Morelia, Michoacán (OEM-Infoemx).- Darío Rivera Lozoya viste a lo Indiana Jones: sombrero color café, paliacate al cuello, bermudas y botas de batalla. Camina por los pasillos de su huerto urbano y verifica sus hortalizas, las toca, las huele: da su diagnóstico. “Mira, prueba ésta, tiene un sabor más cítrico” explica. En las últimas semanas ha bajado su producción a causa de la contingencia por Covid-19, pero no muestra ni un gramo de preocupación. Sonríe sin saber por dónde empezar, quiere mostrar desde la semilla y hasta el producto final.
Es ingeniero químico egresado de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), tiene 31 años de edad y 10 de dedicarse a la instalación de huertos urbanos y azoteas verdes. Es un convencido de que en la ciudad de Morelia ya es tiempo de que la gente adopte una cultura de autoconsumo.
Trabaja bajo un sistema hidropónico NFT. Lo explica:
Son tubos que llevan agua, se germina primero y en el sistema va corriendo en forma de S, hay una bomba sumergible en el tanque que lleva al inicio de la tubería a dos codos y de ahí se empieza a repartir el agua hasta llegar otra vez al tanque, lo atractivo de esto es que todo el tiempo se están aprovechando los nutrientes
El interés nació durante su estadía en la Ciudad de México. Mientras cumplía con el servicio social que exigen en la universidad, conoció un huerto urbano y sin saber nada de agricultura en una metrópoli, empezó a adentrarse en ese mundo hasta hacerlo su fuente de ingresos, donde además se complementa con cursos y capacitaciones que ofrece.
“Esto te da muchos beneficios, puedes tenerlo para producción y venta, si se trata de una familia pequeña sirve para el autoconsumo de tus propias hortalizas, principalmente de hoja. Yo hago un sistema de riego casero que es de un metro cuadrado donde se trabajan cinco hortalizas por semana y puedes producir acelgas, espinacas, kale, siete diferentes tipos de lechuga, arúgula y plantas aromáticas”.
Si alguien quiere iniciar con un huerto urbano, Darío recomienda tomar un curso práctico, comprar un sistema hidropónico y montarlo para empezar con sus primeras plantas. Dice que lo idóneo es que el espacio no sea mayo a nueve metros cuadrados, puesto que implica más conocimiento, estudio y manejo del cultivo.
“Estaría bueno que en la ciudad empezaran a adoptar la cultura del huerto como ya pasa en la Ciudad de México, muchas personas tiene en su traspatio su sembradío para el autoconsumo aunque sea de un metro cuadrado, producir tus propias hortalizas, alguno que otro tomate, cilantros y hojas frutales”.
Aunque en Morelia de a poco la gente se ha ido involucrando en el asunto de construir azoteas verdes y consumir productos más saludables y naturales, considera que faltan políticas públicas y apoyos económicos que permitan incentivar la monta de huertos urbanos.
La distribución de lo que produce su huerto se centra en los restaurantes y hoteles de la ciudad, pero la contingencia ha hecho que la entrega sea de persona a persona. Para poder sobrellevar el mal rato, ya piensa en los meses venideros, la nueva temporada. Sigue la máxima que aprendió en su primer huerto: “Si eres agricultor, nunca debes dejar de cultivar”.
El placer de la autogestión
Si iba a tener una planta, tenía que ser un fruto, algo que pudiera alimentarme
Así se lo planteó Jezabel Campos Nieto hace dos años, cuando tomó la decisión de germinar semillas de chile. Al inicio fue complicado, el proceso se le dificultaba y los experimentos la hacían fallar.
“Empecé a investigar por internet lo que me podía funcionar para el espacio que tengo, cuáles frutas y verduras se me podrían dar dependiendo de la temporada, es algo que inicié hace dos años y se me hizo una especie de vicio”.
El resultado de su primera cosecha fueron chiles totalmente distintos a los que había plantado. Ninguno era igual y parecía que se había hecho una mezcla extraña. Pese a esto, la satisfacción por haber cosechado algo propio fue inevitable.
Actualmente, en la terraza que se encuentra a las afueras de su cuarto, Jezabel tiene macetas con jitomate, tomate cherry, fresa, zarzamora, mariguana, té de limón, Jamaica, apio, piña y pepino.
Todo lo veo como una inversión, ya que aún no me da para alimentarme de las cosechas, pero mi idea es lograr eso. Todas las semillas de frutas son de algo que me haya gustado previamente, totalmente naturales
Al día, Jezabel le dedica dos horas al cuidado de su huerto urbano, entre podar las plantas muertas, abonar la tierra, tratar la composta, alimentar a las lombrices y usar el pesticida natural para evitar que las plagas se coman las cosechas.
“Es muy grato poderse comer algo que sabes de dónde viene, porque todo lo que compramos en supermercados no sabemos qué químicos se les pone para su conservación y crecimiento. Si uno lo hace, sabes de los beneficios y tienes la tranquilidad de comértelo hasta sin lavar”.
No sabe si ha logrado a contagiar a amigos y familiares, pero explica que siempre que puede regalar semillas y plantas para que nazcan otros huertos urbanos. “Por lo menos se les despierta el interés”.
Si tuviera que elegir la experiencia más grata de contar con una azotea verde desde hace dos años, Jezabel se queda con las mañanas en que sale de su habitación y coge un tomate cherry. Lo saborea con paciencia, siempre sabiendo que es un fruto que ella mismo produjo.