Morelia, Michoacán-(OEM-Infomex).-En silencio. Con esa postura, familiares, amigos y sociedad civil en general, caminaron vestidos de blanco por el Centro Histórico de Morelia. Con veladora en mano y múltiples imágenes de su rostro, la caminata resultó una especie de homenaje para Jessica González Villaseñor.
Al frente del contingente, caminó su hermano, Cristo Adán Villaseñor. A comparación de los cinco días en que Jessica estuvo desaparecida, su rostro lucía más sereno, con un poco más de paz. Pero la tristeza y la rabia no se irán nunca, asegura.
“Es un momento de mucha rabia, de coraje, el sentimiento de tristeza continua y no se va ir, pero esta primera audiencia es un paso más hacia la justicia; no me queda más que agradecer todos estos movimientos que se han dado, es una muestra y un ejemplo claro de que la sociedad está harta de que siga sucediendo este tipo de acciones”.
Hablar de justicia ya ni siquiera es algo propio de los González Villaseñor.
Cristo Adán considera que la sentencia hacia Diego N. tiene que ser ejemplar y debe representar un mensaje para toda la sociedad, “para que este tipo de personas, en específico los hombres, no crean que es fácil salir impunes cuando matan a una mujer”.
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Por unos minutos, el tráfico vehicular se detuvo y ningún claxon protestó aunque la marcha transitó por la calle principal del corazón de la ciudad.
De la Fuente de las Tarascas hacia Palacio de Gobierno, se vivió un silencio insólito, por momentos solidario y triste. Los curiosos se asomaban desde los comercios y grababan con sus celulares el momento.
Al llegar a las afueras de Palacio, se conformó un círculo y las veladoras se comenzaron a depositar a los alrededores del rostro de Jessica. Tras unos minutos, las voces no resistieron más: “Señor, señora, no sea indiferente, le matan las mujeres en la cara de la gente”.
A la primera consigna le prosiguió otra y otra.
“No estamos todas, nos falta Jessica”, “Pinche Diego va caer”, “América Latina será toda feminista”.
Se pidió un minuto de silencio. De rodillas, cada uno de los asistentes levantó el puño, para posteriormente desbordarse en aplausos.
No fue un adiós ni un caso cerrado. En la caminata se exhibieron más casos de violencia machista, imágenes de mujeres golpeadas y amenazadas.
“La lucha sigue” gritó alguien entre la multitud. La herida sigue abierta.