va a interiorizar y lo verá como algo normal y a largo plazo será un problema en su comportamiento”, explicó.
Es lo más parecido a una guardería
La estancia infantil está a cargo de tres educadoras quienes cuidan a cinco niñas que fueron recibidas a partir de los cuatro meses y que durante todo este tiempo han sido instruidas bajo el modelo educativo Montessori.
El lugar permanece abierto de 9:30 a 13:00 horas los días, lunes, martes, jueves y viernes. Estimulación temprana, cognitiva y sensorial es lo que se trabaja con las pequeñas. Atenea Mata apunta que el aprendizaje es lento ante la falta de estímulos, por lo que se implementó una “cámara” para compensar sus necesidades, aunque fue habilitada hace apenas un año.
La mayoría de los insumos son proporcionados por el centro penitenciario, aunque también el DIF y la Secretaría de Cultura han hecho donaciones de libros y material, además de realizar visitas para fomentar y estimular a los niños a través de actividades como la lectura.
Historias de las madres
Las mujeres vestidas de blanco observan con cierta nostalgia a sus hijos. La mayoría tiene entre 20 a 30 años y según sus relatos, saldrán casi a la par que sus pequeñas, sin embargo, la madre que pronto tendrá que despedirse de Ashley dice entre lágrimas que lleva 10 años sin sentencia y desconoce el tiempo que seguirá dentro del penal.
“Para mí es más fuerte porque mi hija ya se va, pero ella nunca ha salido a pesar de las visitas por la pandemia y aparte no podía registrarla ante la falta del certificado de nacimiento, (…) considero que va a estar mejor afuera, va a tener libertad y yo espero irme pronto”, susurra.
Las reclusas consideraron que en general el trato es bueno para sus hijos, pero una de ellas aseguró que no se les brinda el apoyo como deberían al no poder disponer de la estancia todos los días, ni en los horarios establecidos lo que perjudica las actividades de las madres. Agregó que tampoco han tenido la oportunidad de las visitas a pesar de que ya se puede y no les dan dado un motivo.
Una joven de 26 años afirmó que hace falta que los niños salgan más para que se familiaricen con el exterior “pero no nos han dado esa prioridad”. Durante los tres años, los menores sí pueden entrar y salir por tiempos prolongados como lo indica la Ley.
Finalmente, Mari Castillo, otra educadora que lleva 26 años en la institución dijo que a pesar del ambiente al que diario asisten a laborar, la estancia infantil es el lugar más puro que puede tener ese espacio y aunque es sumamente delicado, les dedican el tiempo a los niños con amor.