Morelia, Michoacán-(OEM-Infomex).- El hecho de que la incautación de drogas se haya reducido considerablemente durante la actual administración federal en Morelia y otros municipios del país por parte del Ejército Mexicano, como lo documentó esta casa editorial, se traduce en que los estupefacientes encuentren una mayor distribución en las calles de la ciudad, incluso donde no llegaban anteriormente, sugiere Lorena Cortés, presidenta de la asociación civil Comunidad Segura.
En entrevista, la experta en el tema señala que hay algunas hipótesis de qué ocurre cuando bajan de manera considerable los operativos de decomiso: “Si no se incautan, las drogas corren por las colonias no solo de Morelia, sino de muchos municipios en el estado. Lo peor del caso es que circulan a nivel barrio y esto se traduce en que los grupos de la delincuencia organizada ya no solo se disputan los grandes territorios, sino que esas peleas llegan a las colonias donde vivimos, demarcaciones territoriales cada vez más pequeñas”.
Pone como ejemplo el aumento en el consumo de fentanilo en México, un opioide sintético que de acuerdo al Instituto Nacional contra el Abuso de Drogas (NIH) fue causante del 60 por ciento de muertes por sobredosis en Estados Unidos en 2017. “Sabemos que el consumo viene en aumento por diferentes sondeos que hemos realizado, pero lo grave es que, en este caso específico, las autoridades de Salud ni siquiera lo tienen bien rastreado”.
En ese contexto, Cortés apunta que los crímenes ligados a la violencia por narcotráfico se han disparado, por lo que Michoacán presenta sus máximos históricos en homicidio doloso. Apunta que este delito en particular saltó un 30 por ciento en cuanto arrancó la administración del gobernador Silvano Aureoles Conejo, lo que no había ocurrido ni siquiera en el 2006, uno de los años más complicados en esa materia para la entidad.
La estrategia de seguridad federal, reflexiona la experta, aduce al hecho de que se acabó la guerra contra el narco, pero precisa que se ha creado un mito en torno a esa batalla atribuida al expresidente Felipe Calderón Hinojosa. “La intervención más mediática hecha por un gobierno mexicano nace con el operativo Cóndor en la década de los 80, cuando se incautó un plantío de marihuana al norte del país, mismo que se le atribuyó al entonces poderoso Cártel de Guadalajara”.
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A nivel mundial, la auténtica guerra contra las drogas empezó con Richard Nixon en 1971, reflexiona Cortés, para ir aclarando contextos históricos. México es el vecino de quien montó esta batalla y fue por mucho tiempo un puente, pero cuando se cerraron las fronteras para inhibir el consumo de aquel lado, la distribución se quedó en casa. “Es un tema muy complejo, es transnacional, escapa a las propias decisiones de nuestros gobiernos”.
Cita al colombiano Oscar Naranjo Trujillo y su libro “Se creían intocables”, donde reflexiona sobre las distintas estrategias en América Latina para combatir la violencia de los cárteles de las drogas. Todas, dice este policía retirado, han sido un fracaso. En los años 70 se apostó por la incautación, se creía que de esa forma iba a bajar la producción y por ende el consumo. Pero no funcionó, porque los cárteles crecieron más. Así que de ahí se pasó a la detención de los grandes capos, lo que solo provocó que los grupos se multiplicaran en pequeñas células y las cárceles se sobrepoblaran.
Ante este par de fracasos, también se optó por pegarle a las finanzas de las drogas, a combatir el lavado de dinero, “lo que ha sido más efectivo, pero tampoco ha alcanzado; esto nos ha llevado a una gran paradoja, porque creció la producción, creció el consumo y creció la corrupción”.
Los números ahí están, reflexiona Cortés. “América Latina representa el 8 por ciento de la población mundial y genera el 33 por ciento de los homicidios dolosos en el planeta; es quizá la región más violenta del mundo, donde las víctimas y victimarios cada vez son más jóvenes, a lo que no escapa un estado como Michoacán”, finaliza, no sin antes afirmar que para tener mejores resultados se necesitan más científicos sociales y menos militares.
