Morelia, Mich. (OEM-Infomex).- Para encontrar a Doña Ángela, la youtuber mexicana del momento en el país, hubo que recorrer más de 400 kilómetros de distancia, pasar de un pueblo a otro, preguntar de casa en casa, subir y bajar las montañas, las laderas y los caminos de terracería, en una orilla de la zona aguacatera y del crimen organizado de Michoacán.
Nació en una ranchería llamada Pablo Cuin, fundada hace menos de medio siglo por ejidatarios de Ario de Rosales. Pero se fue pronto, se casó joven para irse a vivir al Tepamal, ubicado en la zona montañosa de ese lugar.
Más tarde vivió en Pátzcuaro y ahora tiene una nueva residencia, la cual, suplica no revelar, porque le cansa la idea de que la busquen los medios de comunicación o la legión de fans que tienen dentro y fuera del país y que se cuentan en casi tres millones de suscriptores a su canal de youtube.
El año pasado, entre los cientos de videos que uno puede encontrar en las redes sociales para aprender a cocinar, surgió el canal “De mi rancho a tu cocina”, protagonizado por una sencilla mujer llamada Ángela, quien sin más elementos que su amor por la elaboración de alimentos, comenzó a compartir tutoriales para hacer mole, barbacoa de pollo, enchiladas michoacanas, huevos con chile rojo, buñuelos con atole blanco, patitas de puerco en vinagre y una serie de guisados hechos con suma sencillez, todos, propios de la cocina michoacana.
Esa propuesta de video caracterizada por una producción austera, corta y fácil fue quizá el ingrediente clave para que en pocos meses el canal de YouTube consiguiera millones de reproducciones, tantos, que la empresa de origen estadounidense le ha otorgado un par de insignias debido a su alta popularidad.
Pero quien la catapultaría a la fama es sin duda la revista Forbes, que la incluyó como una de las 100 mexicanas más poderosas del país.
Su hermana, de nombre Soledad y quien sigue viviendo en Pablo Cuin, recuerda que cuando era muy joven Ángela no se destacaba por cocinar, “ni sabía siquiera echar tortillas”, afirma, pero le satisface que con los años haya aprendido tantas recetas, que doña Angela, asegura que son herencia de su madre.
El nombre completo de quien se ha vuelto popular en muy poco tiempo es Ángela Garfias Vázquez. Ese primer apellido es muy común en ranchos como La Palizada, Copítiro, La Pitaya y Ziparapio de Abajo, también en Yoricostio, municipio de Tacámbaro.
Sin embargo, nadie de esa estirpe ubica a la mujer en cuestión. “No es de por aquí”, “jamás la hemos visto”, son frases que se repitieron en cada uno de esos pequeños pueblos, donde El Sol de Morelia la buscó.
Luego de dos días de expedición por fin damos con su casa.
Al encuentro sale una de sus hijas, quien advierte que no está disponible, que no dará entrevistas, aunque media hora más tarde lo reconsideraría, con la condición de no revelar la ubicación de sus casa, ni grabar en video, nada.
Doña Ángela sale por fin de su casa, ataviada con una blusa negra con lunares blancos, un mandil azul que le combina a la perfección con sus pants y unos tenis deportivos.
¿Recuerda algo de Pablo Cuin?, se le pregunta para abrir la conversación.
“Uy, pues puras cosas bonitas, mis papás estaban conmigo, me sentía feliz porque los tenía a ellos. Cuando yo tenía diez años nos mudamos porque se murió mi abuelita y ya más grande me casé y viví en El Tepamal, de donde es mi señor, pero por cuestiones de trabajo ahora vivimos por acá, cuidando la huerta”.
La casa de esta familia es grande, con un terreno donde se levantan árboles de aguacate, durazno y otros frutos. Por la orilla corre un pequeño canal de agua que luce limpia, transparente, de esa que se podría beber sin temor.
“Aquí vivimos muy a gusto, está muy tranquilo, es propiedad del patrón, ya tenemos 30 años trabajando para él”.
-Y bueno, ¿cómo es que se le ocurrió eso de hacer tutoriales en YouTube?
“Fíjese que fue idea de mi hija, me dijo que hiciera un canal para que me fuera bien, pero yo no quería porque me daba mucha vergüenza, sólo que al final me convencieron y aquí estoy, desde agosto del año pasado”.
-¿Y por qué cree que sean tan populares?
“No sé, no crea que ya lo domino, todavía me da mucha vergüenza, pero gracias a esto ya no tengo que trabajar, me retiré de lo que hacía y estoy muy contenta, grabamos dos videos a la semana y en todos nos va muy bien”.
Cuenta que en su propio rancho consigue insumos como el tomillo, la mejorana, el cilantro, la calabaza y los nopales. Sus hijas la graban con un celular y listo, de ahí a las millones de reproducciones.
¿Se siente poderosa como para entrar en el recuento de Forbes?, le preguntamos.
“La verdad nunca imaginé que me pusieran en esa lista con tantas mujeres tan importantes, pero no me siento poderosa, me siento orgullosa, contenta de que me hayan puesto con ellas, que son muy grandes”.
Doña Ángela se siente bien con la fama, con la popularidad, sólo que prefiere permanecer lejos de los reflectores mediáticos, “donde quiera me buscan y yo no quiero que me hallen”, confiesa, aceptando que los años ya le pesan y no desea atender fans o reporteros.
Afirma que la han buscado mucho en Pablo Cuin, que miles de cibernautas le escriben en YouTube y Facebook, que ella sólo escucha algunos mensajes que le leen sus hijas porque las letras en el celular son muy pequeñas y sus pequeños ojos ya los alcanza a distinguir.
A lo lejos un gallo canta y el viento apenas sopla. Doña Ángela recuerda que hasta hace poco le ayudaba a su esposo en los duros trabajos del campo, con las milpas, con las cosechas, pero todo eso ha quedado atrás, pues hoy le basta grabar un tutorial para que el dinero caiga a la cuenta bancaria.
Asegura que no quiere ningún contacto con el gobierno, a pesar de que el mandatario estatal Silvano Aureoles se congratuló en redes sociales por el nombramiento que hizo Forbes.
“Yo no quiero nada de eso, aquí estoy bien, solita, aquí hago todo, aquí soy feliz, la única manera de no serlo es cuando me vienen a buscar, entonces sí corro a esconderme porque me da mucha pena, me pongo bien nerviosa”, confiesa entre risas, en una mueca que le va perfecto con su cara de inocencia.
La integrante de siete hermanos y madre de ocho hijos se dice plena en su rancho, guarda recuerdos de cuando hacía tamales que vendía con su mamá, “hacíamos tamalitos en Pablo Cuin, atole, agua, son cosas que aprendí para toda la vida”, concluye, sin dejar de agradecer a sus millones de seguidores que ya le dicen suegra, abuelita o la tía favorita de México.