Morelia, Michoacán.-“Una mañana de viernes del 20 de enero de 1933 se escuchó una explosión, cuentan que el sonido llegó hasta la Catedral de Morelia y a otros lugares”, relata el historiador Hiram Padilla Rizo sobre el siniestro ocurrido en la antigua Garita de Chicácuaro que cobró la vida de 33 lecheros y campesinos.
Ese día en el perímetro donde actualmente se encuentran la Plaza Niños Héroes, el Templo Máter Dolorosa y el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), se presume que un camión impactó en esta zona ubicada al poniente y que era una de las puertas de la ciudad donde estaban almacenadas cerca de 60 cajas de dinamita.
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Otra de las versiones no oficiales, informa el investigador Gustavo Martínez Alcaraz es que “se sospecha que alguien arrojó una colilla de cigarro de manera descuidada o fue una chispa de algún vehículo” lo que desencadenó en la activación de cartuchos utilizados para la construcción de la carretera México-Guadalajara.
Esta garita era un punto de reunión para el intercambio de mercancías. Ahí se daban cita antes del amanecer desde lecheros, fruteros y otros comerciantes; además de las personas que acudían a buscar productos, sin embargo, ese día la venta se vio interrumpida por este accidente.
De acuerdo al también guía turístico Hiram Padilla, la ciudad contaba con cinco entradas que tenían la finalidad de proteger y vigilar la capital michoacana en las que, incluso, durante la Guerra de Independencia “hubo intentos de los Insurgentes de tomar y entrar por las garitas”.
Luego de la explosión continuó la catástrofe pues, según Padilla Rizo, quienes presenciaron los hechos vieron cómo partes de cuerpos humanos cayeron del cielo, siendo difícil de identificar debido a la cantidad de extremidades que estaban distribuidos.
Esto, además de dejar pérdidas humanas, también causó daños materiales como es el caso del Templo Máter Dolorosa, mismo que tuvo qué ser reconstruido por la gravedad del impacto de la pólvora en su estructura. Misma situación para las casas aledañas que tardaron algunos años en ser reparadas.
Pese a ser un evento que dejó marcas en la ciudadanía moreliana, con el paso del tiempo la historia ha quedado en el olvido pues son pocas personas las que tienen conocimiento de lo sucedido, incluso Hiram Padilla indica que es escasa la información que hay al respecto.
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Aunque la noticia llegó al ámbito internacional ya que hasta The Associated Press comunicó en su edición del 21 de junio que derivado del siniestro se estaban practicando investigaciones de cómo se produjo, la memoria colectiva ha comenzado a olvidar la historia a casi 90 años.