Morelia, Michoacán (OEM-Infomex).- El gobierno del estado ha definido su política referente al campo con la implementación del programa Agrosano, pensado como un proyecto de “agricultura popular”, destinado a fortalecer los huertos de traspatio y mejorar la producción para el autoconsumo, con prácticas menos nocivas al buscar reducir el uso de agroquímicos.
Así lo adelantó en entrevista el secretario de Desarrollo Agrícola, Cuauhtémoc Ramírez Romero, quien detalló que aplicarán nuevas tecnologías domésticas para aumentar la producción, reducir costos y bajar el impacto ambiental que genera la agricultura, para lo que será necesario enseñar a la gente a producir su propio fertilizante orgánico a través de compostas, utilizando excretas de animales y residuos de materia orgánica, como esquimos o sobrantes de sus propias cosechas.
“Tenemos que mejorar la adición de nutrientes y las condiciones de los suelos, vamos a fomentar la capacitación para que los campesinos identifiquen los minerales que se deben agregar a la composta, vamos a obtener fertilizantes muy nutritivos, superiores al sulfato y a la urea que son los más comercializados y que hoy están generando complicaciones por su alto costo y porque sólo aportan fijación de nitrógeno, la propuesta de nosotros es mejorar los nutrientes de los suelos y bajar el impacto ambiental“, aseguró el secretario.
Adicional a la producción de biofertilizantes, también pondrán en marcha un proyecto para la creación de insecticidas naturales a partir de extractos vegetales, incluso herbicidas orgánicos que serán una alternativa para sustituir el glifosato, utilizado para matar plantas nocivas en las tierras de cultivo.
Otra vertiente de Agrosano será la producción de semillas criollas, para lo que se iniciará un plan estatal por regiones, con la unión estatal de semilleros y los agricultores, para fomentar la producción masiva de estos alimentos considerando las características ambientales y terrestres en cada una de las regiones de Michoacán.
“En nuestro estado tenemos ejemplares muy importantes en semillas criollas que se han preservado durante generaciones, sobre todo por la colaboración de las mujeres, ellas son las que han propiciado la conservación de estos alimentos altamente nutritivos, son muy sabrosos y tienen la característica de ser altamente resistentes a condiciones ambientales adversas”.
Ramírez Romero dijo que aunque son de baja rentabilidad por la poca producción que existe, son una alternativa para recuperar la agricultura en diferentes regiones, “cada una con sus características de semillas, desde la costa michoacana al oriente del estado, en la meseta purépecha y en el bajío”.
Hoy la tonelada de maíz blanco o amarillo, que es la mayor producción, tiene un costo de seis mil pesos, mientras que la tonelada de maíz criollo se paga entre 15 mil a 16 mil pesos, pero es menos producido porque solo se cultiva para para autoconsumo.
El secretario agregó que a los 630 millones de pesos que tendrá la dependencia este año, se suma una participación federal de 120 millones de pesos para sanidad agrícola, y a través de Financiera Rural llegarán otros 200 millones de pesos en créditos, lo que significa una inversión promedio de 950 millones de pesos para el agro en Michoacán durante el 2022.
Programa no abatirá pobreza: diputado
Por separado, el diputado federal del PRI, Roberto Carlos López, criticó que el gobierno del estado apueste por una economía popular que no es trascendente, porque no se le está invirtiendo a los 18 grandes cultivos en los que Michoacán es líder a nivel global, y donde la agricultura producida en casa no representa una alternativa de combate a la pobreza.
“La política agroalimentaria que se propone fomentar desde el gobierno estatal sólo ocasionará que los pobres continúen siendo pobres, pues el 78 por ciento de la gente en Michoacán vive del campo y sigue sin tener mejores alternativas de producción que impacten directamente a su economía”, reprochó.
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Para el diputado federal, ex dirigente de la Confederación Nacional Campesina (CNC), se deben buscar otros proyectos insignia, como la asistencia técnica para aumentar la producción o la decidida tecnificación del campo, programas que se retiraron de la agenda pública a pesar de ser necesarios al considerarse como única alternativa de combatir la pobreza.