Morelia, Michoacán (OEM-Infomex).- Los Simios Band aparecen sobre el escenario con su música ska que se fusiona con las pirekuas y letras cantadas en purépecha. Pese a ser originarios de Ihuatzio, tenencia del municipio de Tzintzuntzán, sorprenden al público por su propuesta que le es ajena a muchos nativos del lugar.
Pero no es una casualidad. El egresado del diplomado en Lengua y Cultura Purépecha de la Universidad Intercultural Indígena de Michoacán (UIIM), Carlos Francisco Pedro Flores, alerta que en Ihuatzio y otras zonas que rodean al municipio de Pátzcuaro la lengua originaria se está extinguiendo casi en su totalidad.
El vocalista y uno de los creadores de los Simios Band, Oscar Valdovinos Marcelino, explica que hace un par de años decidieron conformar este proyecto para combinar su gusto por el rock y el ska con la música tradicional y la lengua purépecha, pero también con el fin de recuperar el acervo cultural que les pertenece como pueblos originarios.
“Algunas canciones purépechas que ya están hechas las hemos adaptado con todo respeto para el ska y el reggae, pero también estamos componiendo cosas propias. Y es que una cosa es cierta, la lengua se está dejando de usar, pero también la cultura sigue su curso y entendemos que esa no se está perdiendo, pues lo único que ha cambiado es el idioma”.
Con algunos conciertos en Morelia, la agrupación ha comenzado a expandirse y a gustar por haber sabido colocar en los oídos de sus oyentes el rock a lado de sus arraigos indígenas, por lo que ahora la intención es poder trasladar ese mismo mensaje a otros estados del país.
Con 47 años, Oscar Valdovinos es de los músicos que se mantienen activos en la preservación de la cultura purépecha, pues incluso, comparte que Simios Band es el apéndice de algo que se llama Taller para el Arte y la Cultura que se encuentra en Ihuatzio desde finales de los 80s, donde precisamente su función es la difusión de la música purépecha con diferentes talleres.
Aunado a esto, abunda que dentro de este espacio se genera el interés por conocer cómo funciona la comunidad y las estrategias a seguir para reforzar la cultura comunitaria, así como la identidad indígena.
“Nosotros hemos dado continuidad al trabajo que Genaro García Marcelino y Domingo Ocampos empezaron a hacer desde 1988, entonces desde el 2005 venimos haciendo lo propio desde diferentes frentes, por ejemplo ahora tenemos un proceso en marcha que tiene que ver con las herramientas didácticas para la enseñanza del purépecha como segunda lengua, así como talleres de creación literaria en purépecha y composición de pirekuas”.
No obstante, el vocalista de Simios Band aclara que no se trata de rescatar la cultura como tal, sino más bien recuperar algunos rasgos que de repente a los más jóvenes se les olvida que son de ellos como nativos y que además les otorga identidad como grupo social.
En el mismo sentido, Carlos Francisco Pedro Flores de la UIIM expone que el panorama en Ihuatzio es crítico, pues de las personas menores de 40 años, afirma que son contados los que todavía hablan el purépecha, mientras que de 30 años hacia abajo todavía resulta más complejo, ya que solo hay algunos que entienden ciertas palabras.
Dicha situación, precisa el académico, puede reflejarse también algunas otras comunidades que rodean al municipio de Pátzcuaro, lo que atribuye a situaciones comerciales que se dieron como consecuencia de la Conquista.
“Tras un estudio que realizamos en Tzintzuntzan, entendimos que debido a que gran parte de la economía de los indígenas dependía del comercio y al tener que trasladarse a Pátzcuaro para vender sus productos, se vieron obligados a aprender el español porque se encontraron con consumidores que no entendían el purépecha”.
Si a eso se le suma la discriminación, Carlos Flores lamenta que todo se volvió más complejo, pues refiere que se comenzó a propagar la idea de que hablar una lengua nativa no significaba nada y que si se quería progresar, era necesario hablar el español.
“Incluso a lo que nosotros llamamos nuestros abuelos, se vieron obligados a aprender el español para poder comunicarse incluso con sus propias familias, entonces hay casos donde se han olvidado de algunas palabras purépechas porque dejaron de usarlas y ya no las recuerdan”.
Para el estudioso de la lengua indígena, es en las islas que rodean al Lago de Pátzcuaro donde todavía se puede encontrar un arraigo más firme al purépecha, como son las de la Pacanda, Tecuena, Yunuén, Jarácuaro y los Urandenes.
Lo anterior, expresa, obedece a que al ser poblaciones más aisladas que tienen el mínimo contacto con las ciudades, lo que origina que se vuelvan más celosos con su cultura y por ende suelen defenderla por encima de todo.
De acuerdo con datos de la Comisión Estatal para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas (CEDPI), en los últimos diez años Michoacán ha perdido el 70 por ciento de sus hablantes en lenguas indígenas, por lo que se pone en riesgo los saberes únicos, culturales, históricos y ecológicos de una cultura.
Asimismo, con relación al último censo realizado, el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) indica que en la entidad son 128 mil 620 personas las que todavía hablan purépecha y en el caso de los 92 mil 795 habitantes que tiene Pátzcuaro, solo 5 mil 780 personas son los que dominan alguna lengua indígena y de ese total, 5 mil 699 es el purépecha.
Una situación similar es la que se presenta en el municipio de Tzintzuntzan, pues de los 14 mil 088 habitantes, mil 323 son los que aún siguen hablando alguna lengua indígena y de ese grupo, mil 316 lo hacen con el purépecha.
Purépecha de moda
Si bien la pérdida de la lengua es una realidad, Carlos Flores sitúa que paradójicamente el purépecha se está poniendo de moda, sobre todo para ser utilizado en giros comerciales o como slogans en dependencias y programas sociales.
Sin embargo, debido al desconocimiento, subraya que en muchas ocasiones está mal escrito o traducido, lo que termina por desembocar en otro problema: la falta de un solo abecedario escrito de la lengua.
“Hay dos abecedarios predominantes, entonces se trata de usar uno u otro, pero lo que hemos visto incluso hasta en playeras y otros artículos que se ponen a la venta, es que se está combinando con el español y falta entender que el purépecha no se escribe como se escucha, entonces muchos caen en este error”.
Ante esta situación, expone que él, junto a compañeros del diplomado de Lengua y Cultura Purépecha, se encuentran analizando la posibilidad de abrir un espacio en comunidades como Ihuatzio para impartir la correcta enseñanza de la lengua.
“Se trata de todo un proceso administrativo muy complejo porque es mucho el papeleo que hay que mover en instituciones, pero más allá de eso y siendo honesto, lo más difícil es lidiar con el poco interés que tienen los jóvenes por aprender el purépecha, ya que desde la vestimenta estamos muy occidentalizados y las mentalidades han ido cambiando”.
Carlos Flores también evidencia que en la actualidad esta misma moda ha derivado en una batalla de egos entre los mismos habitantes de comunidades indígenas, ya que pareciera que existe una competencia por ver quién es el más purépecha.
Considera que no existe una necesidad de hacérselo saber a toda una sociedad o demostrarlo hasta con indumentaria, “sino que solo tú debes comprender por qué eres purépecha y qué significa serlo, expresarlo con orgullo, pero no como si se tratara de un juego”.
En este tenor, aclara que en los pueblos no molesta la presencia de turistas o visitantes, pero sí incomoda la “folclorización” en la que se han situado a las comunidades, ya que argumenta que se les trata como si fueran algo exótico.
Y es que en este anhelo de no dejar morir la lengua purépecha, añade que el respeto a la cultura indígena se muestra con un interés real de conocer la dinámica de un pueblo originario, el entender sus danzas para saber apreciarlas, el cómo se organizan y así entiendan que el valor va más allá de lo estético.