Moelia, Mich (OEM-Infomex).-Gustavo Mota Leyva es inquieto y apasionante con su mente. Cuando se le hace una pregunta que le resulta un tanto interesante, se contonea en su asiento y antes de dar una respuesta cierra por unos segundos los ojos para pensar bien la respuesta y, al sentir que tiene las palabras correctas, las deja escapar sin prisa.
Estamos sentados en el restaurante de un hotel con el periodista que trabaja para El País y que también es colaborador de algunos medios nacionales. Ha dejado su casa en Madrid, España, para participar en un seminario de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo (UMSNH) y de paso hablar sobre la actualidad de los medios de comunicación y hasta de la violencia generada por el narcotráfico.
Nacido en México, ejerce el periodismo desde el año de 1990 y a decir de su perfil que él mismo ha trepado a la internet, su género favorito es la entrevista. Por sus cuestionamientos han pasado personajes como José Saramago, Gabriel García Márquez, Mario Vargas Llosa, Elena Poniatowska, Andrés Calamaro, Gael García Bernal, Ricardo Darín, entre otros.
Como psicoanalista también que es, ha desarrollado una línea de investigación en la que hace fuertes críticas a las redes sociales y en general a la época digital en la que vivimos. Gustavo no se reserva sus comentarios y admite que no es de su agrado la manera en que el ejercicio periodístico se ha vinculado a los aparatos móviles.
Estamos sujetos a una sociedad que expulsa lo distinto. Todos los medios hablan de lo mismo porque hay alguien que manda y ese es el algoritmo, ahora la agenda informativa es dictada por Google y eso me parece terrible porque hemos permitido que la tecnofilia remplace a lo que antes era un criterio informativo.
En este sentido, considera que se hace necesario retomar un ejercicio ético en profundidad, pero sobre todo regresar a la calle, pues es un convencido de que el buen periodismo sigue siendo el mismo que se hacía antes y que la tecnología no tendría que influir en la calidad de la información.
El ejercicio periodístico se hace con o sin celular, con o sin libreta, con o sin bolígrafo. Todo esto tiene que ver con una dimensión ética, no con un instrumento. Pero lo que ha sucedido es que hemos permitido que la herramienta, en este caso el teléfono móvil, desplace el criterio y pensamiento del periodista.
Tras varios años de experiencia tanto en prensa escrita como en televisión, expone que uno de los grandes problemas del periodismo es que cree que lo sabe todo, lo que lo lleva a un conformismo y a no entender que el error es una fórmula que se sostiene bajo el argumento de que “no sabiendo, se descubren más cosas”.
Y va más allá: dice que en el periodismo todo está permitido menos inventar o mentir. No tiene tapujos en reconocer que su mejor entrevista fue la que realizó al escritor Rodolfo Fogwill, esto gracias a que en esa conversación se olvidó de que era periodista y el entrevistado un literato.
Mi error es que no lo había leído nunca y así me atreví a entrevistarlo, pero salió la mejor entrevista porque entendí a lo largo de treinta años de ejercicio periodístico que no tienes porque saber la última obra del escritor; es decir, sí es importante antes investigar y casi obligación del periodista saber casi más que el entrevistado, pero también recuperaría la sinceridad y honestidad que me llevó a comprender lo que me estaba transmitiendo esta persona.
Luego de un tiempo radicando en Europa, Gustavo Mota ha identificado las diferencias más notorias que se tienen entre hacer periodismo en España y en México. Aquí, asevera, el periodista está maltratado, precarizado y “gana una mierda”, por lo que resulta complejo que se le pueda estar exigiendo preparación, investigación, contraste y todo eso a lo que apunta el periodismo.
También hablamos de una sociedad de contrastes. Mientras el reportero gana una mierda, el dueño del medio de comunicación es multimillonario. Este factor termina reflejándose con una información de muy mala calidad y que proyecta clasismo y el nivel de corrupción que hay en el país. Es decir, si tú no pagas bien y digno, no puedes esperar que te llegue una información correcta y digna, es cuando entra la maldita maldición de la corrupción y el narcotráfico.
Sumado a esto, lamenta la poca protección de parte del Estado al periodista y al derecho a la información. Y ante la situación de violencia cotidiana generada por los grupos del crimen organizado en estados como Michoacán, Gustavo Mota propone algo temerario, pero que asegura funcionó en España con la ETA.
España descubrió que lo que la ETA quería era verse en la televisión reventando bombas, entonces hicieron un pacto de Estado para no darle voz al terrorismo. En México, sigue siendo un tema el narcotráfico, el horror y la guerra. Se utiliza con fines partidistas y hasta que no se reconozca que azota a todos y se genere un acuerdo nacional de paz, no se podrá empezar con el debilitamiento de estos grupos que todo lo contamina. Yo soy de la opinión de que hay que dejar de darles voz y mirada a todo lo que tiene que ver con el crimen organizado.
