La escultura, una tradición de la familia Ramírez

En el taller de escultura de Francisco, hijo del reconocido pintor y escultor José Francisco Ramírez, se mantiene encendida la fundidora y la pasión por la producción de obras durante tres generaciones

Alejandra Hernández

  · martes 23 de julio de 2019

Foto: Carmen Hernández

MORELIA, Mich.- (OEM-Infomex).- “Desde niño realizo escultura y mi mayor ejemplo es mi padre José Francisco Ramírez, pintor y escultor reconocido en Morelia, quien me introdujo al arte cuando apenas tenía cuatro años de edad, por eso ahora que estoy por retirarme le enseño a mi hijo todo lo que me enseñó mi padre”, comentó en entrevista Francisco Ramírez Corona, encargado de uno de dos últimos talleres de fundido que quedan en Morelia.

Este taller lo fundó su padre, autor de la escultura de Lázaro Cárdenas que se encuentra a la entrada de Pátzcuaro, el cual va por la tercera generación de los Ramírez, con el fin de continuar con la tradición escultórica familiar, así como de preservar este espacio a donde llegan diversos artistas para fundir su obra.

“Aparte de realizar obra propia en el taller, como en mi caso o el de mi papá, también damos un espacio para el proceso de fundición de otros escultores, quienes vienen aquí con nosotros para materializar su obra, así que siempre tengo contacto con muchos artistas de la ciudad”, señaló Ramírez Corona, quien tiene 27 años haciendo escultura.

Foto: Carmen Hernández

Asimismo, relató que en sus inicios su padre utilizaba el taller sólo para producir obra propia y le encargaba realizar montajes de sus esculturas de pequeño a grande formato; sin embargo al llegar Ramírez padre a la tercera edad tuvo que retirarse y le tocó a Ramírez hijo hacerse cargo del taller, donde lleva alrededor de siete años de manera independiente e incluyó a más artistas para que lo utilicen.

Las obras de Francisco muestran en su mayoría a la mujer, ya que para él significa la vida. “Para mí (la mujer) es la belleza pura de todo, habrá quienes le den otra interpretación, pero trato de reflejar esa belleza”, señaló Ramírez Corona.

“De mi padre aprendí dos cosas: la primera a trabajar de lo que me gusta para sostenerme, y la segunda fue que siempre debo llevar de la mano al arte con lo monetario para no morir en el intento, por eso creo que no es necesario hacer grandes tirajes o exposiciones, sino saber buscar un mercado en el mundo del arte, el cual es muy salvaje”.

Finalmente, comentó que pese a no ser un artista muy conocido, para él es muy placentero comer y vivir del arte, por lo que su hijo Tláloc Ramírez Olalde ya se prepara para continuar con la tradición.