Morelia, Mich.- (OEM-Infomex).- Arturo Fernández Rivera es zapatero y tiene su taller en la calle José María Morelos, casi esquina con Benito Juárez, en la cabecera municipal de Álvaro Obregón, Michoacán. Vive en Morelia pero todos los días se traslada desde su casa ubicada en Valle del Real hasta el municipio vecino, en donde puede laborar apenas unas cuatro horas dado que los estragos de lo que vivió hace 11 años no le permiten más.
Aprendió el oficio familiar desde niño y de sus 50 años lleva al menos 40 renovando calzado; sin embargo, su productividad ha bajado luego de que la noche del 15 de septiembre de 2008 cuando una granada de fragmentación acabara con la vida de ocho personas y dejara por lo menos 130 heridos, según cifras oficiales. Él y su esposa fueron dos de los sobrevivientes de aquel atentado que continúa impune y del que ha perdido las esperanzas de encontrar justicia.
Recuerda que unos días después del suceso, las primeras damas (las esposas de Felipe Calderón, Leonel Godoy y Fausto Vallejo) acudieron al antiguo Hospital del ISSSTE a darles 500 pesos y a decirles que estaban para lo que necesitaran. Nunca volvieron. Pasó un mes en ese nosocomio con las heridas expuestas.
“Para mí el responsable fue el exgobernador Leonel Godoy, que ahora está protegido por el Presidente López Obrador. ¿Usted cree que va a haber justicia? Si no la hubo antes, menos ahora. Esa noche Palacio de Gobierno estaba blindado, pero a la población que acudió al Grito quedó desprotegida. Se sentía un ambiente extraño, ellos sí sabían que algo iba a pasar.
Asistió el miércoles 11 a la entrega de viviendas para seis víctimas de los “granadazos”;sin embargo, considera que ese tipo de apoyos debieran alcanzar a todos los damnificados, pues como él ya tenía una propiedad únicamente le solventaron la construcción de una habitación. Opina que los apoyos deberían ser para todos, pues los estragos no les permiten llevar una vida normal y producir como antes del atentado. Sobre todo en invierno, cuando los pedazos de metal que tienen incrustados en el cuerpo les producen unos dolores insoportables que sólo se aminoran con coctel de pastillas.
“Nosotros no pedimos que nos pasara esto. Ahora el gobierno por qué se lava las manos, que uno está pidiendo de más, cuando a lo mejor nosotros tendríamos mucho más que lo que nos han dado. Simplemente mi negocio en Copándaro se cerró porque no tenía quién lo atendiera. Imagínate más de un año sacando de tu bolsa. Yo sí tengo casa, pero lo que no ven es que mi hija tuvo que dejar de estudiar para atendernos, pasamos un año desde el atentado para que nos comenzaran a dar apoyos y hasta el momento no hemos sabido qué pasó con el fideicomiso del futbolista Rafa Márquez”, refiere respecto al flujo de recursos que se cerró desde el año 2015 cuando les dijeron que se había terminado el dinero.
“No pedimos dádivas, queremos herramientas de trabajo”
Don Arturo quiere comprar una máquina Lockstitcher 36 para agilizar su trabajo, pues aunque su sobrino Omar le apoya en la renovadora de calzado, tarda en terminar los trabajos, lo que se traduce en que algunos clientes prefieran llevar su calzado a otro local. Acudió a la Secretaría de Desarrollo Económico (Sedeco) a principios de septiembre en busca de un crédito, a donde fue remitido por el coordinador de Atención Ciudadana del gobierno del estado, Ismael Sigala Páez, cuyo personal le dio una lista de requisitos para acceder a un empréstito por 50 mil pesos para adquirir la maquinaria.
Llegó a la Sedeco con los documentos que le habían enlistado, pero el licenciado Gerson le dijo que le hacía falta el requisito del aval. Intentó conseguirlo pero en su condición es difícil que alguien confíe en firmar el papel y tras preguntar con un amigo cercano y obtener por respuesta una negativa, dejó de intentarlo.
“Ya para qué insisto con otra persona, no cualquiera va a querer. Dijeras tú, estoy pidiendo un dineral. Y por el aval no me soltaron el crédito, eso es lo que yo vi mal. ¿Entonces dónde está el apoyo? Yo no estoy pidiendo que me regalen el dinero. Ahora, si tanta desconfianza tiene el gobierno de que uno no les vaya a pagar, que ellos compren la máquina y si quieren que recojan la factura, si eso es una garantía para ellos. Y que no me la den hasta que les acabe de pagar. Yo le presenté el RFC, toda la documentación que me habían pedido hasta que me salieron con que me hacía falta el aval”, recuerda.
Vuelve a cuestionar dónde está el apoyo, si por lo que no acudió a una caja de ahorro era por el aval, pues incluso en la Sedeco le pidieron más requisitos, pues en la caja de ahorro no le pedían darse de alta ante Hacienda.
“Y luego ahora que nos llaman para el evento de la entrega de casas, cierro, ahora que es el aniversario también, o cuando voy al doctor, a veces voy hasta tres veces al mes. Y un negocio para que te dé tiene que estar abierto, y yo pienso que con la máquina puedo agilizar mi trabajo y ya no estar cosiendo a mano los zapatos”, indica al momento que atraviesa una suela con una aguja luego de pasar otro utensilio para lograr que ingrese con facilidad.
Manifiesta que tras una entrevista reciente en donde reclamaron el olvido en el que tenían a las víctimas del 15S, Ismael Sigala les mandó llamar a él y a su esposa para preguntarles en qué les estaban fallando. Le dijimos que estábamos olvidados, que hacía falta medicamento. Fue cuando le mencionó lo del negocio, y el coordinador de Atención Ciudadana le dijo que lo iban a ver; pasó un mes sin respuesta y le tuvo que recordar a un subalterno.
Cuestionado sobre el pequeño monolito en memoria de los fallecidos consideró que sigue quedándole a deber las víctimas del atentado y exige al gobierno que hagan algo tan grande como la desgracia que les alcanzó aquel 15 de septiembre, donde esté registrado puntualmente el nombre de todos los afectados.
Yo sí le quiero exigir al gobierno que esa placa se exhiba en grande, pues fue un atentado, no es poca cosa. Que se incluyan los nombres de los que fallecieron y de los que resultamos con secuelas de por vida, para que no quede duda de cuántas víctimas hubo