Morelia, Mich. (OEM-Infomex).- Hacer la tarea en la tenencia de Teremendo de Los Reyes, municipio de Morelia, no es nada sencillo. No basta con tener libreta y lápiz, como en los viejos tiempos, ahora cada asignatura llega por WhatsApp a los teléfonos de las madres de familia, pero como prácticamente nadie tiene Internet en casa, mucho menos un plan de datos, hay que ir al único “ciber” del pueblo, pagar 10 pesos para acceder al Wifi, descargar los mensajes, imprimir y regresar a casa para entonces sí que las niñas y niños cumplan con el deber escolar.
En esta población de 1,366 habitantes, según cifras del Censo 2010 del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), la señal de televisión digital llega a cuentagotas. Es la pantalla la que ha sustituido a las aulas en este nuevo ciclo escolar, pero como ironía de la vida, ahora los pequeños lo último que desean es estar pegados al televisor. “Mi niña nomás no quiere tomar las clases ahí, dice que no le entiende, que le aburre, y mejor le cambia a las caricaturas o de plano se sale a la calle. Yo le digo que estudie, que solo así va a aprender a leer y hacer cuentas, pero no crea que me hace caso, me ignora, y ni modo que la obligue, ¿qué le digo?”.
El testimonio es de una joven madre que hace fila en el centro del pueblo en espera de anotarse para un programa de apoyo municipal que beneficiará con despensas a mujeres que demuestren tener un hijo mejor de cinco años de edad. Al preguntarle qué espera de la modalidad de clases a distancia, solo tiene pesimismo: “¿Pues qué vamos a esperar?, que pierdan el año, como ya perdieron el pasado. No van a aprender nada, y nosotras en qué les vamos a ayudar si con trabajos sabemos leer”.
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Otra mujer, de unos 35 años, refiere que desde que se cancelaron las clases en marzo pasado los maestros se ausentaron por completo. “No les interesó darnos opciones, yo creo que sí podrían dar clases normales, aunque sea una vez a la semana, porque aquí nadie tiene el virus, pero para ellos es más cómodo sólo cobrar y a lo mucho revisar tareas, ¿y sabe qué?, ni las revisan, ni les dicen nada, al final todos pasan, pero no aprenden nada”.
El grado de marginación económica en Teremendo, también con datos del Inegi, está marcado como Alto. El 17% de su población de 15 años y más es analfabeta; 44% de ese mismo rango no tiene primaria completa, mientras que 40% de los hogares cuentan con piso de tierra y 6 de cada 10 casas no tienen un refrigerador. La pobreza en esta tenencia se palpa, se huele, es incontrovertible.
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El mencionado “ciber” es atendido por una niña que no pasa de los 12 años de edad. Al preguntarle por un adulto, alza los hombros en señal que ella es la que lleva el negocio. Confirma que la hora cuesta 10 pesos, lo mismo que el acceso a su red desde un celular. ¿Y sí vienen los niños a hacer la tarea?, le preguntamos, pero suelta una risa irónica. “No, nomás vienen a juegar”. En efecto, el único cliente a esa hora es un menor que no pasa de los 11 años. Se ha apoderado de una computadora y no está conectado a ningún programa de la SEP, sino a un videojuego donde soldados norteamericanos combaten contra criminales. Él también ha pagado 10 pesos, y sabe que, si no elude a los villanos, su última vida alternativa se apagará.
Planteles cerrados
La escuela primaria de Teremendo de Los Reyes lleva por nombre Lázaro Cárdenas, con la clave 16DPB0226C ante la SEP. Antes de la pandemia contaba con el turno matutino y atendía a 243 alumnos divididos en 14 grupos. Es esa cantidad la que ahora aprende a medias en la televisión, la que debe esperar a que sus padres hagan un esfuerzo en imprimirles las tareas.
La Telesecundaria, por su parte, está en el abandono. Fue bautizada como José Guadalupe Salto y según cifras oficiales tiene capacidad para atender a 119 estudiantes. En teoría, fue diseñada para precisamente dar clases a distancia, pero nadie la abre desde que el coronavirus interrumpió las clases en México. En ese nivel de educación básica, también hay que sufrir el viacrucis de los WhatsApp.
El único maestro
En el centro del pueblo, en pleno portal, vive el único profesor que a veces está disponible para resolver dudas. Tres niños llevan 15 minutos tocando a la puerta de madera, pero nadie les abre. Luego otro menor aparece con documentos engargolados y todos sonríen. Es la tarea enviada por el maestro, que ha mandado decir que regresará hasta dentro de 15 días, pero envía suficiente material para entretenerse en resolverlo. Ahí hay contenido de matemáticas, geografía e historia. “Pues sí extrañamos ir a la escuela, a mí me gusta ir, pero si no se puede, ¿qué hacemos?”, responde uno de los niños, que no está dispuesto a perder la oportunidad de aprender, pese al extraño virus del que todos hablan.
