Morelia, Mich. (OEM-Infomex).- Al mediodía de este jueves 30 de abril, la fecha emblemática donde se celebra a las niñas y los niños, el Panteón Municipal de Morelia luce prácticamente vacío; tal vez las medidas de confinamiento han evitado que las personas acudan para recordar a esos seres humanos cuya vida les duró muy poco, a varios de ellos prácticamente nada, como lo muestran algunas leyendas sobre las criptas que se convierten en dolorosos relatos que conmueven hasta el fondo, aún sin conocer a sus protagonistas.
En la parte central del cementerio hay una columna que concentra a los llamados “angelitos”, pequeños espacios donde ahora son inmortalizados a través de distintas frases que han sido grabadas para la eternidad. La familia Sánchez Espinoza colocó una fotocomposición para rendirle tributo a Luis Ángel, un pequeño que tan sólo estuvo en esta Tierra por menos de dos años: “Te fuiste antes que yo, ahora sé que me espera un ángel en el cielo”, dice la dedicatoria, en cuyo fondo está la Virgen de Guadalupe.
Muñecos, juguetes y seres celestiales suelen acompañar a esta última morada, la del descanso eterno, estructuras de mármol donde podemos leer diversas formas de despedirse: “Fuiste como una estrella fugaz: tu luz duró muy poco. Por siempre te amaremos”; “El cielo es mucho más bello desde que tú vives en él. Te extraño, pequeño mío, pero nos volveremos a abrazar y ese abrazo será para siempre”.
Perder a un ser querido, está de más decirlo, es un dolor inexplicable, pero esperar la llegada de un nuevo integrante y que éste no resista más que algunos minutos debe representar una de las heridas más difíciles de subsanar. En esta área del Panteón se pueden ver muchas de esas historias. Cintia Lizeht nació y murió en 23 de mayo de 1998; Darío Santiago sólo resistió dos semanas, mientras que Jovani Neftaly apenas estuvo vivo entre finales de 1999 y el primer tercio de abril del 2000.
Sin duda, para todas estas familias el 30 de abril es triste, pues la celebración tradicional es para ellas el momento más duro que han experimentado, ese que, de tajo, cortó la vida de un bebé, de una niña o un niño.