Morelia, Michoacán. (OEM-Infomex).- Como una respuesta de fondo ante la situación que se vive en el municipio michoacano de Aguililla, artistas, gestores y profesionistas de esa región ha conformado un ambicioso proyecto: la Orquesta Sinfónica Juvenil, misma que comienza a dar sus primeros frutos.
Hoy, mientras el poblado resiste los embates de los grupos criminales que se disputan el control de la plaza, decenas de niñas, niños y adolescentes acuden a clases a distancia para conformar una agrupación sonora que aspira a tener una primera presentación pública en el mediano plazo.
La idea surgió en 2018, cuando un nutrido grupo de amigos se reunieron en un encuentro generacional de la Escuela Secundaria Técnica 115. No tenía más pretensiones que recordar viejos tiempos. Sin embargo, en ese momento lanzaron la propuesta de hacer algo por su tierra natal, de esparcir alguna semilla sobre todo con el público infantil.
Un año después nacía la asociación civil Unidos por Aguililla, debidamente registrada ante notario en el mes de diciembre, cuyo objeto es convertirse en una organización sin fines de lucro para beneficiar a población de escasos recursos, específicamente en las áreas de la música, artes plásticas, artes dramáticas, danza, literatura y cinematografía, lo mismo que para orientación social, educación y capacitación para el trabajo.
Una de sus impulsoras y creadoras es la maestra Gloria Martínez, quien no duda en señalar que este esfuerzo brindará frutos, sin que eso signifique una solución mágica para detener la ola de violencia en esa zona de la Tierra Caliente del estado.
Narra que ella misma comenzó a impartir las primeras clases de cuerdas, con las y los alumnos conectados en lo que llaman “la escuelita”, un espacio físico brindado por la Presidencia Municipal. Los primeros instrumentos se consiguieron gracias a las aportaciones de quienes integran la AC, y más tarde obtuvieron en comodato todo un equipo aportado por la Secretaría de Cultura de Michoacán (Secum).
Así, ya cuentan con violines, violas, cellos y bajos, con lo cual han podido comenzar las clases del primer módulo para después seguir con las secciones de viento, metales y percusiones.
Para ingresar a la Orquesta Sinfónica Juvenil de Aguililla basta con tener más de 10 años, ser un estudiante reconocido por su esfuerzo y dedicación, contar con la aprobación de sus padres y tutores, además de mostrar toda la disposición para aprender. Ese último punto es el más sencillo, acepta Gloria Martínez, pues en las clases que ha impartido atestigua lo rápido que aprenden sus pupilos. “En Aguililla hay mucho talento, han salido muchos profesionistas y gente exitosa en su ramo, lo único que hace falta es crear las vías para el aprendizaje”, dice con bastante orgullo.
Actualmente son tres profesores quienes imparten las clases, para lo cual recurren a tecnologías de comunicación a distancia, con la coordinación de un voluntario local que habilita el espacio físico. Tal vez no sea lo ideal, pero en el contexto en el que se encuentra la zona, resulta un escaparate no solo para los menores, sino para sus familiares. “La música es una forma de conectar a la juventud con el pueblo; introducir la música clásica es todo un reto, pero los muchachos han respondido muy bien”, añade Martínez, quien detalla que en las primeras clases se mostraron piezas fundamentales de un repertorio básico para principiantes.
Otro de los actores fundamentales para que este proyecto salga a flote es Marco Antonio López Prado, artista plástico egresado de la Escuela de San Carlos y nativo de Aguililla, donde recuerda sus días de secundaria cuando todos podían salir a la calle sin el menor riesgo.
Su papel en la asociación ha sido la de gestionar recursos ante instancias oficiales y con organizaciones particulares. Entre las primeras acciones se propuso presentar la idea con el entonces secretario de Cultura Claudio Méndez Fernández, quien luego de unos meses logró conseguir un recurso federal para hacerse de instrumentos, sillas y atriles bajo la figura de comodato.
Así, la escuela de música camina en medio de una zona de violencia, donde no solo hay constantes enfrentamientos armados, sino cortes carreteros, ausencia de luz e interrupción de la vida cotidiana como señal de dominio entre los diferentes cárteles. Las clases son constantes, tanto en grupo como en capacitación individual.
Marco Antonio y Gloria sueñan con ver el primer concierto de las y los niños de Aguililla: “Abrimos un camino a machetazo limpio; espero que ahora encuentren un nuevo horizonte, que consideren que tienen otra forma de vivir”, concluye ella.