Morelia, Michoacán(-OEM-Infomex).- Mientras que para unos la pandemia de Covid-19 ha significado muerte y dolor, para otros ha sido un negocio redondo. Las funerarias vivieron unos de sus mejores momentos durante el 2020 al convertirse en la única vía de manejo de cadáveres entre los hospitales y crematorios.
Esto originó que sus costos se incrementaran hasta un 600 por ciento en un lapso de escasos dos meses que fue cuando detonó la enfermedad y se llegó en Michoacán al pico más alto de fallecimientos.
Baste decir que el precio por cremación pasó de 3 mil pesos a 18 o incluso más, dependiendo de la funeraria que fuera contratada.
A ese costo se tenía que sumar el manejo y traslado de cuerpo, así como la renta de ataúd y hasta las bolsas mortuorias.
Había quienes incluían en los “paquetes Covid” urnas metálicas o de madera, placas grabadas y los trámites funerarios para llegar a costos promedios de hasta 25 o 30 mil pesos.
Héctor Hugo Sánchez Ramírez, director del Panteón Municipal reconoció que la pandemia vino a cambiar de manera radical la operación de los campos santos en donde fueron prohibidas las inhumaciones casi en su totalidad.
“Se podían realizar, pero se tenía que cumplir con diversos requerimientos como que fuera fosa única (no ocupada por otro cuerpo) y que estuviera en zona aislada, pero por la saturación, eso era prácticamente imposible de cumplir”, mencionó.
De esta forma, autoridades sanitarias dispusieron que el manejo de cuerpos se realizara a través del personal de las funerarias de manera directa siendo ellos los encargados de aplicar el protocolo de recogerlos, colocarlos en bolsas especiales que se sellaban y colocarlos en ataúdes para ser trasladados en carrosas a los crematorios.
El funcionario municipal recuerda que hacia marzo y abril del 2020, se registraba el ingreso a crematorios de unos 10 cuerpos por día, sin embargo, como fueron avanzando los contagios, llegó el día en que se tuvieron hasta 300 cuerpos “en fila”.
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“Un cuerpo en promedio dura unas dos horas cremándose, por lo que en el Panteón Municipal se tenía capacidad de atención solo para tres por día debido a las condiciones laborales de los empleados sindicalizados”, explicó.
Fue entonces cuando las funerarias particulares empezaron a “hacer su agosto” pues mantenían sus hornos trabajando las 24 horas del día.
Sin embargo, no todo fue miel sobre hojuelas para las funerarias en el lapso que comprendió de marzo a diciembre del 2020, pues previo a la pandemia, uno de los principales negocios de la funeraria era vender títulos o espacios a futuro.
Así, cuando las personas empezaron a fallecer por Covid-19, los propietarios de espacios quisieron hacer válidos los paquetes que habían adquirido y no pudieron.
Descontentos, reclamos, quejas ante Profeco y hasta algunas denuncias judiciales tuvieron que enfrentar estos negocios a la par de la emergencia que incluía además mantener a sus empleados sin que se contagiaran.
Para ello, los dotaron de trajes especiales y de grandes cantidades de gel y desinfectante o sanitizante que era con lo que tenían que limpiar las carrosas entre servicio y servicio.
No existen cifras oficiales sobre número de fallecimientos o contagiados existentes entre el personal de funerarias.
La Secretaria de Salud en el estado (SSE) reconoció que el mayor pico de enfermedades y muertes relacionadas con Covid-19 en el estado, se registró en enero del 2021, mes en el que fallecieron mil 119 personas, es decir, un promedio de 37 fallecimientos diariamente.
Las cifras oficiales sobre defunciones ligadas a Covid-19, señalan que el estado ha enfrentado dos oleadas que arrojan a la fecha poco más de 63 mil casos y 5 mil 668 defunciones al último corte consultado.
Durante la primera oleada, fallecieron mil 323 personas y durante la segunda 2 mil 356. Una tercera ola de contagios se preveía para el término del periodo vacacional de Semana Santa, la cual finalmente no se dio, sin embargo, el riesgo de que se registre es persistente sobre todo con la llegada al estado de variantes de la enfermedad, tales como la hindú, ya presenté en el puerto de Lázaro Cárdenas y la de Gran Bretaña, con registro de dos casos en Morelia.