Morelia, Michoacán (OEM Infomex).- Cada 10 de mayo, Judith acompaña a madres buscadoras que exigen mediante jornadas de protesta el regreso de sus seres queridos. En su caso, la maternidad significa una lucha diaria que asume sin su compañero de vida, pues desde el 8 de octubre de 2021 busca a José Antonio, su esposo, un taxista que fue plagiado junto a un hermano y un primo mientras se dirigían de Zamora al aeropuerto de Guadalajara.
“Hasta hoy no tenemos pista alguna, ni un indicio, nada”, relata en entrevista. José Antonio Andrade Rodríguez nunca había tenido problemas con nadie, no bebía, era hogareño y siempre al pendiente de las tareas del hogar. Hoy, Judith asume el rol de madre con el doble de tareas cotidianas, la entera responsabilidad económica y el incansable esfuerzo por encontrar a su marido.
Desde que supo de la desaparición, Judith ha recorrido decenas de sitios en la región con la esperanza de encontrarlo, desde pequeños pueblos hasta hospitales, sin éxito alguno. La única comunicación que han tenido con los probables plagiarios fue a través de un mensaje por Facebook, cuando alguien les dijo que ya los iban a soltar porque se habían equivocado, pero eso nunca sucedió.
En la fiscalía regional de Ocotlán, en Jalisco, le dijeron que no era posible levantar la denuncia porque era domingo, mientras que un empleado minimizaba el hecho al decirle que “seguramente al rato aparecerá”.
Ya en Zamora, los agentes de investigación la trataron todavía peor. La ficha de búsqueda estaba plagada de errores y nunca quisieron revisar cámaras de seguridad, algo que hubiese sido clave para obtener las primeras pistas.
El proceso de revictimización llegó a tal grado que un Ministerio Público la acosó sexualmente: “Me dijo que le gustaba, que estaba divorciado, que fuéramos a tomar un café, una cerveza…” Tras ello, y ante la negativa de Judith, la ayuda en la Fiscalía regional prácticamente se redujo a cero.
A partir de su caso fundó un colectivo de mujeres buscadoras en Zamora y municipios aledaños que cada 10 de mayo salen a exigir justicia. Solo ese grupo se compone por más de 80 familias que sufren lo mismo: la desaparición de su gente y la nula eficacia del Estado para encontrarlos. “Mi dolor no nada más es de esposa, sino de madre: mi hijos tienen graves afectaciones psicológicas, están deprimidos, y aunque trato de echarle ganas, esto ha sido tan complicado que ya no sé a quién recurrir; lo que quiero es saber algo, lo que sea, porque quiero un poco de paz”.
La semana pasada la Fiscalía General del Estado ofreció una recompensa de 100 mil pesos para quien aporte información sobre el paradero de José Antonio y sus dos acompañantes: Ramiro Andrade y Paul Godínez.