Morelia, Michoacán (OEM-Infomex). - La primera vez que Daniela Fernanda Durán tomó ayahuasca en septiembre del 2019, lo hizo porque arrastraba una serie de padecimientos físicos crónicos y conflictos emocionales. Con la preparación y el acompañamiento necesario, buscaba una salida para encontrar la sanación, pero tras vivir la experiencia, entendió que la verdadera ceremonia apenas estaba comenzando.
A partir de ahí, ha acudido al ritual una vez por año, donde previamente, se deja guiar y sigue al pie de la letra las indicaciones que los facilitadores de la planta ancestral señalan: dejar de comer carne por un lapso de quince días y mantener un ayuno de doce horas en la fecha en que se acudirá a la ceremonia.
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“Cada experiencia es diferente, la primera vez iba a la expectativa, pues no sabía de qué se trataba, a qué me estaba enfrentando, pero es que también tiene que ver con el enfoque que le estés dando. Sí puedo decir que hay un antes y un después de la ayahuasca, pero esto no significa que todo sea miel sobre hojuelas de la noche a la mañana”.
Durante la ceremonia (la cual se realiza generalmente por la noche), explica que es necesario que los participantes tengan la apertura de entender todo lo que van a observar y sentir.
En lo visual, detalla que muchos coinciden en apreciar elementos como el jaguar y la anaconda, mientras que en la parte física, el cuerpo recorre múltiples sensaciones: vómito, frío, calor, pesadez en la cabeza y la certeza de que estás entrando a lo más profundo de ti mismo.
En términos técnicos, la ayahuasca es una mezcla de dos plantas: la enredadera de ayahuasca (Banisteriopsis caapi) y un arbusto llamado chacruna (Psychotria viridis)-, que contiene el alucinógeno dimetiltriptamina (DMT) que se bebe en té; el cual es ilegal en países como Estados Unidos y el Reino Unido.
Con cuatro ceremonias en su andar y un seguimiento terapéutico permanente, Daniela Durán enumera que los cambios más significativos que ha detectado es la sanación de los padecimientos físicos, la disminución de la ansiedad, una mayor capacidad de concentración, una estabilidad en el estado de ánimo y ser una mujer más observadora y pacífica.
Sin embargo, para Juliana Muñoz Vélez, acompañante de ceremonias de ayahuasca, los resultados positivos tras ingerir la "planta medicinal" obedecen a que existen acompañamientos responsables, trabajos terapéuticos previos, durante y posterior a los rituales.
“Al principio de alguna forma yo pensaba que la planta era para todos y luego de varias experiencias, me doy cuenta que sí lo es, pero con unas salvedades; es decir, algunas personas requieren de un proceso previo mucho más profundo, pues no todos están listos para aplicar en su vida diaria la información que reciben durante la ayahuasca”.
En este sentido, considera que hay verdades incómodas que deben comenzar a ser reconocidas por los facilitadores de la sustancia, como es el hecho de que existen personas que entran en cuadros psicóticos a los que hay que “aterrizar” lo más rápido posible.
“Esta situación que llega a suceder la veo como una ventana de oportunidad en la que todos debemos ser más responsables. Y es que en toda esta parte sacral y ceremonial que implica la ayahuasca, muchas veces se deja de lado cuestiones importantes que tienen relación con la ciencia y la neurología, el conocer cómo está nuestro sistema nervioso antes de participar en una ceremonia”.
No obstante, Juliana Muñoz aclara que la planta no es la responsable, sino el desconocimiento. En este punto, la también terapeuta holística asevera que existe una responsabilidad de las personas cuando no se habla con claridad al facilitador de la ayahuasca.
“Si tú no le dices que estás tomando ciertos medicamentos es un error, o si padeces algún trastorno mental es probable que al ingerir la bebida sufras un desbalance por no haber tenido el acompañamiento adecuado desde la parte terapéutica, energética y psiquiátrica”.
Por otra parte, Muñoz Vélez es consciente que un terapeuta tradicional o un psiquiatra no recomiende el acudir a una ceremonia, pero esto lo atribuye a que provienen de una "formación académica estructural" que se olvida del saber ancestral de los pueblos originarios, pues recuerda que la planta fue descubierta en las selvas de Sudamérica desde hace más de cinco mil años.
Al respecto, el psicólogo Antonio Mishel Ponce Gómez, quien ha trabajado el tema de las sustancias psicoactivas, expone que hasta el momento no existe una evidencia clara de que el uso de alucinógenos pueda ayudar a alcanzar la disminución de un malestar.
“Si yo a una persona que sufre ansiedad le recomiendo que vaya a una ceremonia estaría cometiendo un error porque no hay una certeza clínica de que le vaya a funcionar y al contrario, la puedo poner en riesgo porque sería confiar mi trabajo en un tercero que no sé si esté calificado”.
Asimismo, señala que lo que permite la ayahuasca es lo que en psicología se conoce como el “darse cuenta de”; es decir, detectar cuál es el origen del malestar, pero con todo y ello, aclara que profesionalmente no lo recomienda a sus pacientes porque existe la posibilidad latente de que no sea funcional y esto conlleve consecuencias que agraven el padecimiento potencializando sus síntomas.
Desde hace algunos años, las ceremonias de ayahuasca han registrado un gran éxito dentro de las zonas urbanas y cada vez son más los facilitadores de la planta, pues a decir de Yuliana Muñoz, también se trata de una actividad que resulta lucrativa.
Pero más allá de este punto, considera que la práctica ancestral se ha convertido en algo atractivo en las personas porque tienen una necesidad de sanación, de encontrar respuestas luego de haber probado otras opciones y si a eso se le suma la parte visual que implica la experiencia, toma más fuerza en el mundo occidental.
Antes de adentrarse al mundo de la ayahuasca, Juliana Muñoz recomienda a los interesados que se informen, pero que al mismo tiempo se liberen de expectativas, pues corren el riesgo de querer controlar todo lo que va a suceder durante el ritual, como si se tratara de un proceso que va enumerado.
Abunda que dentro del contexto que está viviendo la planta, es importante verificar que los facilitadores sean personas capacitadas, con una red de trabajo terapéutico que les permita tener las herramientas para canalizar el proceso, que las ceremonias se realicen en un ambiente abierto y seguro, pero además entender que la sanación no viene de la noche de la mañana.
La acompañante de ayahuasca añade un punto más a tomar en cuenta y que es fundamental para quienes buscan respuestas: no crear dependencia a la planta y al ambiente que la rodea, pues a final de cuentas, su objetivo es que llegue el momento en que no la necesites para poder vivir en plenitud.
Una planta ancestral
La planta ayahuasca se puede encontrar en zonas selváticas de países como Colombia, Perú y Venezuela. Su uso data desde hace más de cinco mil años y a raíz de la colonización, de a poco el interés por sus cualidades ha ido en ascenso al grado de que las farmacéuticas han estudiado sus beneficios.
Si bien no existen autoridades responsables que nombren a los facilitadores de la planta, se busca que sean personas que ya hayan tenido contacto con ella y que tengan la intención firme y pura en el corazón de compartirla.
En contextos urbanos, las ceremonias se caracterizan por ser nocturnas que se acompañan por diferentes cantos ancestrales; en algunos casos, se comparten otras medicinas como el rapé, también conocido como el polvo amazónico.