Morelia, Michoacán (OEM-Infomex).- La señora Guadalupe sospecha que ha adquirido el coronavirus. Su tos es intensa y repetitiva, la voz sale muy ronca y por momentos le falta aire. Ha abordado una combi color rojo y ante las constantes repeticiones de esa latosa tos, el chofer le pregunta si está contagiada. Ella lo niega, le replica que solo es una leve molestia y entre esa plática el resto de pasajero vemos la escena con cierto temor.
Ya debajo del autotransporte, se le pregunta si se ha hecho la prueba del Covid-19, pero dice que no tiene Seguro Social ni cuenta con los recursos para realizarse un examen, así que hay que aguantarse a que la vean con miedo en estos días. ¿Se siente discriminada?, le cuestionamos, y dice que sí, que la gente en vez de ayudarla solo la señala, que sus hijos ya no la van a ver, pero tampoco le apoyan con recursos.
Según cifras aportadas por Alberto Hernández, director del Consejo Estatal para Prevenir y Eliminar la Discriminación y la Violencia en Michoacán (Coepredv), desde que la pandemia cobró el primer caso en el estado, esa dependencia ha recibido seis quejas emitidas por ciudadanos que se han sentido discriminados una vez que adquirieron el virus que actualmente ha contagiado a más de 23 mil personas en la entidad.
“La cifra parece mínima, pero debemos tener en cuenta varias cosas: una, que por la misma circunstancia, desde marzo pasado no se abren todos los días la oficina; dos, que mucha gente aún desconoce que hay una instancia donde puede llevar este tipo de quejas, y tres, que en general el mexicano no tiene una fuerte cultura de la denuncia, porque considera que es una pérdida de tiempo y no resolverá mucho”.
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El funcionario explica que las seis quejas recibidas reflejan una falta de empatía entre personas, pues esta enfermedad debe unir en vez de dividir. Un caso, narra, fue el de una joven que habita un edificio en el cual los vecinos se dieron cuenta que había contraído el virus. Sin más, se organizaron para pretender desalojarla de su departamento, “le pidieron a la administradora que la corriera y aunque al inicio se negó, tampoco hizo nada por detener el caso”, cuenta Hernández.
“Amenazaron con echarle cloro y gasolina si la administradora no hacía nada”, relata, así que luego de una denuncia interpuesta por un amigo de la víctima, elementos del Coepredv acudieron al lugar para platicar con los vecinos y hacerlos desistir de sus pretensiones. Parece que ahí quedó la intentona, pero Hernández asegura que se le da seguimiento y permanecen en contacto con la mujer.
Aunque el Consejo no puede seguir casos por oficio, sino solo por una queja interpuesta, sí monitorea presuntas violaciones humanas que entren en la categoría de discriminación. De ahí que ante denuncias vertidas en redes sociales contra choferes del transporte público que en apariencia discriminaban a pasajeros, hicieron un exhorto a las organizaciones del ramo para no caer en este tipo de conductas.
La discriminación suele afectar a los sectores más vulnerables de la sociedad. Entre los seis casos recibidos, Hernández también recuerda el de un anciano que, contagiado por el SARS-Cov-2, fue víctima de su familia, cuyos integrantes pretendieron llevarlo a un asilo aún en contra de su voluntad.
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De acuerdo a datos de la UNESCO, alrededor del mundo se han visto casos de discriminación contra los profesionales de la salud, impedidos muchas veces a regresar a su casa para evitar la contaminación de sus vecinos. “En otros casos, el temor al contagio provocó el estigma y los ataques discriminatorios contra las personas sin hogar que, debido a su situación, no pueden cumplir con el encierro ni aplicar otras medidas preventivas básicas”.
La discriminación bajo esta pandemia incluso ha escalado a la violencia, pues tan solo entre abril y mayo se registraron 103 agresiones contra personal médico en el país, según cifras de la Subsecretaría de Derechos Humanos Población y Migración.