Ucareo, Mich. (OEM-Infomex).- Aunque la pera es el símbolo del pueblo de Ucareo, con una feria que cumplió su edición 46 a inicios de agosto, su producción de la que dependen unas 400 familias ha bajado hasta en 50 por ciento en el último lustro y el periodo de cosechas se ha desestabilizado. Por ello, varios campesinos dejaron de plantarla y han optado por sembrar manzana, además de migrar a los Estados Unidos.
Uno de los factores que inciden en esta caída es el aumento de la temperatura ambiental, ya que la pera, así como el durazno, ciruela, membrillo, tejocote, capulín y manzanas que crecen en este pueblo de tres mil habitantes, requieren de un frío invernal que dejó de sentirse de manera natural.
“La pera es por lo que se nos reconoce, pero para muchos ya no nos fue rentable”, dice Fortino Mendoza, quien desde hace algunos años se concentró en el cultivo de manzana y durazno. Sin embargo, ha tenido que recurrir a métodos científicos que sustituyan lo que antes brindaba la propia naturaleza. Explica que las plantas de la zona necesitan clima frío para entrar en dormancia, es decir, el momento en que tiran sus hojas y entran en reposo. Si el invierno es benévolo, el árbol vuelve a florear, pero si el frío disminuye o su periodo se reduce, esos árboles no brotan, o brotan de forma dispareja, por lo que requieren de “ayuda externa”.
Hace diez años, esta región ubicada en una montaña del oriente michoacano, entre los municipios de Zinapécuaro y Maravatío, registraba temperaturas de 400 a 500 unidades frío para sus árboles, pero ahora están entre 200 y 300, lo que perjudica a la floración.
La temperatura ambiental también se ha modificado: hoy el verano llega a registrar hasta 28 grados centígrados, algo impensable en esta zona que siempre había sido fría.
Tala sin control
La tala inmoderada en los bosques cercanos es una constante, lo mismo en la llamada Comunidad Indígena que en el Ejido de San Agustín, la zona de Los Azufres y el cerro de San Andrés, donde han sido arrasados ejemplares de oyamel, pino y encino. “Es una tala inmensurable, descontrolada”, acepta Mendoza, quien agrega: “Se acabó la frescura de la zona, no solo hace más calor, sino que llueve mucho menos en relación a años pasados. Estamos en los 800 milímetros de lluvia, uno de los niveles más bajos que se recuerden”.
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Roberto Molina Garduño, presidente de la Cámara Nacional de la Industria Maderera, ha dicho que en los últimos 30 años los bosques de la región Oriente del estado perdieron el 40 por ciento de sus árboles. En el caso de Ucareo, es un pueblo relativamente cercano a los santuarios de la mariposa Monarca, cuya migración recientemente fue puesta en una lista roja de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICM).
La actividad de tala tiene una fuerte presencia en los bosques de Ciudad Hidalgo, Maravatío, Zitácuaro y Zinapécuaro, donde se ha complementado con la cada vez mayor penetración de grupos del crimen organizado.
Fertilizantes, caros y contaminantes
Entre los fertilizantes más usados por los campesinos de Ucareo se encuentran el sulfato de amonio, fosfato diamónico y monoamónico, urea, el triple 16 y triple 17, que son los más comunes y comerciales, pero cuyos precios también forman parte de la escalada inflacionaria a nivel mundial. Tan solo la tonelada de Urea pasó de 8 mil a 23 mil pesos, un incremento de 187 por ciento ocasionado por la crisis bélica de Rusia, su principal proveedor. Algo similar pasa con el fosfato monoamónico, que subió 118 por ciento comparado con el primer trimestre de este año.
Mendoza acepta que se trata de los fertilizantes más concentrados, “y sabemos que todos los químicos tienen repercusiones negativas, pero lo estamos equilibrando con fertilizantes orgánicos como las compostas, productos de biodigestores, lombricompostas, fermentos de estiércol y otros”.
Los fertilizantes químicos contribuyen a las emisiones de gases de efecto invernadero, una de las principales causas del cambio climático; además, el exceso de fertilizante suele llegar a ríos y arroyos cuando hay muchas lluvias.
Al mercado de la transformación
La pera de esta comunidad que es sembrada en unas 500 hectáreas es comprada en su gran mayoría por grandes empresas que la transforman en jugos, néctares y yogurt. Se trata de firmas como Nestlé, Jumex y Valle Redondo, que acaparan el 80 por ciento de la producción, en tanto que el resto va a ciudades como Querétaro, Ciudad de México, Guadalajara, Celaya y otras del bajío.
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Al no ser suficiente para solventar los gastos familiares, muchos campesinos optan por aceptar trabajos temporales en Estados Unidos, donde son contratados para el tratamiento de huertos, sobre todo de Washington y Oregon. A diferencia de la aventura ilegal, estos contratos no tienen riesgos, son bien pagados y recurrentes a lo largo del año. Se trata, dice Fortino Mendoza, de mano de obra calificada, aunque paradójicamente está provocando la escasez de empleados para la región.
Es negocio solo en volumen
Ramón Aguilar es un empresario que siempre le ha apostado a la pera. Dice, con orgullo, que él mismo firmó el primer contrato con la marca Gerber hace más de 20 años, y desde entonces sabe que es un fruto noble, que muchas veces produce de forma “lírica”, es decir, sin poda ni fertilizante alguno.
Sin embargo, hace notar que en general ha habido menos peras en los últimos cinco años, lo que atribuye también al cambio climático. “Hace cinco años le vendimos siete mil toneladas a Valle Redondo, mientras que en esta temporada con trabajos llegaremos a las dos mil 500”.
La pera más abundante en Ucareo es la Kieffer, caracterizada por el color amarillo con pulpa espesa, alcanzando su maduración entre mayo y julio. Ramón dice que la cosecha en algunos huertos está muy retrasada, pues comúnmente en agosto ya no había frutos.
En estas condiciones, la pera solo es negocio si se vende por volumen, pues se suele pagar entre 80 y 100 pesos la caja de 20 kilos en esta última cosecha, de donde también saldrán productos que venderán a Nestlé, pero con un pago todavía menor: de 45 pesos la caja, pues ya no cumplen condiciones para el mercado fresco. Las propias empresas comparadoras como Nestlé han visitado la zona en los últimos años, interesadas en que se incrementen los volúmenes de producción.
En México los estados que encabezan la producción de pera son Puebla y Michoacán, pero a nivel internacional enfrentan la competencia de Chile, que también acusa problemas de producción en los últimos años debido a una plaga que por cierto también está presente en los huertos de Ucareo, la cual seca a las ramas y no han podido abatirla.
Nuevas generaciones no aprenden a procesarla
Uno de los mayores atractivos de cada Feria de la Pera es la oferta de frutas procesadas de forma artesanal, lo que se traduce en licores, ates, almíbares, cremas, prensados, mermeladas y salsas. Desde finales de la década de los 70, mujeres emprendedoras comenzaron a elaborar estos productos que no contienen conservadores artificiales, pero transcurrido el tiempo son ya son pocas las familias que siguen en el negocio. “Nos estamos haciendo grandes y nuestras hijas ya no van a continuar, estudiaron alguna carrera y se dedican a lo suyo, esto es muy pesado, lleva mucho tiempo y no deja tanto dinero”, lamenta Gloria Chávez, una de las principales impulsoras de cooperativas en el pueblo.
En ese contexto la que destaca es la empresa familiar El Huerto, que ha sabido visualizar la potencia de los mercados nacionales e internacionales, aunque también enfrentan dificultades en el aumento de precios de alcohol y vidrio, fundamentales para su producción y distribución.