Morelia, Michoacán (OEM-Infomex).- El panorama futuro para las librerías de ocasión no parece promisorio en la capital michoacana. A pesar de que el rubro intenta mantenerse a flote con las ventas por internet, la economía de estos giros comerciales se ha visto fuertemente golpeada por la pandemia.

La manera de interpretar las fases de la pandemia, por parte de los tres niveles de gobierno, ha propiciado confusión en un amplio sector de la ciudadanía debido a la toma de decisiones contrapuestas. En ese contexto, no pocos vendedores de libros

fueron impelidos a cerrar por más de tres semanas durante el mes de mayo, mientras que otros permanecieron de puertas abiertas dado que librerías y papelerías fueron considerados “giros necesarios” en el índice del ayuntamiento moreliano.

Abiertos, cerrados o bien actualizando su catálogo para ofertarlo por redes sociales, la pervivencia de estos negocios pende de un hilo, a raíz de la crisis. Sin embargo, ante este panorama, algunos libreros buscan salir a flote mediante la venta a domicilio y por internet.

Sobre los efectos del confinamiento en las dinámicas de las “librerías de viejo”, que no son exclusivamente relaciones de compra-venta, sino formas de socialización mediadas por el gusto de la lectura, el coleccionismo y la confluencia de intereses entre librero y cliente, El Sol de Morelia platicó con cuatro dependientes de este rubro, a fin de conocer la manera de cómo han sobrellevado esta mala racha.

A decir de Isaías Morelos Delgado, librero desde 1968, el cierre obligatorio le perjudicó totalmente al verse impedido de obtener ingresos por su trabajo y no contar con un “colchoncito del que me pudiera asistir”.

Entrevistado en su librería, un espacio sui generis en el sótano del mercado Nicolás Bravo, señaló que de parte de las autoridades estatales y municipales “no ha habido ninguna actividad concreta de apoyos económicos para los compañeros libreros”, por lo cual dijo que dichas instancias “deben impulsar la reactivación del rubro”.

“A estas alturas no hemos tenido algún aviso de que vaya a haber actividades o vayan a reiniciarse las ferias de libro. Estamos a la espera porque la situación está difícil: no hay estudiantes, no hay gente que nos venga a comprar –lo peor, no hay dinero–, y si no se vende lo más esencial que son los alimentos, menos van a venir a comprarme un libro”, advirtió.

Un caso similar es el de la librería Olimpo, ubicada en la calle Abasolo del Centro Histórico que cerró alrededor de dos semanas sin reportar más ventas que las realizadas vía internet.

“Ahorita seguimos subiendo libros en Facebook y en Mercado libre, de vez en cuándo ponemos ofertas y promociones”, dijo la trabajadora Esmeralda Hernández, al reconocer que el comercio por plataformas digitales ha sido una alternativa ante la escasez de clientela.

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La circunstancia local es un nítido reflejo de lo sucedido en la capital del país, así como en ciudades colmadas de librerías como Barcelona y Buenos Aires, por mencionar como ejemplo, donde el “mercado del libro”, bien sea nuevo o usado, se ha desplomado tras la crisis sanitaria derivada de Covid-19.

Ventas en línea, la tabla de salvación

“La apertura al comercio en línea, se vislumbra como una alternativa para resistir los embates de la crisis”, señaló Moisés Bedolla, dueño de Ofertulibro, negocio ubicado en el Centro histórico, quien dijo haber mantenido abierto sólo medio día, bajo la anuencia municipal de ser giro comercial necesario.

“Las ventas por internet sí representaron una tabla de salvación. Básicamente el primer mes de la pandemia, las ventas en línea fue la mayor entrada porque en el local se vendían 200 pesos al día, mientras en línea se conseguía el porcentaje de lo necesario para cubrir la renta, que es lo más pesado”, advirtió.

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Cuestionado por el papel que juegan las vendimias de libros en plazas públicas, dijo que para un librero establecido resulta ambivalente la realización de estos eventos cuando el gremio local no es contemplado.

“El problema de las ferias es que no volteaban a ver a los libreros locales. Las últimas veces que se pusieron nunca nos llegó invitación para participar. La economía local no se mueve con esas ferias pequeñas y sí nos pone en la madre a quienes tenemos negocios pequeños”, aseguró.

Por su parte, Maximiliano Regalado Corona, dependiente de Librería Luz, dijo que el ayuntamiento le pidió cerrar en mayo por lo menos cuatro semanas, razón por la cual él y los demás empleados se dedicaron a preparar paquetes de libros, previamente vendidos por plataformas digitales.

“Antes de entrar a la fase tres de la pandemia sí estábamos vendiendo aquí, pero hubo días en los que no se vendió nada, veníamos y estaba solo. Luego, cuando se pudo abrir, tampoco llegó nadie”, explicó.

Más allá de la crisis que ha causado la pandemia en el sector, reconoció que las ventas “han declinado porque ya no está la Central de autobuses y la calle no es tan transitada como antes”. Sin embargo, advirtió que las ventas por internet tuvieron un aumento del 30 por ciento en mayo, respecto a marzo y abril, en tanto se han mantenido fluctuando en lo que va de este mes. Y agrega:

Pienso que este tipo de librerías requieren publicidad, eso nos ayudaría un montón, además de estar presentes en las ferias