Es una rara coincidencia que ocurre año tras año: las mariposas monarca llegan a tierras michoacanas justamente al inicio de una de las celebraciones más importantes para los mexicanos: el Día de Muertos.
Asociaciones de conservación reportaron la llegada de las primeras colonias de mariposas al oriente de Michoacán para pasar la temporada invernal y se prevé que este año aumente la cantidad de lepidópteros que arribe a la entidad.
Además, es destacable el hecho de que la flor de cempasúchil que tradicionalmente se coloca en los altares en memoria de los seres queridos fallecidos, tiene los mismos colores de las mariposas monarcas.
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Según la leyenda purépecha y mazahua, cada año, hacia finales de octubre, pequeñas mariposas empiezan a llegar a las comunidades las cuales se cree que son las almas de los seres amados que regresan encarnadas en estos insectos.
En ciertas regiones de Michoacán y del Estado de México las mariposas son recibidas con ofrendas de cera y copal. otra versión de esta leyenda asegura que los muertos viajan en las alas de las mariposas y es así como llegan hasta los altares colocados por los vivos.
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Se decía que si el Día de Muertos una persona percibía la presencia de uno de estos animales, se debería observar en silencio, ya que su aleteo susurraba el mensaje de las personas fallecidas.
La leyenda purépecha indica también que al morir, las almas vuelan como mariposas monarcas sobre un lago encantado (el lago de Pátzcuaro) hasta la Isla de Janitzio y con solo abrir el corazón es posible atravesar el lago en una lancha y ver las almas dibujarse sobre el agua.
En la época prehispánica las mariposas monarca fueron vistas como los “espíritus del bosque” y por lo tanto eran “animales sagrados”. Los aztecas las llamaron Quetzalpapalotl o mariposa sagrada, mientras que los otomí, tümü.