Morelia, Michoacán (OEM-Infomex).- En el hípico PIMAD no caben las diferencias entre clases sociales, condiciones y habilidades. La puerta del lugar se abre y se cierra, mientras entran papás y mamás con niños en brazos o caminando. En las instalaciones la terapeuta ecuestre, Carolina Escobedo Suárez trabaja con un grupo de 15 niños con discapacidad que por primera vez en la historia del país participarán en una competencia de equitación en los viñedos San Francisco ubicado entre Querétaro y San Miguel de Allende, el próximo 25 y 26 de marzo.
Previo a la entrevista desde el lugar ubicado a seis minutos en carro desde la salida a Salamanca en Morelia, Carolina Escobedo también fundadora del Centro de Rehabilitación Ecuestre y Conciencia Emocional (CRECE A.C) sube al caballo con Daniel Diego Soria, un niño de cinco años que padece de microcefalia. Realiza un recorrido de 15 minutos; endereza en reiteradas ocasiones el rostro del infante, estira sus extremidades y repite el ejercicio.
La terapeuta padece del Trastorno del Déficit de Atención con Hiperactividad (TDAH), pero asegura que la equitación la ha ayudado a controlar dicha condición. Escobedo Suárez y el profesor Abel Pina, atienden a 65 niños regulares y con discapacidades como el autismo, el Síndrome de Down, epilepsia de ausencia y problemas de conducta.
Por primera vez, los chicos con discapacidad y con clase social distinta pueden entrar a un concurso como una persona más, no como algo extra, se les va a abrir una pista y debo decir que no hay antecedente de esto en el estado ni en el país, la Liga Mexicana de Equitación es la primera vez que organiza esto
Carolina sabía que este tipo de competencias donde incluyen a niños con alguna condición solo se realizaban en el extranjero, como Colombia o Estados Unidos y que en México no existían porque no se le había dado apertura a la inclusión. Pero ahora, los niños tendrán la oportunidad de competir con jinetes mexicanos y extranjeros.
Los niños y niñas con discapacidad que se inscriben al Hípico PIMAD inician con sesiones de equinoterapia, sin embargo, esta consta de tres vertientes: la hipoterapia dirigida a infantes con parálisis cerebral, o que no tienen control de su cuerpo, posteriormente la equinoterapia y luego la monta terapéutica que combina equitación y equinoterapia y pasando estos tres procesos se habla del deporte adaptado para personas con discapacidad o equitación.
“Somos los pioneros en Michoacán que empezamos a incursionar a los niños de equinoterapia a equitación con diferentes condiciones, y todo el proceso terapéutico ha culminado en un proceso deportivo”, dice.
Aunque los familiares de los pequeños llevarán a sus hijos al viñedo San Francisco, el evento implica un gasto de aproximadamente ocho mil 500 pesos cada uno ya incluyendo viáticos y pese a gestionar patrocinios y apoyos con el ayuntamiento, el gobierno estatal y algunas asociaciones, aún no tienen nada consolidado.
La mamá de Diego, Guadalupe Soria Naranjo, asegura que al principio fue una realidad muy cruda, pero comenzó a llevar a su hijo a diversos centro de Morelia, aunque en octubre del año pasado cuando lo inscribió en CRECE notó más avances; “Coopera más, presta más atención, su postura era encorvada y ahora está más derecho, hay mejor control de cabeza”. Luego del estudio socioeconómico que se le realizó, ella paga 300 pesos por dos terapias de media hora a la semana, sin embargo, subraya que hacen falta más apoyos, sobre todo para las familias con niños con discapacidad y madres solteras.
Alta demanda de equinoterapia
La asociación CRECE lleva operando de manera independiente dos años, aunque más tarde se independizó y se asoció con el hípico PIMAD, mismo que está certificado por la Asociación Mexicana de Equitación Terapéutica y el respaldada por de Edith Gross, la pionera en equinoterapia en México.
La demanda es mucha, comenta, pues tan solo en la última semana entraron seis nuevos niños. Esto se debe a que la gente se está dando cuenta que este tipo de terapias ayudan de forma importante a la vez que son cada vez más profesionales, además que a los tres meses empiezan a ver resultados o avances palpables en los niños. Las terapias varían su precio, pero a los padres de familia se les realiza un estudio socioeconómico para saber cuánto pueden aportar.
“Actualmente hablamos de inclusión, creemos que por decirle a alguien “elle” ya estamos incluyendo, que por dejar a la gente vestirse con faldas estamos hablando de inclusión. Yo creo que la inclusión se trata de dejar que personas que tienen otras habilidades y capacidades entren al mundo dentro con ellos”, finaliza mientras vuelve a la pista con el siguiente niño.