Zamora, Michoacán (OEM-infomex).- Cae la tarde y la Catedral de Zamora eleva sus imponentes torres neogóticas hacia el cielo michoacano. En su cantera arenisca apenas es notorio el paso del tiempo. Consagrada en 1989 como Santuario Guadalupano e inaugurada 100 años después de haberse colocado la primera piedra, sus muros han sido testigos de momentos clave como la Revolución Mexicana o la Guerra Cristera. De paredón de fusilamiento a bodega de camiones recolectores de basura, 'la inconclusa' como la llaman los habitantes de Zamora, hoy se erige como la catedral más alta de México. Esta es su historia.
Los orígenes de la catedral 'inconclusa'
El 2 de febrero de 1898, Día de la Candelaria, el excelentísimo señor don José María Cázares Martínez, obispo de la Diócesis de Zamora, encabeza la ceremonia de inicio de las obras de construcción de la catedral. Concebida como el nuevo símbolo del poderío de la Iglesia Católica mexicana en Michoacán, su diseño corresponde al estilo neogótico, muy popular a principios del siglo XX, con dos elevadas torres en su portada adornadas con gárgolas, contrafuertes que sostienen su estructura y cinco espaciosas naves. Finalmente se decidió que tuviera una cúpula en su centro, algo atípico en la arquitectura neogótica.
De acuerdo con los registros de la época, más de 300 hombres estuvieron involucrados en la cimentación y levantamiento de la base del templo. Para 1914 las cuatro naves laterales estaban casi listas y los pilares estaban en su lugar. Sin embargo, con el estallido de la Revolución Mexicana se ordenó a los obreros regresar a sus casas y el proyecto quedó suspendido por tiempo indefinido.
La obra a medio terminar se convirtió en un cuartel del ejército y con ello sobrevino la pérdida de todos los planos originales de la catedral. Se cuenta que sólo quedaron un dibujo con la fachada original y un plano general de la distribución de la nave principal.
Zamora y la guerra cristera
La Revolución apenas terminaba cuando en 1925 se desató otro conflicto armado: la Guerra Cristera. La lucha por el poder entre el Gobierno y la Iglesia Católica impidieron una vez más que continuara la construcción de la catedral.
Detrás del altar principal sigue en pie el paredón de fusilamiento, una pared blanca con agujeros que parecieran hechos por la humedad, pero que en realidad son marcas de esquirlas y balas. Esa pared nunca se restauró en memoria de todas las personas que allí perdieron la vida. Sobre este lugar fue colocado un enorme vitral de colores púrpura. Los rayos del sol que logran penetrar por él ofrecen la sensación del crepúsculo y el alba a la vez.
Frente al Paredón fue colocada una imagen de San Judas Tadeo, para algunos, patrono del comercio y el trabajo, para otros el santo de las causas difíciles y desesperadas. Los devotos suelen venerarlo con veladoras y rosas rojas.
Abandono y rescate de la catedral
Después de la guerra y durante más de setenta años, la catedral tuvo usos muy diversos. Debido a problemas con el gobierno federal, la catedral fue transformada en vecindad, y sus habitantes hicieron que los acabados del recinto quedaran en ruinas: lo poco que quedaba de nichos fue destrozado y la basura se acumuló en las orillas de las capillas. Tiempo después, la estructura del templo se convirtió en una escuela y en los últimos años sirvió estacionamiento de los camiones que recogían la basura de la ciudad.
Después de muchos intentos por recuperar la catedral, apodada por los zamoranos como “La Inconclusa” por el estado que quedó la construcción, en 1988 regresó al poder de la diócesis de Zamora. El 2 de febrero de 1998 cumplió un centenario de existencia, y finalmente, un siglo y 10 años después de haber sido colocada su primera piedra, fue inaugurada y consagrada como Santuario Diocesano de Nuestra Señora de Guadalupe el 12 de diciembre de 2008.
En la actualidad, los feligreses acuden a la Catedral de Zamora a venerar a la Virgen de Guadalupe. Alrededor de 80 mil personas visitan cada año el santuario del 1 al 12 de diciembre, y las peregrinaciones ingresan desde los cuatro puntos cardinales. Si alguna vez visitas Michoacán, no puedes dejar de conocer esta imponente catedral de estilo neogótico que alza sus equilibradas torres largas hacia las estrellas.