Sahuayo, Michoacán. -Proveedora de alimento, regulador de la temperatura y sitio de esparcimiento son sólo algunas de las funciones que cumple el Lago de Chapala, el más grande de México, que merced a la negligencia y voracidad del ser humano se encuentra hoy en franca agonía.
Ubicación geográfica
El Lago de Chapala es un embalse natural de 1, 112 kilómetros cuadrados que comparten los Estados de Jalisco y Michoacán, tiene una profundidad promedio de 9 metros y se encuentra en la depresión hidrológica Lerma-Santiago, que cubre 125.555 km2, de la que aproximadamente el 30% es parte del río Lerma, 8% del embalse y 62% del río Santiago.
En este embalse desembocan los ríos Huaracha y Duero en el río de la Pasión, que nace en Michoacán atraviesa el municipio de Tizapán y arroyos temporales que confluyen en la laguna. El río Zula desemboca en el río Santiago, muy cerca del nacimiento de éste en el lago de Chapala, sin embargo, debido a la represa que hay río abajo del Santiago, el río Zula aporta agua al lago cuando la represa se encuentra cerrada.
Donde nace la contaminación
Son justamente los ríos tributarios por los que se ha filtrado la agonía a las entrañas de este lago, tan sólo en lo que se denomina Ciénega de Chapala Michoacana son cerca de 80 mil viviendas de los municipios de Sahuayo, Jiquilpan, Villamar y Venustiano Carranza las que vierten a través de los sistemas de riego del Módulo La Palma sus aguas negras a razón de cinco metros cúbicos por segundo de acuerdo a fuentes de este módulo de riego.
Al menos en la parte michoacana del lago los municipios antes señalados además de Régules y Briseñas que se ubican a la orilla de este cuerpo de agua carecen de plantas de tratamiento de aguas residuales lo que origina una severa contaminación a la flora y fauna de este lugar.
A este lago se vierten también las descargas del río Duero y el Río Lerma lo que agrava de manera considerable el tema de la contaminación, tan sólo el río Duero recibe las aguas de 13 municipios en 88 sitios donde las descargas van directamente al río, lo que hace que las aguas, que río abajo son utilizadas para el riego de cultivos, tengan un alto contenido de bacterias y coliformes fecales, y los remanentes de este flujo se vierten a la laguna.
El Duero recibe y traslada al lago también los lixiviados que se generan por las más de 300 toneladas de basura que se recolectan en aquel lugar y que son depositadas a cielo abierto, lo que hace que se cree un circuito de lixiviados que circulan a los mantos acuíferos, de ahí al Duero y finalmente al Lago de Chapala cuya agua es utilizada para fines de riego en poco más de 6 mil hectáreas de esta región.
Si bien es cierto que el Gobierno Federal impulsó en su momento los programas de saneamiento de agua y por otra parte la Comisión Nacional del Agua, (CONAGUA), respaldó los recursos para que se llevaran a cabo y fueran efectivos, el programa no caminó.
En este programa, dado a conocer en el 2009, se contemplaba que para 2011 se tuvieran construidas y en operación al menos 6 plantas tratadoras, con tres más para 2012 y 8 más para 2013 y planteaba además la creación de al menos cuatro centros de disposición final de residuos sólidos; sin embargo hasta el momento en la parte Ciénega de esta cuenca no hay ni plantas ni centros de disposición final de basura.
Si bien es cierto que la principal carga de contaminantes que recibe este lago proviene de los sistemas de drenaje de un amplio sector de las zonas habitadas, el mismo lago es generador en ocasiones de su propia contaminación, baste señalar que en la comunidad de pescadores de Petatán se arrojan en promedio seis toneladas diarias de esqueletos de pescado que se generan en las fileteadoras de este lugar, caso similar ocurre en las regiones de La Palma, Palo Alto y el corredor Rincón de María-La Palma.
Finalmente es la falta de voluntad por parte de aquellos que se encuentran en el aparato gubernamental sumado a la falta de conciencia de los habitantes de esta región lo que ha impedido que se lleven a cabo esfuerzos serios por sanear las microcuencas de los ríos tributarios y una rehabilitación o construcción de plantas de tratamiento de aguas residuales que permitan inyectarle a la madre que agoniza aguas nuevas o tratadas.