/ lunes 2 de octubre de 2023

Máquinas tragamonedas en Tierra Caliente; delito blanco que generan 2 mdp al mes

El negocio de las maquinitas tragamonedas está controlado por dos cárteles

Morelia, Michoacán.- La estrategia es más o menos sencilla. Sin preguntar llegan e instalan en comercios, tienditas, mercados, depósitos de cerveza e incluso en domicilios particulares tres, seis, 10 o más maquinitas tragamonedas. No preguntan, no negocian, solo llegan e instalan los artefactos del tamaño de un refrigerador o estufa y lo ponen a trabajar.

Como moscas, en cuestión de minutos se acercan niños, jóvenes, adultos mayores, mujeres de todas las edades y condiciones y empiezan a jugar una y otra y otra vez, por horas.

Fernanda es madre de tres hijos en Apatzingán y vive en la comunidad de Cenobio Moreno. En su comunidad no hay salones de belleza, ni cines, ni cafés para juntarse con las amigas. Su esposo le da para el gasto de la semana 700 pesos.

Desde hace tres años aparta de su mandado 30, 70, 100 pesos y con ellos por lo menos una vez a la semana juega “a los dados” en una maquinita que hay en una farmacia y asegura que ha llegado a sacar de ahí hasta 300 pesos, “en una sola jugada de suerte”.

Después de jugar se queda siempre con las ganas de más, pero aún no se atreve a apartar más dinero de su mandado porque ello implicaría dejar de comprar productos como carne, leche y huevo para su casa.

El crimen organizado encontró desde hace mucho tiempo una nueva manera de extorsionar, cobrar piso, cooptar y obtener ganancias millonarias casi limpias de manera sencilla y sin derramar sangre.

A nivel nacional hay una cifra negra y desconocida en este delito que está a la vista de todos y que además está poco denunciado y clasificado.

Hace más de 15 años en la zona de Tierra Caliente en Michoacán, investigadores en el tema de seguridad, miembros de organizaciones sociales de la sociedad civil (ONG) y habitantes de municipios como Apatzingán, Buenavista y los alrededores comenzaron a notar cómo proliferaban los negocios de maquinitas que hacían ganar a los dueños más de ocho mil pesos al mes, prácticamente sin moverse.

Actualmente una maquinita de videojuegos cuesta entre 15 y 40 mil pesos y se puede pedir por internet dependiendo de qué tan grande y sofisticada se quiera. Las hay de videojuegos en los que solo el entretenimiento es ver el monitor y pulsar botones o jalar palancas; las hay de expendio de dulces o muñecos de peluche, pero también están las de apuestas y juegos de azar.

La directora del observatorio de seguridad regional del Valle de Zamora, Claudia Verduzco, opina que las maquinitas de juegos de azar son las más peligrosas y adictivas.


Independientemente de la extorsión, hemos detectado que en los que niños, mujeres y jóvenes, principalmente, las maquinitas llegan a desarrollar ludopatías, que los encamina a cometer otros delitos y las adicciones.

A principios del mes de septiembre en un operativo conjunto, el Ejército y la Fiscalía General del Estado realizaron el decomiso de más de 160 maquinitas en el municipio de Apatzingán y Buenavista Tomatlán y declararon que habían desmontado 11 “minicasinos” en donde operaban dos cárteles del narcotráfico de los que se obtenían ganancias estimadas en dos millones de pesos mensuales.

La Guardia Civil informó que los minicasinos operaban a través de 163 máquinas tragamonedas instaladas en amplios locales, tiendas de abarrotes y otros comercios.

El operativo pudo realizarse con base en órdenes de cateo obsequiadas por un juez de Control y que cumplimentaron agentes de la Subsecretaría de Investigación Especializada (SIE) de la Guardia Civil, Fiscalía General del Estado (FGE), Ejército Mexicano, Guardia Nacional y la Coordinación Nacional Antisecuestro.

Los “minicasinos” estaban instalados en las colonias populares de Apatzingán y en la cabecera municipal y los poblados de Santa Ana Amatlán y Pinzándaro en Buenavista Tomatlán.

Cada máquina tragamonedas tiene un valor que oscila entre los 15 mil y los 38 mil pesos, pero puede generar ganancias de hasta 12 mil pesos mensuales, es decir, por los 163 aparatos el crimen organizado obtenía hasta dos millones de pesos cada mes.

Estos “minicasinos”, de acuerdo con la Fiscalía Estatal, eran propiedad de los cárteles de Los Viagras (en Buenavista) y de Acahuato (en Apatzingán).

¿En dónde está el negocio?

La ganancia de las maquinitas está en lo que se recaba, que oscila entre dos mil pesos al día dependiendo del tipo de si es una máquina de videojuegos o de una de azar y también en la cantidad de estas instaladas en un solo local, casa y zona.

Cada semana, mes o cada quince días, integrantes de células delictivas pasan a retirar lo recaudado por las maquinitas, pero también le cobran piso al negocio y el “permiso para operar”.

Como en otros sectores se cobra por todo, asegura la directora del Observatorio Regional Zamora. Se le cobra a quien las tiene ya instaladas, a los que se las imponen a fuerza de pistola por el número de maquinitas instaladas, pero también le cobran a la persona o comerciante que se negó a ponerlas y se cobra también por el número de personas que las usan.

Los expertos los llaman “minicasinos” porque personas de todas las edades de una localidad las utilizan con frecuencia y se convierten en jugadores cautivos ante la falta de opciones de entretenimiento, trabajo, estudio o esparcimiento.

Los integrantes de la mesa de seguridad de Apatzingán también conoce bien la problemática y observan cómo ha crecido el problema de salud pública en niños y adolescentes que “se enganchan al juego y luego hacen todo por mantener ese vicio y no dudan en cometer actos ilícitos que desencadenan otra problemática”.

Unos de los integrantes de esta mesa que solicita la secrecía de su nombre por seguridad señala que en el valle de Apatzingán han contabilizado hasta seis mil máquinas tragamonedas en poder de células delictivas.

Empezamos a detectar el problema desde hace muchos años, pero no hay datos claros de la autoridad, aunque conocen de la problemática. Hace unos tres años el ex comandante de la 43ª Zona Militar con sede en Apatzingán intentó hacer un operativo de seguridad para acabar con los minicasinos, pero al poco tiempo se apagó esta iniciativa y desconocemos si se intentaron más.

Lo cierto, dice, es que el decomiso reciente de las 163 máquinas en Buenavista y Apatzingán “fue quitarle un pelo al gato”.

Los cárteles del narcotráfico que operan en la zona incluso se atreven a poner distintivos a cada una de las máquinas tragamonedas para identificar qué grupo las controla y a quién le deben de pagar el derecho de piso.

Además, “es un delito 'blanco' con cifras negras porque nadie va a denunciar que se está advirtiendo que está jugando o que le pusieron seis maquinitas en su casa. El cobro de la luz del artefacto se paga a veces sí y otras no a la Comisión Federal de Electricidad (CFE), pero en general no vienen a cortarla porque saben a lo que se enfrentan”.

No denuncian, señalan los integrantes de la mesa de seguridad “porque a nadie le parece un delito, porque parecen inofensivas y la gente va a dejar su dinero ahí de manera voluntaria. Las autoridades de la Secretaría de Gobernación, que es quien regula los juegos de azar y entretenimiento como estos, tienen una gran falta de entendimiento de la realidad y carecen de estrategia integral para comprender que esto es una de las puertas de entrada a otros delitos, además de la extorsión que se comete”.

En el valle de Apatzingán los habitantes reconocen al menos dos líderes criminales de los carteles de Los Viagra y Los Caballeros Templarios, que son quienes controlan el negocio, el cobro de piso y este sector. “Ellos dicen tienen bodegas enteras para surtir de maquinitas a comercios, rancherías, mercados y tienditas”.

La ley

En el negocio de las maquinitas, la regulación de operación está en manos de la Secretaría de Gobernación. Para ser permisionario u operador autorizado para operar estos aparatos se necesita y poseer permiso de la Secretaría, basados en los artículos 20 y 21 del Reglamento de la Ley.

Además se debe de contar con la autorización de apertura para los establecimientos en los que se pretenda instalar dichas máquinas, ajustado en los requisitos contemplados para ser permisionarios, establecidos en los mismos artículos.

¿Qué se entiende por máquinas tragamonedas?

Según la definición de la propia Segob es un artefacto o dispositivo de cualquier naturaleza, “a través de la cual el usuario, sujeto al azar, a la destreza o a una combinación de ambas, realiza una apuesta, mediante la inserción de un billete, moneda, ficha o cualquier dispositivo electrónico de pago u objeto similar, con la finalidad de obtener un premio”.

Morelia, Michoacán.- La estrategia es más o menos sencilla. Sin preguntar llegan e instalan en comercios, tienditas, mercados, depósitos de cerveza e incluso en domicilios particulares tres, seis, 10 o más maquinitas tragamonedas. No preguntan, no negocian, solo llegan e instalan los artefactos del tamaño de un refrigerador o estufa y lo ponen a trabajar.

Como moscas, en cuestión de minutos se acercan niños, jóvenes, adultos mayores, mujeres de todas las edades y condiciones y empiezan a jugar una y otra y otra vez, por horas.

Fernanda es madre de tres hijos en Apatzingán y vive en la comunidad de Cenobio Moreno. En su comunidad no hay salones de belleza, ni cines, ni cafés para juntarse con las amigas. Su esposo le da para el gasto de la semana 700 pesos.

Desde hace tres años aparta de su mandado 30, 70, 100 pesos y con ellos por lo menos una vez a la semana juega “a los dados” en una maquinita que hay en una farmacia y asegura que ha llegado a sacar de ahí hasta 300 pesos, “en una sola jugada de suerte”.

Después de jugar se queda siempre con las ganas de más, pero aún no se atreve a apartar más dinero de su mandado porque ello implicaría dejar de comprar productos como carne, leche y huevo para su casa.

El crimen organizado encontró desde hace mucho tiempo una nueva manera de extorsionar, cobrar piso, cooptar y obtener ganancias millonarias casi limpias de manera sencilla y sin derramar sangre.

A nivel nacional hay una cifra negra y desconocida en este delito que está a la vista de todos y que además está poco denunciado y clasificado.

Hace más de 15 años en la zona de Tierra Caliente en Michoacán, investigadores en el tema de seguridad, miembros de organizaciones sociales de la sociedad civil (ONG) y habitantes de municipios como Apatzingán, Buenavista y los alrededores comenzaron a notar cómo proliferaban los negocios de maquinitas que hacían ganar a los dueños más de ocho mil pesos al mes, prácticamente sin moverse.

Actualmente una maquinita de videojuegos cuesta entre 15 y 40 mil pesos y se puede pedir por internet dependiendo de qué tan grande y sofisticada se quiera. Las hay de videojuegos en los que solo el entretenimiento es ver el monitor y pulsar botones o jalar palancas; las hay de expendio de dulces o muñecos de peluche, pero también están las de apuestas y juegos de azar.

La directora del observatorio de seguridad regional del Valle de Zamora, Claudia Verduzco, opina que las maquinitas de juegos de azar son las más peligrosas y adictivas.


Independientemente de la extorsión, hemos detectado que en los que niños, mujeres y jóvenes, principalmente, las maquinitas llegan a desarrollar ludopatías, que los encamina a cometer otros delitos y las adicciones.

A principios del mes de septiembre en un operativo conjunto, el Ejército y la Fiscalía General del Estado realizaron el decomiso de más de 160 maquinitas en el municipio de Apatzingán y Buenavista Tomatlán y declararon que habían desmontado 11 “minicasinos” en donde operaban dos cárteles del narcotráfico de los que se obtenían ganancias estimadas en dos millones de pesos mensuales.

La Guardia Civil informó que los minicasinos operaban a través de 163 máquinas tragamonedas instaladas en amplios locales, tiendas de abarrotes y otros comercios.

El operativo pudo realizarse con base en órdenes de cateo obsequiadas por un juez de Control y que cumplimentaron agentes de la Subsecretaría de Investigación Especializada (SIE) de la Guardia Civil, Fiscalía General del Estado (FGE), Ejército Mexicano, Guardia Nacional y la Coordinación Nacional Antisecuestro.

Los “minicasinos” estaban instalados en las colonias populares de Apatzingán y en la cabecera municipal y los poblados de Santa Ana Amatlán y Pinzándaro en Buenavista Tomatlán.

Cada máquina tragamonedas tiene un valor que oscila entre los 15 mil y los 38 mil pesos, pero puede generar ganancias de hasta 12 mil pesos mensuales, es decir, por los 163 aparatos el crimen organizado obtenía hasta dos millones de pesos cada mes.

Estos “minicasinos”, de acuerdo con la Fiscalía Estatal, eran propiedad de los cárteles de Los Viagras (en Buenavista) y de Acahuato (en Apatzingán).

¿En dónde está el negocio?

La ganancia de las maquinitas está en lo que se recaba, que oscila entre dos mil pesos al día dependiendo del tipo de si es una máquina de videojuegos o de una de azar y también en la cantidad de estas instaladas en un solo local, casa y zona.

Cada semana, mes o cada quince días, integrantes de células delictivas pasan a retirar lo recaudado por las maquinitas, pero también le cobran piso al negocio y el “permiso para operar”.

Como en otros sectores se cobra por todo, asegura la directora del Observatorio Regional Zamora. Se le cobra a quien las tiene ya instaladas, a los que se las imponen a fuerza de pistola por el número de maquinitas instaladas, pero también le cobran a la persona o comerciante que se negó a ponerlas y se cobra también por el número de personas que las usan.

Los expertos los llaman “minicasinos” porque personas de todas las edades de una localidad las utilizan con frecuencia y se convierten en jugadores cautivos ante la falta de opciones de entretenimiento, trabajo, estudio o esparcimiento.

Los integrantes de la mesa de seguridad de Apatzingán también conoce bien la problemática y observan cómo ha crecido el problema de salud pública en niños y adolescentes que “se enganchan al juego y luego hacen todo por mantener ese vicio y no dudan en cometer actos ilícitos que desencadenan otra problemática”.

Unos de los integrantes de esta mesa que solicita la secrecía de su nombre por seguridad señala que en el valle de Apatzingán han contabilizado hasta seis mil máquinas tragamonedas en poder de células delictivas.

Empezamos a detectar el problema desde hace muchos años, pero no hay datos claros de la autoridad, aunque conocen de la problemática. Hace unos tres años el ex comandante de la 43ª Zona Militar con sede en Apatzingán intentó hacer un operativo de seguridad para acabar con los minicasinos, pero al poco tiempo se apagó esta iniciativa y desconocemos si se intentaron más.

Lo cierto, dice, es que el decomiso reciente de las 163 máquinas en Buenavista y Apatzingán “fue quitarle un pelo al gato”.

Los cárteles del narcotráfico que operan en la zona incluso se atreven a poner distintivos a cada una de las máquinas tragamonedas para identificar qué grupo las controla y a quién le deben de pagar el derecho de piso.

Además, “es un delito 'blanco' con cifras negras porque nadie va a denunciar que se está advirtiendo que está jugando o que le pusieron seis maquinitas en su casa. El cobro de la luz del artefacto se paga a veces sí y otras no a la Comisión Federal de Electricidad (CFE), pero en general no vienen a cortarla porque saben a lo que se enfrentan”.

No denuncian, señalan los integrantes de la mesa de seguridad “porque a nadie le parece un delito, porque parecen inofensivas y la gente va a dejar su dinero ahí de manera voluntaria. Las autoridades de la Secretaría de Gobernación, que es quien regula los juegos de azar y entretenimiento como estos, tienen una gran falta de entendimiento de la realidad y carecen de estrategia integral para comprender que esto es una de las puertas de entrada a otros delitos, además de la extorsión que se comete”.

En el valle de Apatzingán los habitantes reconocen al menos dos líderes criminales de los carteles de Los Viagra y Los Caballeros Templarios, que son quienes controlan el negocio, el cobro de piso y este sector. “Ellos dicen tienen bodegas enteras para surtir de maquinitas a comercios, rancherías, mercados y tienditas”.

La ley

En el negocio de las maquinitas, la regulación de operación está en manos de la Secretaría de Gobernación. Para ser permisionario u operador autorizado para operar estos aparatos se necesita y poseer permiso de la Secretaría, basados en los artículos 20 y 21 del Reglamento de la Ley.

Además se debe de contar con la autorización de apertura para los establecimientos en los que se pretenda instalar dichas máquinas, ajustado en los requisitos contemplados para ser permisionarios, establecidos en los mismos artículos.

¿Qué se entiende por máquinas tragamonedas?

Según la definición de la propia Segob es un artefacto o dispositivo de cualquier naturaleza, “a través de la cual el usuario, sujeto al azar, a la destreza o a una combinación de ambas, realiza una apuesta, mediante la inserción de un billete, moneda, ficha o cualquier dispositivo electrónico de pago u objeto similar, con la finalidad de obtener un premio”.

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