/ lunes 5 de septiembre de 2022

En Ucareo apuestan por el mejoramiento genético de frutales

Lo plantean como una alternativa ante la caída de hasta el 50 por ciento que han tenido las cosechas de peras en el último lustro

Ucareo, Michoacán. (OEM-Infomex).- Productores de la región de Ucareo han optado por alternativas de mejoramiento genético en sus frutales luego de que las cosechas de pera han caído hasta en 50 por ciento en los últimos cinco años, como se documentó en este semanario.

Para ello reciben asesoría de Mario Rafael Fernández Montes, adscrito al Instituto Nacional de Investigaciones Forestales, Agrícolas y Pecuarias (INIFAP), quien ha continuado con las actividades que se iniciaron en la década de los ochenta por parte de Salvador Pérez.

En entrevista, advierte que es un trabajo que lleva mucho tiempo, pues tan solo para obtener la primera variedad de durazno denominada Toro transcurrieron poco más de 10 años.

Detalla que en esa zona son 400 horas frío (entre dos y ocho grados centígrados), las que requieren las plantas en la época de invierno. Es la suma de las temperaturas de noviembre a febrero, sin embargo, la cantidad ha bajado a 200, debido a que durante los últimos inviernos se han rebasado los 25 grados centígrados durante el día.

Con un clima de esas características, en los últimos dos meses de cada año “las plantas sienten que ya llegó la primavera y quieren despertar”. En otras palabras, explica Fernández, el frío es cada vez menos efectivo como consecuencia del cambio climático en todo el mundo.

Es ahí donde cobra importancia la generación y plantación de nuevas variedades, y hasta ahora son seis las que se han difundido en esta región: San Juan, Fred, Regio, Dorado, Atlax y la ya mencionada Toro.

La vida útil de los huertos es de entre ocho y 15 años, dependiendo del manejo que se lleve, así como los problemas sanitarios que lleguen a ocurrir. Eso obliga a renovar las huertas continuamente y a que se aprovechen las nuevas variedades disponibles.

“Nuestro trabajo es llevar nuevas plantas híbridas o experimentales recientemente generadas o que ya funcionan en otros estados del país. Para saber si una nueva variedad va a funcionar, necesitamos haberla probado durante varios años”, comparte el especialista.

En Ucareo han trabajado con siete productores cooperantes que realizan el mantenimiento y evaluación de estas nuevas plantas en sus huertos. El fruticultor Fortino Mendoza ya tiene una huerta con 200 plantas experimentales de durazno y otras tantas de manzana.

Foto: Carmen Hernández | El Sol de Morelia

Un proyecto de mejoramiento genético continuo, dice Fernández, implica la constante generación y evaluación de plantas híbridas o experimentales, pero al mismo tiempo se enfrentan a las dificultades por los presupuestos disponibles para la investigación.

Explica que también están a la expectativa de los resultados en huertos de las poblaciones vecinas de Jeráhuaro y Huajúmbaro, donde hace dos años se establecieron dos huertas experimentales.

Detalla que el modelo consiste en sembrar 200 plantas en 100 metros lineales y el éxito no se mide tanto por el rendimiento, sino por la capacidad de adaptación, calidad, sanidad y épocas de floración y maduración. En los tres pueblos referidos las tierras son de temporal, lo que hace que el proceso sea lento.

Apunta que el durazno es un fruto que resiste poco tiempo en su vida de anaquel, por lo que las variedades deben ir cambiando en los meses de cosecha. En cambio, la manzana tiene mayor capacidad de almacenamiento, lo que hace que se pueda ofrecer al mercado todo el año.

En ese escenario, lo ideal para el durazno es que no se almacene, sino que se venda de inmediato y por tanto encuentre buenos precios de venta, al igual que la manzana: “Conviene que se comercialice inmediatamente para adelantarse a las cosechas provenientes del norte del país y así sea competitiva, específicamente en junio y julio”.

De esta forma, son cuatro las condiciones ideales para que manzanas y duraznos encuentren rentabilidad: que se produzcan en grandes cantidades, para lo cual se requiere del frío ya descrito y un adecuado manejo de los huertos; calidad de los frutos, tanto en su tamaño como firmeza y sabor; sanidad, es decir, libre de plagas o enfermedades; y épocas de maduración tempranas, para una comercialización exitosa.

“Cuando hay algo bueno, se multiplica, por lo que esperamos que si estas nuevas variedades resultan exitosas, serán opciones ventajosas para los productores de toda la región”, concluye el investigador.

Foto: Carmen Hernández | El Sol de Morelia

Ucareo, Michoacán. (OEM-Infomex).- Productores de la región de Ucareo han optado por alternativas de mejoramiento genético en sus frutales luego de que las cosechas de pera han caído hasta en 50 por ciento en los últimos cinco años, como se documentó en este semanario.

Para ello reciben asesoría de Mario Rafael Fernández Montes, adscrito al Instituto Nacional de Investigaciones Forestales, Agrícolas y Pecuarias (INIFAP), quien ha continuado con las actividades que se iniciaron en la década de los ochenta por parte de Salvador Pérez.

En entrevista, advierte que es un trabajo que lleva mucho tiempo, pues tan solo para obtener la primera variedad de durazno denominada Toro transcurrieron poco más de 10 años.

Detalla que en esa zona son 400 horas frío (entre dos y ocho grados centígrados), las que requieren las plantas en la época de invierno. Es la suma de las temperaturas de noviembre a febrero, sin embargo, la cantidad ha bajado a 200, debido a que durante los últimos inviernos se han rebasado los 25 grados centígrados durante el día.

Con un clima de esas características, en los últimos dos meses de cada año “las plantas sienten que ya llegó la primavera y quieren despertar”. En otras palabras, explica Fernández, el frío es cada vez menos efectivo como consecuencia del cambio climático en todo el mundo.

Es ahí donde cobra importancia la generación y plantación de nuevas variedades, y hasta ahora son seis las que se han difundido en esta región: San Juan, Fred, Regio, Dorado, Atlax y la ya mencionada Toro.

La vida útil de los huertos es de entre ocho y 15 años, dependiendo del manejo que se lleve, así como los problemas sanitarios que lleguen a ocurrir. Eso obliga a renovar las huertas continuamente y a que se aprovechen las nuevas variedades disponibles.

“Nuestro trabajo es llevar nuevas plantas híbridas o experimentales recientemente generadas o que ya funcionan en otros estados del país. Para saber si una nueva variedad va a funcionar, necesitamos haberla probado durante varios años”, comparte el especialista.

En Ucareo han trabajado con siete productores cooperantes que realizan el mantenimiento y evaluación de estas nuevas plantas en sus huertos. El fruticultor Fortino Mendoza ya tiene una huerta con 200 plantas experimentales de durazno y otras tantas de manzana.

Foto: Carmen Hernández | El Sol de Morelia

Un proyecto de mejoramiento genético continuo, dice Fernández, implica la constante generación y evaluación de plantas híbridas o experimentales, pero al mismo tiempo se enfrentan a las dificultades por los presupuestos disponibles para la investigación.

Explica que también están a la expectativa de los resultados en huertos de las poblaciones vecinas de Jeráhuaro y Huajúmbaro, donde hace dos años se establecieron dos huertas experimentales.

Detalla que el modelo consiste en sembrar 200 plantas en 100 metros lineales y el éxito no se mide tanto por el rendimiento, sino por la capacidad de adaptación, calidad, sanidad y épocas de floración y maduración. En los tres pueblos referidos las tierras son de temporal, lo que hace que el proceso sea lento.

Apunta que el durazno es un fruto que resiste poco tiempo en su vida de anaquel, por lo que las variedades deben ir cambiando en los meses de cosecha. En cambio, la manzana tiene mayor capacidad de almacenamiento, lo que hace que se pueda ofrecer al mercado todo el año.

En ese escenario, lo ideal para el durazno es que no se almacene, sino que se venda de inmediato y por tanto encuentre buenos precios de venta, al igual que la manzana: “Conviene que se comercialice inmediatamente para adelantarse a las cosechas provenientes del norte del país y así sea competitiva, específicamente en junio y julio”.

De esta forma, son cuatro las condiciones ideales para que manzanas y duraznos encuentren rentabilidad: que se produzcan en grandes cantidades, para lo cual se requiere del frío ya descrito y un adecuado manejo de los huertos; calidad de los frutos, tanto en su tamaño como firmeza y sabor; sanidad, es decir, libre de plagas o enfermedades; y épocas de maduración tempranas, para una comercialización exitosa.

“Cuando hay algo bueno, se multiplica, por lo que esperamos que si estas nuevas variedades resultan exitosas, serán opciones ventajosas para los productores de toda la región”, concluye el investigador.

Foto: Carmen Hernández | El Sol de Morelia

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