Morelia, Michoacán (OEM-Infomex).- Aunque el viernes pasado el gobernador Silvano Aureoles Conejo visitó Coalcomán con el objetivo de reforzar medidas de seguridad, los habitantes de esa zona se dicen desamparados y solo esperan que los continuos enfrentamientos entre los cárteles del narcotráfico se detengan.
El mandatario michoacano sostuvo un encuentro con integrantes de la Secretaría de la Defensa Nacional, Secretaría de la Marina, Guardia Nacional, Fiscalía General de Michoacán y Policía Michoacán. En la llamada Mesa de Seguridad, se acordó como primera medida liberar las vías de comunicación, pues al igual que en la zona de Aguililla, los diferentes cárteles han trozado carreteras para interrumpir el flujo vehicular en esa región que comunica con el estado de Colima.
Sin embargo, pobladores organizados de Coalcomán ven con desconfianza estos anuncios e incluso ironizan con la liberación de las carreteras, pues llevan más de dos semanas aislados y hasta ahora el gobierno reacciona.
Luis Alberto Rivera es el presidente de la asociación civil Radio Cultural de Coalcomán, desde la cual se intenta alzar la voz para pedir ayuda a lo que consideran un “estado de excepción”, pues denuncian enfrentamientos armados que arreciaron a partir del 5 de agosto, mismos que han ocasionado la huida de al menos mil habitantes de la zona.
Entrevistado por esta casa editorial, Rivera informa que al menos el fin de semana los tiroteos bajaron de intensidad y que el único acceso libre es el que comunica a Coalcomán con Tepalcatepec en una línea de 8 kilómetros, pues se lograron tapar algunas zanjas. La circulación solo llega hasta El Salitre, donde la gente empieza a regresar después de 15 días de estar incomunicada.
“En la última semana cesaron los enfrentamientos armados, donde más se vivieron fue en Ticuilucan y Puerto de las Cruces, pero bajaron en los últimos cuatro días. En la cabecera no hay servicio de teléfono ni red de compañías celulares”, añade en una conversación que solo fue posible mediante intercambio de mensajes de voz en un lugar que por suerte logró encontrar señal por escasos minutos.
Según sus cálculos, poco más de mil personas fueron desplazadas y huyeron a Tepalcatepec: unas 300 vivían en el área de Pinolapa, El Aguacate, La Parota, Los Laureles y Ticuilucan. El resto se desplazaron a la cabecera de Coalcomán, donde se les ha buscado vivienda temporal y alimentos. Algunos otros, los menos, se han ido a Estados Unidos, incluso buscando asilo político.
Como ya lo han informado otras voces, entre ellas las de sacerdotes del lugar, solo hay patrullaje constante en la cabecera municipal, “por eso casi no hay enfrentamientos aquí, pero en los ranchos es otra cosa”, añade.
Al preguntarle cómo es la cotidianidad entre los pobladores, Rivera ve contrastes. “La gente de otras regiones no viene a Coalcomán por miedo a todo lo que está pasando, y la gente de la cabecera no quiere acercarse a los ranchos, pues se dice que en Barranca Seca hay gente de uno de los cárteles a la orilla de la carretera, haciendo retenes y preguntando a dónde van”.
Agrega que hay rutas abiertas a Colima y Aquila, pero la gente no se quiere exponer a que encuentren bloqueos o les quemen sus vehículos. “La sensación es de zozobra, incluso algunos dicen que estábamos mejor antes, cuando estábamos peor… es un síndrome de Estocolmo, la gente quiere estar con los malos en vez de estar con los peores”.
Sobre la visita de Silvano Aureoles Conejo el pasado viernes, observa que se hizo a puerta cerrada y llegó en helicóptero. “Parte de sus conclusiones en la Mesa de Seguridad fue que se tiene que abrir la ruta de Coalcomán a Tepalcatepec, después de 15 días en que ha estado cerrado. Al parecer ya le entró la prisa”.
Refiere que no existe una organización ciudadana como tal para defenderse o hacerle frente a la situación. No quieren tampoco caer en los errores del pasado, dice, en referencia a la creación de autodefensas. La única institución que oficialmente apoya en algo es la Iglesia católica, que usa el micrófono para invitar a la gente a que recolecte alimentos, que disponga sus casas para los desplazados e incluso que vaya a rezar a donde están las zanjas en la carretera. Eso fue detonante para que el gobierno rellenara tres zanjas, pero aún faltan 11 en todo ese tramo. El Ayuntamiento instaló un centro de acopio en la presidencia, pero fuera de eso no interviene.
“Lo que queremos es que se tomen cartas en el asunto, que pacifiquen, y si para eso hay que llegar a acuerdos con los cárteles, pues que lo hagan”, concluye Luis Alberto Rivera.