Morelia, Michoacán (OEM-Infomex).- Mirely Gómez se mira frente al espejo. Sin prisa alguna, realiza ejercicios de calentamiento, estira sus brazos y sus piernas… una y otra vez. Se asegura de que ningún músculo quede entumido. Ahora sí: en los altavoces hace sonar a los Ángeles Azules y por todo el salón retumba “Nunca es suficiente”.
Con habilidad, pero al mismo tiempo elegancia, Mirely se sujeta de la barra vertical y comienza a hacer giros, saltos, se cuelga, queda estática por unos segundos y desciende. Desde hace 10 años practica pole sport, la disciplina que nació como una expresión sensual de la mujer, pero que de a poco se ha ido convirtiendo en un deporte.
En entrevista para El Sol de Morelia, relata que aunque todavía hablar de clases en tubo lleva a mucha gente a pensar en una connotación sexual, los prejuicios se han ido combatiendo con la difusión que se tiene del pole sport en redes sociales, pero sobre todo, con los testimonios y la experiencia de quienes se han atrevido a practicarlo.
En los tiempos antiguos, las mujeres comenzaron a usar los postes que estaban a la mitad de las carpas de los circos, se acercaban y simulaban hacer algunos movimientos con tintes más sensuales, pero con los años la práctica tomó más forma en Estados Unidos
Dice que fue la canadiense Fawnia Mondey la encargada de darle un nuevo sentido a lo que se conocía en aquel entonces como pole dance. A través de su escuela, inaugurada en 1994, el enfoque se modificó radicalmente y lejos de que el trabajo físico con un tubo fuera un elemento para sobajar a la mujer, éste se convirtió en una herramienta para mejorar su autoestima.
“Comenzó a introducir rutinas que incluían bailes con movimientos sensuales, tacones o poca ropa, pero que a su vez tenían el objetivo de que la mujer ganara una mayor confianza en sí misma y se desenvolviera de mejor manera en su vida diaria”.
La idea cuajó de buena manera, sobre todo en el Reino Unido. Para el año 2005, el planeta entero sería testigo de la primera edición de lo que fue “Miss Pole Dance World”, donde Elena Gilson se consagró como campeona gracias a su estilo que se caracterizaba por la combinación que realizaba con el ballet clásico.
En su caso, cuenta Mirely, que desde la primera ocasión que tuvo contacto con el tubo se percató de que realmente era buena y de que tenía la fuerza suficiente para realizar algunos ejercicios. El descubrimiento la enganchó y no pasó mucho tiempo para que comenzara a tomar talleres con deportistas extranjeras y así lograr un acercamiento con la Federación Mexicana de Pole Sport.
El interés y la pasión por esta disciplina han derivado en la organización de seis Campeonatos Regionales de Pole Sport, además de convertirlo en un modo de vida a través de una escuela de enseñanza que instauró en la capital michoacana.
La verdad es que es algo que ha ido tomando fuerza con el paso de los años, ahora la propia Conade lo ha reconocido como un deporte y en los campeonatos ya se toman en cuenta ciertos estándares como los giros que se dan, los ángulos, el saber sostener un movimiento, enfocarte de un lado a otro y hacer las cosas bien para sumar puntos en tu rutina
Ahora mismo, expone que Michoacán está catalogada como una de las potencias a nivel nacional de pole sport. Para ejemplo, cita los casos de Imelda Cabello y Abdiel Villaseñor, quienes se encuentran rankeados como número 1 dentro de sus categorías y actualmente están compitiendo en el Campeonato Mundial de la especialidad que se desarrolla en Amsterdam.
Dentro de las cualidades que puede enumerar de este deporte, hace un énfasis en la posibilidad de que cualquier hombre o mujer pueden acceder a practicarlo. Explica que no hay mito más grande que el creer que se necesita ser un atleta de alto rendimiento para hacer acrobacias en un tubo.
Las capacidades las desarrollas hasta convertirlas en habilidades, los buenos maestros tienen el talento de hacer que las clases sean progresivas, así que las personas pueden llegar en cero y con el tiempo ir consiguiendo objetivos de a poco, ya la fuerza física es algo que viene como una consecuencia del trabajo
Inclusive, aunque aclara que sigue siendo en menor proporción, detalla que los hombres se han ido integrando a escuelas de pole sport, “generalmente son personas que hacían pesas, pero se dieron cuenta de que el pole es un deporte más integral”.
A sus 36 años de edad, Mirely Gómez ha logrado subirse al pódium en cuatro ocasiones. Entrena por lo menos tres veces a la semana con sesiones de dos horas, pero más allá de eso, dice sentirse satisfecha con lo estimulante que puede llegar a ser esta disciplina para la mujer.
Considera que el pole sport es algo que les genera retos a las mujeres para mejorar su capacidad y su condición física. En cada movimiento, abunda, se presenta un desafío y cuando lo logran superar, es como si se empoderaran un poco más.
Admite que mucho de la solidaridad femenina es lo que ha hecho que se mantenga tan enamorada de este deporte. Con los años y la práctica en un tubo de acero, presume que ha aprendido a hacer comunidad entre mujeres, a cuidarse unas a las otras y a estar pendiente siempre de la compañera. Sororidad, le llaman.
Dejando de lado los beneficios físicos, Mirely prioriza los resultados que ha obtenido a nivel mental. Dice que cuando acaba un campeonato o logra sobrevivir a una rutina de cuatro minutos, se da cuenta que puede hacer cualquier cosa que se proponga. Se siente más poderosa, independiente y capaz. Tal como a Fawnia Mondey le hubiera gustado.
