Morelia, Michoacán, (OEM-Infomex).- Para la organización internacional Crisis Group, con oficina en México, el gobierno federal se ha estancado en la lucha contra el crimen organizado: “Entre más éxito tienen los golpes a los grupos criminales emergen más facciones (células )”, que no están interesadas en alcanzar ni mitigar la violencia, señala Jan Esberg y Falko Ernest investigadores e integrantes de esta organización que realizaron un análisis exhaustivo del fenómeno y lo expusieron recientemente durante el panel “Una Guerra Cotidiana, Guerrero y los retos para la paz en México”.
Ambos analista dieron a conocer que han identificado 463 grupos criminales y grupos de autodefensas, que operan en México desde el 2009 a la fecha.
El comparativo indica que en el año 2009 habían surgido y se tenían identificados 98 grupos armados que para 2019 se habían convertido en casi 500.
“No todos los grupos pertenecen a grandes carteles de la droga como el Cartel de Jalisco Nueva Generación o el Cartel de Sinaloa entre otros”, aseguran.
Ahora y “en el terreno es muy diferente, porque hay una mezcla de grupos grandes, que a la vez se dividen o fraccionan e incluso hay grupos más pequeños, restringidos a localidades específicas”, apunta Jan Esberg.
El común denominador es que todos siembran el caos y la violencia como forma de control de los civiles y las regiones.
Además, el amplio estudio publicado en el sitio oficial de Crisis Group, indica que la violencia ahora no solo se trata de narcotráfico sino que los grupos criminales van sobre otros productos y distribución de los mismos ya sea ilegales o legales como el tabaco o el aguacate.
El gobierno federal de México ha reconocido la operación de 37 carteles asentados, contabilizando únicamente a los más grandes, pero en la realidad el número es más alto y atomizado, lo que le permite controlar regiones (poblados pequeños), ante la mirada pasiva de las autoridades.
El fin de semana pasado el Presidente Andrés Manuel López Obrador, salió personalmente a desmentir un rumor que no logró confirmarse y que surgió a finales de la semana pasada, sobre el líder del Cartel de Jalisco Nueva Generación, Nemesio Rubén Oseguera Cervantes, alias “El Mencho”, uno de los más buscados por el gobierno mexicano y las autoridades de Estados Unidos.
Los rumores que salieron de las redes sociales y los blogs y plataformas digitales que tienen los grupos criminales, indicaban que “El Mencho” había sido capturado y/o que estaba muerto a raíz de su captura por las fuerzas armadas del país.
Por su captura el gobierno norteamericano ofrece 10 millones de dólares, en tanto que el gobierno mexicano ha fijado una recompensa de 1.3 millones de pesos.
El Cartel de Jalisco Nueva Generación que nació en los límites de Jalisco y Michoacán, es uno de los de mayor expansión y crecimiento actualmente en el país y se le ha atribuido innumerables ataques a las fuerzas armadas del país y el control del mercado de la droga en Estados Unidos.
Para Crisis Group “a medida que múltiples grupos armados luchan por los favores de las fuerzas políticas rivales y los candidatos, las elecciones son un terreno fértil para la colusión y causa de violencia”, con lo que se espera que este año preelectoral y el año venidero (2021) “sea un terreno fértil para la colusión y la violencia”.
El control territorial por parte de grupos armados ilegales también se traduce en el control de bloques de votos, con votantes locales a menudo obligados a tomar la decisión “correcta”.
Aquellos que buscan un cargo tienen un incentivo para hacer algún tipo de acuerdo con líderes criminales, señalan las conclusiones del estudio de caso, situado en el estado de Guerrero, pero que se extiende prácticamente a todo el país.
Guerrero y Michoacán, entre otros estados de la región -señalan los investigadores- “ilustra como las nuevas políticas de López Obrador por sí solas resultan insuficientes para mitigar conflictos violentos. Como un referente de las tendencias delictivas en el país, el estado produce noticias alarmantes, sobre todo en lo que respecta a la continua multiplicación de conflictos locales entre grupos criminales en constante fragmentación, el surgimiento de grupos de autodefensa, la voracidad de la mayoría de las organizaciones criminales y el nivel de complicidad de las autoridades”.