Morelia, Michoacán (OEM-Infomex).- Los aproximadamente 110 ciudadanos de Haiti que actualmente viven en albergues en la Morelia, podrán permanecer hasta por un año de forma legal, con permisos que les ha proporcionado el Instituto Nacional de Migración (INM), la asesoría de la Secretaría del Migrante (Semigrante) y asistencia de la Comisión Estatal de los Derechos Humanos (CEDH).
Angelo llegó a la capital del estado hace más de una semana con la mirada puesta en Mexicali. Después de recorrer 11 países, entró a México por la frontera del sur de Chiapas y ahora espera los papeles que le den certidumbre al menos durante 12 meses.
En entrevista, el joven de 20 años asegura que su prioridad es ahorrar dinero e irse a Mexicali, donde lo esperan sus amigos. Su intención es ingresar de alguna manera a Estados Unidos.
En Haití, su país de origen, no lo retiene nada: ni su madre, ni su padre, el hermano o la prima que añora y por quienes salió a buscar el sueño americano, esa tierra que según él les da oportunidad a todos de ganar bien.
Entre portugués, francés y un limitado español, Angelo relató que su país está sumido en una crisis política que en nada abona al desarrollo de jóvenes como él. El asesinato de su presidente Jovenel Moïse el 7 de julio de 2021, desencadenó un exilio del que hoy es parte, indicó.
El salario que ganan los haitianos es muy bajo, casi como el que los morelianos perciben, comparó, lo que le impide decidirse a radicar en la capital michoacana.
Su visión está puesta más allá de las fronteras: ganar dólares que le permitan ayudar a sus progenitores, a su hermano y a una de sus primas, principalmente.
Tras huir de Haití, Angelo se encaminó a Brasil por la cercanía con la isla que lo vio nacer y ahí vivió un tiempo. Se puso a estudiar Administración Financiera y Asistencia Social, áreas que aseguró podría desarrollar si lograra tener una oportunidad de empleo.
Reconoció que encontrar trabajo relacionado con su profesión será difícil, sobre todo porque habla muy poco español, aunque domina dos idiomas, “pero en Morelia el salario también es muy pequeño”.
Al igual que Angelo, 20 adultos y cuatro menores de edad habitan el refugio que asociaciones civiles habilitaron para apoyar a los isleños. Hay quienes quieren quedarse y otros desean irse al igual que él; solo buscan dinero para pagar el pasaje, pues aseguran que el trámite ya es un hecho.
Su familia le ha mandado dinero para comer, independientemente de que llegó al albergue donde principalmente se alimenta de arroz, pollo y verduras que ahí mismo cocinan.
El pasado 29 de diciembre salió de Brasil y llegó a Chiapas el 23 de enero. Cruzó Bolivia, Ecuador, Perú, Panamá, Guatemala, Costa Rica, Honduras, Nicaragua, “en cada país yo pagué 250 dólares para pasar, cuando yo entré a Panamá nos ayudaron con comida, con hospitales”, recordó.
Desde noviembre del año pasado, la Secretaría del Migrante afirmó que ha brindado apoyo en salud a los haitianos, en tanto que el INM les ha otorgado un permiso oficial para que puedan radicar por un año en el país.
En las calles de Morelia, con hijos en brazos, familias haitianas enteras piden dinero. Su propósito es reunir lo suficiente para llegar en autobús a Mexicali, como en el caso de Francine Anuix, de 27 años.
Con siete meses de embarazo, la mujer rebana las zanahorias y papas que acompañarán a unas cuantas piezas de pollo que comerá junto a su esposo y otros moradores del refugio.
Su español es aún más limitado. Entiende un poco las preguntas y a todo contesta que le gustaría afincarse en Morelia mientras nace su hijo, pero de tener dinero se iría a la frontera.
Ella llegó a México hace un mes, ya tiene 22 días en Morelia. Su marido la observa de lejos y la vigila para que no se le tome ninguna fotografía, pues prefieren el anonimato.
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Sin privacidad, con colchones y colchonetas para dormir, con una cocina improvisada, el refugio de los haitianos es un escalafón más para sus pretensiones.
Las aspiraciones de Angelo al igual que las de Francine son como las de cualquier persona de su edad: contar con un trabajo estable que les permita ayudar a su familia, tener una casa y con ello procurarse una mejor vida, “lo que todo mundo quiere”, coincidieron.